
Calentando motores y usando a los niños

La situación en los llamados “liceos emblemáticos” no da para más. Ya no destacan por sus resultados y dejaron de ser un ente de movilidad social. Ya nadie aspira a ellos, ya que lo que hoy los define es la violencia y la ideología. Precisamente lo que los padres, primeros educadores, no desean para sus hijos.
Estas últimas semanas volvimos a ver a los llamados “overoles blancos” y el recrudecer de la violencia en los establecimientos educacionales. El año 2024 terminó con varios alumnos gravemente quemados por manipular bombas molotov en el baño del antes renombrado Internado Nacional Barros Arana. Su directora demoró meses en salir, nadie se hizo responsable de la gravísima situación, como siempre en Chile.
Hoy, nuevamente el INBA hace noticia por los desastres y no por las buenas nuevas. Desde hace unas semanas pareciera ser que los colegios vuelven a “calentar motores” a modo “octubrista”. El relato está más que claro, “no dejarán gobernar a quien gane las próximas elecciones”.
Desde hace mucho en Chile la ideología ha permeado los colegios. Pareciera ser que adoctrinar es el gran objetivo, más que educar. No hay interés en el desarrollo del pensamiento crítico de los alumnos, algo que ha quedado más que claro ante los gritos de un profesor en Limache haciendo callar a un alumno por simplemente, pensar distinto.
No hay discusión, ni debate, sino una sola verdad aceptada, la “historia oficial” con la que todos deben “comulgar”. Murales que ensalzan las ideas de izquierda son la tónica de múltiples establecimientos en el país y los textos de estudio son altamente ideologizados con una sola mirada de la historia y la realidad.
Todo esto ha ido de la mano con eliminar toda exigencia académica de los establecimientos escolares, ya que junto con el lucro, el mérito es algo para ellos indeseable. Este rompe el determinismo de la “lucha de clases”, mostrándoles que, desde el esfuerzo personal individual, se puede salir adelante. Por lo mismo, desde hace mucho debían destruir los liceos emblemáticos, los llamados “Faros de la República”, ya que estos por generaciones habían sido un claro ejemplo de movilidad social.
Un contra relato de la lucha de clases. Gritaron y marcharon por “educación gratuita y de calidad” y con las reformas del segundo gobierno de Michelle Bachelet destruyeron la posibilidad de ascenso social y un futuro mejor. Les quitaron “los patines” sin duda y los sumieron en el barro. Siempre hablan del “derecho a la educación”, sin embargo, parece ser que el “derecho de manifestación” de algunos y de hacer tomas, está por sobre el derecho a la gran mayoría a educarse.
La lógica “matonesca” de minorías violentas adoctrinadas, ha limitado y casi eliminado la posibilidad de otros a crecer intelectualmente. Ciertamente, los colegios en estas condiciones no tienen razón de ser. En esta lógica de moldear mentes han participado muchos adultos interesados. Hay algunos profesores, sin duda. Hay apoderados que no necesariamente son los padres, sino que son interesados que se convierten en apoderados de niños para poder manipular a las comunidades educativas desde adentro.
El trasladar la lógica de “lucha social” al aula, empoderó a niños aún en formación. Con esto, abandonaron el respeto por sus superiores y la relación profesor- alumno dejó de ser vertical y de respeto, para hacerse horizontal o definitivamente invertida. Hoy, es el profesorado quien teme y con razón a los alumnos, que estando en formación o más bien en procesos deformativos, confunden el bien y el mal y justifican lo injustificable.
María Música Sepúlveda, alumna del colegio Darío Salas tras lanzarle un vaso de agua en el rostro a la ministra de educación, Mónica Jiménez en 2019 decía: “Lo único que nos va a salvar de la rabia es la acción directa”. Esa idea de ser “luchadores” y no educandos es lo que ha minado el sentido de autoridad y con ello, toda posibilidad de recibir real educación. Hoy calientan motores para la lucha que se viene. Nuevamente han intentado tomar el metro, “matonescamente” coartan el derecho de circulación de otros por su supuesto derecho de manifestación. Los rallados de las salas de clase responden a una “minuta orquestada”, en todas partes se replica lo mismo.
Es evidente, es decir, se aparece a los sentidos, que tras esto hay adultos que manipulan y usan a los menores de edad y que no les importa qué es lo que suceda en el futuro con esos niños, los usan. Pareciera ser que “el fin justifica los medios” y claramente, la Defensoría de la Niñez, el Instituto Nacional de Derechos Humanos y el Colegio de Profesores no velan por los niños. Estas instituciones son parte del problema y cómplices del plan de adoctrinamiento que ya ha dado tantos resultados. Los números no mienten, es evidente que han destruido los colegios y que el totalitarismo y no debate busca controlar las conciencias. Había más debate y desarrollo del pensamiento en la tan vilipendiada Edad Media que hoy.
Por Magdalena Merbilháa, historiadora y periodista.
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