
Punto de inflexión

En dos meses, las expectativas han cambiado y buena parte del optimismo generado por el triunfo de Gabriel Boric se esfumó. En rigor, desde el retorno a la democracia no existe otro presidente cuya desaprobación haya aumentado en esta magnitud y rapidez. El gobierno ha cometido muchos errores y desaciertos, pero no tanto como para explicar un deterioro de estas dimensiones. Las razones del declive parecieran responder a cuestiones más profundas.
Una de ellas fue la ilusión de que la violencia política y los problemas de orden público empezarían a mejorar con un gobierno de izquierda; hoy las cosas están cada vez peor, la situación en la Macrozona Sur se agrava día a día, los enfrentamientos entre bandas rivales son noticia cotidiana y la delincuencia alcanza ribetes inéditos. En las últimas horas, la casa de la ministra de Defensa fue robada con su familia presente y un integrante del equipo de seguridad presidencial fue asaltado, secuestrado y baleado.
El otro factor que explica el rápido desfonde es la inflación, un derrotero que golpea duro a los más pobres, más el alza en las tasas de interés, que afecta a las personas acostumbradas a vivir del crédito. Velozmente, la gente está descubriendo el fin y los efectos del exceso de liquidez, con un gobierno que decidió cerrar las puertas a un nuevo IFE y a los retiros de fondos previsionales.
En este cuadro, el Presidente Boric ha optado por dos esfuerzos complejos: al parecer, entiende que mostrar soluciones a los problemas de orden público es clave para la viabilidad de su administración y, también, para la victoria del Apruebo en el plebiscito del 4 de septiembre. Porque a estas alturas es innegable que las curvas de desaprobación al gobierno y al trabajo de la Convención van de la mano, y que la actual crisis de expectativas está golpeando a ambas. El otro desafío es el compromiso nítido con la responsabilidad fiscal, es decir, no vacilar frente a ninguna tentación populista en materia de gasto en las actuales circunstancias.
Esta aparente convicción presidencial sería lo que explica que los principales nudos de gestión -seguridad pública e inflación- hoy estén en manos de una “dupla socialista”: el subsecretario Monsalve y el ministro Marcel, vinculados a una centroizquierda con décadas de experiencia en el poder y en periodos difíciles. Aquí estaría también la razón de por qué el PS defiende con ahínco la necesidad de responder con fuerza al agravamiento de los problemas de seguridad. Y en paralelo, por qué la responsabilidad fiscal impuesta por Marcel sigue siendo el marco que da viabilidad a las reformas en el mediano y largo plazo. Ambos aspectos son los que han abierto una creciente fisura entre el PS y sus aliados de Apruebo Dignidad, confirmando como nuevo factótum al eje articulado por el ministro Marcel y el subsecretario Monsalve.
Lo relevante, lo significativo, es que hoy el Presidente parece jugado por este diseño y sus principales actores. Con todos los riesgos que ello implica.
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
1.
2.
4.
Este septiembre disfruta de los descuentos de la Ruta del Vino, a un precio especial los 3 primeros meses.
Plan digital + LT Beneficios$3.990/mes SUSCRÍBETE