Columna de Valeria Palanza: La importancia de la memoria en política



Resulta frustrante, por estos días, volver a presenciar las peleas mezquinas de los sectores políticos opuestos en torno del proyecto constitucional. El país se cansó del circo que por momentos ofreció la Convención Constitucional, y de la soberbia de la izquierda al desoír reclamos y excluir al sector que quedó en minoría, cual oficiando una revancha histórica que fuerzas superiores le encomendaban. El país se cansó y rechazó la propuesta de esa Convención, y todos perdimos con ese rechazo una oportunidad de superar enfrentamientos históricos y encontrarnos en un país más inclusivo y justo, más considerado hacia sus pueblos.

De modo impactante, parece que las élites políticas no aprenden, ni del estallido social de 2019, ni del rechazo de la propuesta en 2022. Siguen con enfrentamientos que desconocen todo valor al oponente político y llevan a cabo estrategias que ayer denunciaban. Parecería que la enfermedad de nuestros tiempos es la amnesia política, antes que los virus pandémicos. Hoy la derecha tiene la mayoría, y lejos de mostrar la actitud que demandaba en la Convención, adopta la misma disposición que denunció, la misma que llevó a un acuerdo que la gente rechazó.

La izquierda triunfante en 2020 se infló más allá de sus capacidades y perdió de vista que Chile esperó con relativa paciencia 30 años, y que, por ende, quizás su disconformidad no fuera tan profunda como la de activistas convencidos. De esa experiencia uno podría tomar lecciones. Pero la derecha triunfante en 2022 al momento no da muestras de un aprendizaje. Reunió una Comisión Experta que avanza como si el trabajo de un año en la Convención Constitucional no hubiera existido, como si los anhelos allí expuestos no existieran. Pierde de vista que la misma ciudadanía que le entregó a las élites una nueva oportunidad de hacerlo mejor, había estallado de rabia tan solo tres años atrás.

La ciudadanía hoy muestra poco interés en el proceso. ¿Quién podría culparla? Ojalá no se haya convencido de que la política no aporta soluciones -justamente el problema que el proceso constitucional debería resolver. Las elecciones próximas son obligatorias, y la ciudadanía está desentendida. ¿Quiénes son los responsables? Chile aún tiene la oportunidad de relegitimar el sistema político y dar vigor a su democracia. Difícilmente ello pueda ocurrir con una nueva propuesta de Constitución que replique de modo tan cercano a la actual. Difícilmente pueda ocurrir con una Constitución en la que exclusiones históricas no sean reparadas, la paridad no sea considerada un punto de partida, la representación de pueblos originarios no sea entendida como una necesidad. Es una hora grave. Chile necesita que prime la generosidad de criterio y la memoria.

Por Valeria Palanza, decana de Historia, Geografía y Ciencia Política UC

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