Testeo y trazabilidad



Por Alexander Galetovic, senior fellow UAI, y Antonio Díaz-Araujo, gerente general de Unholster

Dos hechos del Covid-19 son incontrovertibles. Primero, es una enfermedad altamente contagiosa en ambientes cerrados y mal ventilados. Segundo, el personal médico es escaso y su riesgo de contagio es mucho más alto.

Se dice que hay que testear y trazar a los contactos de los contagiados. Sin embargo, no lo hemos hecho; la información no se usa para controlar el riesgo de contagio, ni para aislar en cuarentena a los contagiados.

Implementar el testeo masivo tomaría un par de meses. El punto de partida es el personal médico, pues cada vez que se contagia un paramédico, una enfermera, un médico o un becado, el límite de capacidad está más cerca. Sin personal médico para operar las máquinas y cuidar a los pacientes, de poco sirven testeos, trazabilidad o camas críticas.

La idea es simple. El personal médico debería ser testeado con alta frecuencia, con o sin síntomas. Los contagiados deberían aislarse en cuarentena, seguramente en residencias sanitarias; los contactos de los contagiados deberían ser trazados y los contagiados también aislados; y así sucesivamente. Para trazar a los contactos la información se debe recolectar centralmente y usarse para alertar a quienes estén en riesgo.

Buena parte del trabajo consiste en sustituir la captura manual de datos en Excel y los sistemas de información desarrollados por cada consultorio, clínica y hospital, por uno centralizado, estandarizado e integrado. Los resultados de testeos y encuestas se ingresan en terreno mediante una aplicación y se envían a una plataforma central que responde con instrucciones. Una instrucción puede ser, “usted está contagiado y debe aislarse en cuarentena”; o bien “vaya a testearse porque estuvo cerca de una persona con Covid-19”.

Las instrucciones no son sugerencias. El sistema integrado monitorea el testeo frecuente y, detectado un contagiado, inicia un procedimiento para que pase su cuarentena en una residencia sanitaria. También, los pacientes que testean positivo son referidos según su gravedad. Y el sistema tramita la licencia médica del enfermo y monitorea el cumplimiento de la cuarentena.

Sería deseable extender este sistema a toda la población, pero primero se debe implementar con el personal de salud. Luego se debería agregar a los cuidadores de ancianos (el riesgo de muerte de un anciano es de magnitud mayor), a quienes viven con personas en riesgo, y finalmente a las empresas y el resto de la población.

La privacidad requiere del consentimiento de las personas. La información debería permanecer anónima y una ley debería regular la forma en que ese consentimiento se debe dar, quiénes y cómo pueden ver la información, quiénes monitorean su uso y quiénes monitorean su destrucción. Pero todo tiene que ocurrir rápido. De lo contrario, la descoordinación causará el colapso del sistema de salud. Si no trazamos a los que más necesitamos, esto va a ser más duro aun.

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