Opinión

Make Chile Fome Again

En su primer discurso como presidente electo, José Antonio Kast se dedicó a abrochar una cuidada estrategia que sostuvo -con más disciplina que talento, todo hay que decirlo- durante buena parte de la campaña: alejarse todo lo posible de las imágenes que lo homologaran a la ultraderecha más vociferante (como la de Trump y Milei) y, de paso, bajar el rating.

Pero tras el arrollador triunfo de este domingo no era poco probable que el humo se subiera a las cabezas de muchos, partiendo por el propio candidato, por lo que las expectativas para su primer discurso eran de euforia, mística y mesianismo. Sin embargo, el Kast que salió a escena no tuvo nada de eso y más bien se dedicó a sostener una conversación pausada, casi letárgica, con una multitud que, sin embargo, lo vitoreaba.

No se trató de un discurso que entrará a los libros de historia por su nivel dramático, intelectual o narrativo y, sin embargo, no dejó de ser una cuidada pieza de acción política.

En efecto, Kast no solo dedicó un momento para pedir silencio y respeto por su contendora, reivindicándola a ella y al rol de las oposiciones, sino que tuvo pasajes en los que hizo lo propio con todos los expresidentes democráticamente electos. Nada de esto cabría, por ejemplo, en la retórica adversarial e histriónica de Javier Milei, quien no solo hizo campaña contra “la casta”, sino que suele apelar a “los zurdos” o “los rojos” como eje del mal.

Asimismo, Kast dedicó un momento para hablar del rol de la prensa, valorando su tarea sin motejarla de ideológica ni prejuzgada políticamente, lo que nuevamente lo aleja de las estrategias de figuras como Trump y la Alt Right norteamericana, que han convertido a la prensa tradicional en blanco preferente de sus ataques, procurando que esta sea percibida por sus adherentes como parte de una oposición política.

En suma, el discurso de Kast el domingo fue un puente entre su condición de candidato y su rol de presidente. Y para hacerlo, no se subió a hombros de gigantes, como Boric; no recurrió a frases marqueteras e hiperbólicas, como Piñera, ni a una conexión emotiva con la audiencia, como Bachelet. Habrá que ver si todo es parte de una genuina distancia, de una estrategia o solo fue por el cansancio de una larga y extenuante maratón electoral.

Por Camilo Feres, director ejecutivo de Descifra.

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