SEÑOR DIRECTOR

Hay pocos momentos que significan cambios y desafíos tan grandes para las universidades y hoy enfrentamos uno de esos.

Sabemos que la pandemia tendrá impactos de mediano y largo plazo en nuestras instituciones; en el corto plazo, el primer impacto es financiero, toda vez que la estructura de financiamiento de la educación superior proyecta que el 2021 las universidades van a acceder a menores recursos, tanto públicos (el presupuesto de educación superior cae en un -1,5% en el proyecto de Ley de Presupuestos enviado al Congreso) como privados (producto del impacto sobre las personas y el empleo). También habrá impactos positivos, como los cambios que cada una de nuestras instituciones estamos haciendo al mirar en profundidad nuestros procesos internos a la luz de lo que ofrece la tecnología.

Uno de los desafíos que ya están enfrentando las universidades es continuar sus proyectos formativos combinando presencialidad y educación a distancia. Queremos destacar como un elemento que favorece la equidad y la necesaria adecuación tecnológica, los fondos concursables del Estado. En este contexto, se debe valorar el proceso y los resultados del Fondo de Desarrollo Institucional (FDI). En el concurso para instituciones privadas se presentaron 47 propuestas, siendo seleccionados 19 iniciativas que representan a una diversidad de instituciones. Un 60% de los proyectos seleccionados se orientan a fortalecer la transformación tecnológica de las instituciones y las competencias digitales de los estudiantes, factores centrales en la definición de cómo adaptarnos a este nuevo escenario aprovechando las ventajas del mundo virtual, y fortaleciendo nuestro actuar en las áreas que son vistas como desventajas frente a lo presencial. El proceso fue claro, rápido y la implementación de estos proyectos nos permitirá continuar avanzando en el desafío de la calidad de la educación que impartimos.

Pilar Romaguera, rectora Universidad de las Américas

María Olivia Recart, rectora Universidad Santo Tomás