
El peligro Kast

Las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias se anuncian especialmente desafiantes. Para quebrar una tendencia que lleva muchos años es imprescindible construir acuerdos amplios que permitan: volver a crecer, combatir el crimen organizado, fortalecer la cohesión social y navegar en un escenario internacional extremadamente turbulento. Si continúa la polarización actual, indefectiblemente se profundizarán el estancamiento económico, la inseguridad, la crisis política y el malestar social, la combinación perfecta para hundir a Chile en la decadencia.
Esta es la ecuación que es preciso resolver compatibilizando representación con gobernabilidad. La ciudadanía debe tener opciones para votar informadamente. Los partidos y sus alianzas deben transparentar sus inclinaciones. Sin embargo, cuando urge, como ahora, la necesidad de construir acuerdos, los programas no pueden ser construcciones cerradas. Por el contrario, deben estar abiertos al diálogo y al entendimiento entre las principales fuerzas políticas. Así se construye un proyecto nacional.
En definitiva, la mayor o menor capacidad y disposición a llegar a acuerdos debiera ser un criterio esencial para optar por alguna de las opciones en presencia.
Hasta ahora las encuestas muestran una tendencia inquietante. Ha tomado la punta JAK, el candidato que ha hecho de la intransigencia y del rechazo de los acuerdos su marca de fábrica.
La prueba mayor de su nula disposición a los acuerdos la dieron JAK y los republicanos con ocasión del segundo proceso constitucional. Teniendo a su disposición un proyecto de consenso elaborado por el Comité de Expertos y disponiendo de una clara mayoría en el Consejo Constitucional, optaron por forzar la mano y proponer un texto que expresaba sus convicciones (y obsesiones) más radicales. En vez de abrirse a un pacto que habría permitido la aprobación de una nueva Constitución por abrumadora mayoría, optaron por un texto que era evidente que sería rechazado. No entendieron que una Constitución debe ser para todos y notificaron al país que las cosas o se hacen a su particular manera o simplemente no se hacen.
Reafirmaron luego esta conducta rechazando en bloque el acuerdo, complejo para todas las partes, que hizo posible la aprobación de la reforma de las pensiones.
En días recientes JAK ha hecho declaraciones que han prendido las alarmas. El Congreso “no es tan relevante” afirmó. Esta declaración hay que relacionarla con la negativa de los republicanos a constituir una lista única con Chile Vamos que le habría abierto a la derecha la eventualidad de contar con una mayoría en el próximo Congreso. De hecho, la renuncia a esa opción anticipa, en la eventualidad de un triunfo de JAK, un serio conflicto institucional que tendería a resolverse -es lícito asumir por sus declaraciones- extremando el uso de las facultades presidenciales; camino conocido que se traduce en el vaciamiento de la democracia y un tránsito acelerado hacia el autoritarismo iliberal.
Por Carlos Ominami, presidente Fundación Chile21
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