Admisión selectiva

SEÑOR DIRECTOR
La implementación del Sistema de Admisión Escolar (SAE) en la Región Metropolitana, repuso la discusión sobre la selección de alumnos. Sin embargo, nuevamente no se tomó en cuenta lo que viven los colegios y profesores con la puesta en marcha de la ley de inclusión y aumento del trabajo en aulas con altos porcentajes de alumnos con necesidades educativas especiales o problemas conductuales.
Sin duda, los principios y valores de inclusión son incuestionables. No puede haber una educación para ricos y otra para pobres, ni escuelas guetos. Pero no es en los valores y principios donde hay que circunscribir la discusión, sino en cómo se va a implementar.
Ni las escuelas ni los cuerpos docentes están capacitados para atender aulas diversas. El tránsito de la homogeneidad hacia la diversidad no es un suceso, sino un proceso con etapas, complejo, y con tensiones.
La tarea fundamental en estos momentos es acordar las medidas adecuadas, generar las condiciones en los colegios y arbitrar los recursos necesarios para alcanzar la inclusión de verdad y no solo en el papel.
En esta etapa no es posible entregar una educación de calidad a todos y la igualdad de oportunidades que ofrece el SAE no favorece a quienes es urgente ayudar: aquellos jóvenes de sectores menos favorecidos que presentan talento, buenos resultados y que han sido más resilientes a su medio social. Los liceos bicentenarios o escuelas de excepción deben reconocer el mérito de estos alumnos vulnerables destacados.
Establecer un sistema de admisión rígido puede condenar a la marginación a muchos niños con capacidades, que no tendrán la buena suerte de quedar en una escuela de excelencia.
Guido Crino Tassara
Presidente Nacional de FIDE
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