
¿Una estrategia? ¿De desarrollo?
Las organizaciones necesitan una estrategia para desarrollarse. Ello es claro en el caso de las empresas, pero ¿necesitamos una estrategia país?
A nivel empresarial, para definir esa estrategia algunas definen una misión o un propósito asociado a su quehacer productivo. Esta “planificación estratégica” permite definir planes de acción de corto y mediano plazo coordinados por esa idea fuerza. Tesla señala que su misión es “acelerar la transición mundial hacia energías sustentables”. Suponiendo que esta misión refleja una legítima necesidad social, ¿puede Tesla lograr su propósito por si sola? No, porque la transición energética requiere la movilización de muchos más recursos que la sola voluntad de una empresa.
Derechas, centros e izquierdas difieren respecto de hasta qué nivel se debe pensar una estrategia. Hay un degradé de preferencias desde algunos en la derecha que creen que la única estrategia deseable o posible es a nivel empresarial. A escala social, en esta visión el mercado coordina la suma de esas estrategias a través del mecanismo de precios. En el otro extremo, algunos en la izquierda no conciben que el Estado no planifique e imponga esto a los privados. Su desconfianza en el mercado los hace rechazar cualquier rol coordinador del sistema de precios.
Entre estos dos polos, ¿cómo desarrollar una estrategia de desarrollo país que sea eficaz y no un volador de luces? Ello depende de dos cosas: (a) la calidad de la solución de mercado para coordinar decisiones empresariales y (b) la calidad de la política pública y las agencias que las implementen. Hay mercados que funcionan bien, sin asimetrías, que son competitivos y nadie los manipula. ¿Cuántos hay así? Muchos, pero no todos. Hay entidades públicas de calidad que pueden llevar a cabo planes complejos. Así, a nivel país, uno debe buscar una mezcla de coordinación mediante mecanismos de mercado -donde las empresas planifiquen descentralizadamente– y mecanismos de coordinación vía política pública. La intensidad con que se use uno u otro mecanismo depende del mercado que se trate y la política pública. La solución es selectiva, no generalizada del tipo “solo mercado” o “solo estado”.
Los países más exitosos toman distancia de los extremos y de alguna forma, dan al Estado algún rol en la definición estratégica. Esas definiciones difieren en cobertura e intensidad según el país. Aunque se puede perfeccionar mucho, Chile tiene una tradición en la que el rol del mercado es y será dominante. El lado débil en Chile son las capacidades estatales. En el contexto de servicios civiles de gran calidad, en Australia existe el Australian National Outlook, en Noruega el Fondo Soberano participa en inversiones estratégicas y en casi todos los países hay mecanismos de promoción y financiamiento de inversiones complejas.
La reforma del Estado, incluyendo la creación de nuevos instrumentos como la AFIDE, es un paso necesario para recuperar la capacidad de crecimiento inclusivo en Chile.
Por Guillermo Larraín, FEN Universidad de Chile
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