Fragilidad financiera y salud mental en tiempos de pandemia

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Por Patricio Valenzuela, académico en Ingeniería Civil Universidad de los Andes e investigador del Instituto Milenio MIPP

Existe un vínculo estrecho entre fragilidad financiera y salud mental, el cual se exacerba en periodos como la actual crisis causada por el coronavirus. Las preocupaciones causadas por las deudas, la falta de ahorros y la incertidumbre económica generan problemas de salud mental, los que a su vez dificultan remontar una situación económica crítica.

El estrés asociado a preocupaciones financieras puede afectar a las personas a través de diversos mecanismos. Mientras algunas personas tienden a sentirse tristes o irritables, otras tienden a experimentar problemas de insomnio, ansiedad o síntomas físicos como dolores de cabeza. Algunas personas recurren al consumo de alcohol o drogas. Estos efectos tienden a interactuar entre sí, amplificando sus efectos.

Utilizando una muestra de 2.552 hombres y mujeres de diversos niveles socioeconómicos de todo el territorio nacional, exploramos el vínculo entre fragilidad financiera y salud mental.

Nuestros hallazgos confirman que durante la pandemia se ha generado un deterioro importante de la salud mental de la población, y que dicho deterioro puede ser atribuido en parte a problemas financieros (por ejemplo, dificultades para pagar un crédito de consumo o hipotecario) originados principalmente en la pérdida de empleo o reducción del ingreso laboral. Los resultados también enfatizan el rol del ahorro: individuos que han tenido ahorros para enfrentar la actual crisis han sido menos sensibles a sufrir problemas mentales que individuos similares que no contaban con ahorros.

En el actual contexto de crisis sanitaria, confinamiento y vulnerabilidad financiera es importante que las autoridades provean herramientas que ayuden a los ciudadanos más vulnerables a mitigar los efectos que la pandemia está teniendo en su salud mental.

Urge una mayor provisión de educación financiera que nos permita ajustarnos a nuestra nueva realidad. Distinguir entre necesidades y deseos, generar presupuestos eficientes y cotizar la mejor alternativa de crédito son algunas de las formas en que podemos mitigar nuestra fragilidad financiera de manera de tener una mayor tranquilidad. También urge la disponibilidad de espacios y actividades donde podamos liberar nuestro estrés de manera responsable. Actividades culturales online y oportunidades reales para realizar deporte o caminar al aire libre pueden traer beneficios a nuestra salud mental sin exponernos al coronavirus. Finalmente, urge un acceso igualitario a tratamientos de salud. En Chile, el acceso a la salud mental es un lujo al que solo quienes no tienen problemas financieros pueden acceder.

El mundo ha cambiado afectando nuestros bolsillos y nuestro estilo de vida. Sin embargo, estar en aprietos financieros no significa que debamos renunciar a los pequeños placeres de la vida. No podemos renunciar a nuestra salud física, tampoco a nuestra salud mental. Cuidar nuestro bienestar es responsabilidad de todos: autoridades y ciudadanos.

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