Columna de Tammy Pustilnick: Enseñanzas de la Convención Constitucional



¿Quieres que este nuevo proceso tenga éxito? Es la pregunta que más de alguien me ha formulado.

Fui una de las 154 personas que durante un año trabajó arduamente por sacar adelante un proceso complejo, que entregó una propuesta constitucional altamente rechazada y sí, quiero que este nuevo proceso resulte exitoso.

¿Significa que no puedo criticarlo? Por supuesto que no, pero constructivamente, pues mi interés es que Chile tenga una nueva Constitución escrita en democracia, por tanto, debemos trabajar colaborativamente para que resulte.

¿Significa que desconozco lo positivo del proceso anterior? Tampoco. Existieron situaciones que ocurrieron de forma incorrecta, claro, y debemos aprender de esos errores, pero también hubo puntos muy destacables que merecen ser considerados en esta nueva etapa.

En cuanto a los errores, es importante distinguir entre la forma y fondo. En cuanto a lo primero, hay varias cosas que fueron superadas ya con la reforma constitucional que habilitó este proceso, como el hecho de contar con un reglamento de funcionamiento, lo cual ahorra mucho tiempo de discusión y deliberación. Asimismo, que el quórum para aprobar normas en las comisiones sea el mismo que se exige en el Pleno permite mayor eficiencia al momento de la votación.

Uno de los grandes traspiés del anterior proceso fue la falta de voluntad de dialogar con quien pensaba distinto. La falta de diálogo encrespó un ambiente que ya venía muy complejo y si bien hubo casos donde se pudo trabajar en conjunto y se lograron acuerdos transversales (particularmente en la Comisión de Forma de Estado de la cual orgullosamente participé), la verdad es que esa no fue la tónica en general.

Además, la violencia que se vivió dentro de la Convención en transmisión abierta, y que lamentablemente vemos en el quehacer político en general desde derechas a izquierdas, como insultos varios, carteles burlándose de “cuán victimizante era el discurso” o funas duras en RRSS, es algo que particularmente recuerdo con mucho pesar.

En cuanto a los errores de fondo, en términos generales diría que toda norma que se redacte debe cumplir no solo con la técnica jurídica, sino que debe darle certeza a las personas, sin ambigüedades, sobre todo en los temas que más les preocupan.

Por otro lado, me gustaría destacar las lecciones positivas del proceso anterior, las que considero deberían tratar de replicarse. En cuanto a la forma, las iniciativas populares de norma fueron una gran innovación. Asimismo, fue muy virtuoso que varias comisiones (además de dos veces la Convención) sesionaran fuera de la Región Metropolitana, mostrando la importancia de desconcentrar territorialmente la forma en que se toman las decisiones en nuestro país.

En cuanto al fondo, y también en términos generales, destaco y espero (¡porque la esperanza es lo último que se pierde!) que se consideren los avances que la anterior propuesta incorporaba en temas como descentralización, participación ciudadana, paridad, protección de la naturaleza y medioambiente.

Última lección por compartir: lo obvio, pero muchas veces olvidado, es mirar las cosas más allá de dos polos opuestos. Si logramos comprender que somos mucho más que una etiqueta de apruebo o rechazo, aún creo que hay una oportunidad de contar con una Constitución que busque mayores consensos en la ciudadanía.

Independiente del resultado de mañana, es trascendental no marginar a ninguna fuerza sin importar su porcentaje de representación. Sin un acuerdo fuerte, Chile solo seguirá peleando.

Por Tammy Pustilnick, exconvencional

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