
La vejez de la Patria Joven

En 1964 Eduardo Frei Montalva fue electo en primera vuelta con el 56,1% de los votos. Un fenómeno electoral para una presidencial en la que su partido -la Democracia Cristiana (DC)- fue sin aliados y con un discurso que prometía una tercera vía entre el capitalismo y el socialismo, bajo un rostro humanista y cristiano.
Poco más de 60 años después, el mismo partido acaba de sellar una alianza con su gran rival histórico, el Partido Comunista (PC), con el simple propósito de no desaparecer, haciendo de la frase “la DC gobernará cien años”, que usaban los partidarios de Frei Montalva para mostrar su desmedido optimismo, una triste constatación de que la “Patria Joven” -como se conoció al proyecto democratacristiano en los 60- envejeció mucho más rápido de lo esperado.
Frei Montalva fue electo por una gran mayoría, dado el respaldo de la derecha, que temía la candidatura de Salvador Allende. Así y todo, en las parlamentarias del año siguiente la DC obtuvo el 47,8% de las preferencias. Luego, el gobierno DC decepcionó, su candidato Radomiro Tomic perdió frente a Allende (1970) y llegó el Golpe (1973) que anuló las elecciones por 17 años.
Tras ese negro periodo, nuevamente el país confió en la DC, dándole un segundo aire, con lo que se convirtió en el partido hegemónico de la Concertación, con Patricio Aylwin y Eduardo Frei Ruiz-Tagle siendo electos, en primera vuelta, con 55,2% en 1989 y 60,7% en 1993, y con la DC como el primer partido político del país, con 26% y 27,1% en las elección de diputados de esos años.
Luego vino el sostenido descenso de la DC, la cual no volvió a elegir Presidente y fue cayendo en sus resultados parlamentarios hasta que en 2017 era prácticamente un tercio de lo que fue en 1993, y 2021, cuando llegaron a un paso de dejar de existir como fuerza electoral.
¿Qué fue lo que pasó?
Por una parte está el desgaste natural que produce el poder, y grandes cambios sociales y demográficos que explican que no tenga demasiado sentido un partido confesional en el Chile de hoy, en el que la Iglesia Católica ha perdido gran influjo, en especial en el progresismo. Tampoco ha habido una reflexión doctrinaria que actualice las ideas que lo inspiran; las del viejo Jacques Maritain, un filósofo francés nacido en el siglo 19 y fallecido en 1973.
También hay errores propios muy graves. Los principales descensos en las elecciones parlamentarias fueron en 1997 (-4,4% en relación a la elección anterior), cuando la DC no tuvo candidato presidencial de sus filas (fue Ricardo Lagos), lo que produjo un fuerte sentimiento anti-izquierdista en el ala derechista del partido y una búsqueda casi obsesiva por volver a imponer un candidato presidencial propio. Luego, los grandes descensos en diputados fueron en 2009 (-6,5%) con Michelle Bachelet en la papeleta principal (y Soledad Alvear mirando), en 2017 (-5,3%), cuando apostaron al camino propio con Carolina Goic y 2021, con Yasna Provoste (-6,5%), con lo que llegaron a obtener 3,8% de las preferencias, a un paso de dejar de existir.
Si bien esta alianza con el PC corrige el absurdo del camino propio, desdibuja aún más a la DC, la cual nunca debió alejarse del PS, como lo hizo en 2017 con Goic, con lo que ahora parece una caricatura del MAPU; un partido izquierdizado, recién escindido, pero con la diferencia de no saber cómo ni por qué, o del Partido Radical (PR), como un órgano vestigial de tiempos pretéritos de grandeza.
Francisco Huenchumilla dice que es el PC el que ha cambiado, en un mundo en que ya no existe la Guerra Fría, pero los esbozos de las ideas económicas de Jeannette Jara parecen discutir al propio Maritain, los lazos con Cuba y Venezuela siguen chirriando por todas partes, y no hay una referencia que problematice el carácter irremisiblemente ateo de la doctrina comunista.
Tal vez 2025 no sea el año de la desaparición de la DC, y el partido logre los mínimos para tener una representación parlamentaria, con la ingeniería electoral y el oportunismo que caracteriza a esta época, pero lo difícil será explicar para qué quiere existir.
Por Cristóbal Osorio, profesor de Derecho Constitucional, Universidad de Chile
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