Opinión

Cuatro mejoras a las contribuciones: que pague quien tiene cómo hacerlo

En Chile, la casa propia ha sido por décadas símbolo del esfuerzo familiar. No es solo un bien material; es el lugar donde se proyectan los sueños, donde se crían los hijos, donde envejecen nuestros padres. Hoy, ese mismo hogar está en riesgo para miles de personas que enfrentan un impuesto territorial que ha dejado de ser justo y proporcionado.

Como alcalde de Ñuñoa, he escuchado decenas de historias que comparten una misma angustia: contribuciones que se duplican, avalúos que no se entienden y vecinos empujados a vender su casa tras toda una vida de esfuerzo. Esta no es una exageración. No es “una cosa de ricos”. Es una realidad que golpea a adultos mayores, a familias de ingresos medios, a quienes no pueden enfrentar un cobro calculado desde un escritorio.

Por eso proponemos cuatro medidas concretas para reformar el sistema. La primera: eximir del pago de contribuciones a adultos mayores por su vivienda principal. No puede cobrarse como si una pensión mínima fuera renta alta. La segunda: permitir que quienes no tienen ingresos posterguen el pago hasta vender o heredar la propiedad. Nadie debiera perder su casa por un mal momento económico.

La tercera: fijar la contribución según el valor al momento de compra, y mantenerla durante la tenencia. ¿Por qué pagar más si no he vendido ni recibido mayor valor? ¿Y si hay un terremoto y mi casa pasa de valer mil a trescientos? ¿Quién responde por esa diferencia?

Y la cuarta: establecer una evaluación imparcial del avalúo. Como en las expropiaciones, que peritos designados por tribunales definan el valor. Además, urge un proceso de reclamación claro, con plazos y pruebas reales.

Estas reformas no requieren discursos, requieren decisión. Llamo al Presidente Boric y al ministro Marcel a presentar un proyecto. También le hablo a la ciudadanía: esto no es solo para adultos mayores. Es para todos los que creen que tener una casa no puede seguir siendo un castigo.

Desde Ñuñoa estamos dispuestos a renunciar a ingresos si eso significa justicia. Porque gobernar no es recaudar a costa de la angustia de los vecinos, sino administrar con humanidad y sentido común.

Por Sebastián Sichel, alcalde de Ñuñoa.

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