Opinión

Columna de Cecilia Morán: A 100 años del fallecimiento de Jorge Montt

Este 10 de octubre se cumplieron 100 años de la muerte de Jorge Montt, ex Presidente de la República y líder de las fuerzas congresistas en la Guerra Civil chilena de 1891. Dicho aniversario presenta una buena oportunidad para recordar la vida de un hombre que supo llevar a buen puerto las tareas que se le encomendaron en diversos momentos, tanto en el ámbito político como en el naval.

Nació en Casablanca en 1846, en un Chile en pleno proceso de formación republicana, que incluía proyectos modernizadores y estratégicos, entre los cuales la consolidación de sus Fuerzas Armadas fue fundamental. En ese contexto, en 1858 se creó la Escuela Naval, de cuya primera generación –el llamado “Curso de los Héroes”–, Montt fue parte, compartiendo filas con hombres tan destacados como Arturo Prat, Carlos Condell y Luis Uribe.

Como marino se le encomendaron varias misiones, entre las cuales se incluyen el reconocimiento de costas y la repatriación de los restos de Bernardo O´Higgins, pero también la participación en conflictos internacionales como en el combate de Papudo, en el marco de la Guerra contra España, así como en algunas campañas de la Guerra del Pacífico. En esos años contrajo matrimonio con Leonor Frederick, con quien tuvo tres hijas y quien le acompañó hasta sus últimos días de vida.

La Guerra Civil de 1891 fue la que llevó a su figura a la mayor relevancia nacional. El bando congresista, liderado por él, triunfó en ese conflicto, dando paso a la era de los gobiernos parlamentarios (1891-1924). En aquel contexto nació la figura política de Jorge Montt, quien resultó elegido Presidente una vez concluido el conflicto. Durante su periodo como gobernante, el país encontró cierta estabilidad en la medida que la clase dirigente logró la unidad nuevamente –cuestión en la que fueron clave las sucesivas leyes de amnistía dictadas durante el tiempo en el que ejerció como primer mandatario– y la nación siguió en su marcha hacia el futuro. La tarea no era simple, pues asumió su mandato en medio de conmociones políticas y del cambio de un régimen presidencial a otro de características parlamentarias.

Dentro de las labores más destacables de su gobierno aparece el impulso al progreso de la educación. Para ello, en ese periodo se consideró importante reformar los planes educacionales y sobre todo promover y mejorar los cursos de pedagogía, como también de promover la ampliación de la inclusión de las mujeres en la educación. En ese periodo además se impulsó la industria nacional y se fomentó la producción, lo que incluyó el estímulo a la modernización de las redes de comunicación, especialmente del tren. Junto a lo anterior, a su gobierno le correspondió enfrentar la reanudación de relaciones con Argentina, Perú y Bolivia, empezando a dialogar en función de resolver problemas limítrofes que Chile aún tenía con esos países vecinos.

Finalmente, estimuló la modernización de la Armada y del Ejército, abarcando diferentes proyectos. Teniendo en cuenta que en ese entonces el país necesitaba contar con unas Fuerzas Armadas que pudieran hacer frente a posibles futuros conflictos internacionales, inició la modernización de buques y la instrucción de oficiales, la instalación de faros, la creación de nuevas escuelas de formación naval y la reinstalación de otras, entre otras medidas orientadas al resguardo de la nación. En cuanto al Ejército, se preocupó de su reorganización, en vistas de que la Guerra Civil de 1891 había traído divisiones y grandes secuelas a la institución.

Al culminar su periodo presidencial, siguió ligado a su institución. Entre 1897 y 1913 estuvo a cargo de la Dirección General de la Armada, espacio temporal en el que encauzó su verdadera misión como modernizador de la misma. En sus últimos años de vida se desempeñó como alcalde del puerto de Valparaíso, presidente de la Cruz Roja y consejero del Banco de Chile.

Vale la pena recordar la labor de chilenos como Jorge Montt, hombre valiente que supo asumir el liderazgo en complejas circunstancias y situaciones de la vida nacional, desempeñándose en ellas de forma impecable y en consonancia con su espíritu patriota. Así, probablemente lo que más le enorgulleció fue su papel en la reconciliación nacional luego de la Guerra Civil, tarea en la que si bien fue necesario que todos los chilenos miraran al futuro con altura de miras para lograr limar las antiguas asperezas y odiosidades, él como Presidente de la República impulsó el necesario y exitoso proceso de amnistías que contribuyó a lograr nuevamente la unidad nacional.

Por María Cecilia Morán, doctora en Historia, investigadora y docente del Instituto de Historia de la Universidad San Sebastián

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