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Profesora en cuarentena: "Los padres deben hacerse conscientes del trabajo que hay detrás de cada clase"

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Todas las semanas, de lunes a viernes, Antonieta Schmessane (60) se levanta sagradamente a las 7 a.m. para prepararse para su clase virtual. Es profesora de un colegio del sector oriente de Santiago y desde que está en cuarentena, su ritmo de trabajo no solo no ha disminuido, sino que, según ella, incluso ha aumentado. "Fue un cambio muy fuerte. Estábamos trabajando de una manera y de repente, en 24 horas, tuvimos que rediseñar todas las estrategias pedagógicas para asegurar la continuidad del aprendizaje a los niños", cuenta.

Dice que uno de los mayores cambios es que ahora tienen encima no solo a los alumnos, sino que también a los padres y apoderados. "Desde quinto básico en adelante los niños son más autónomos y pueden trabajar solos, pero antes de eso necesitan que los padres estén con ellos. Y ahí hemos tenido un conflicto, ya que muchos papás, aunque estén en sus casas, siguen trabajando y no tienen tiempo para dedicarle al colegio. Aun así, en todos los niveles sabemos que cuando nos conectamos en esta especie de sala virtual, no nos conectamos solo con nuestros alumnos, sino que con toda la familia. Mientras les hablas a los menores, perfectamente puede estar al lado escuchando la mamá o el papá, y eso obviamente le suma una presión que en la sala de clases no tenemos. Es como que estamos en el ojo de todos", agrega.

Justamente esta presión hace que el grado de frustración entre sus compañeros de trabajo sea alto. Pero dice que entre todos se han ayudado, especialmente a los que no manejan tanto la tecnología, porque antes de esta situación no había mucha experiencia de trabajar a distancia con los niños. "Aunque ha sido difícil, creo que todo esto ha hecho que se valore más nuestro trabajo. Y no solo de parte de los papás, también de las niñas y niños. Ellos nos dicen que quieren volver al colegio, que no es lo mismo verse a través de una pantalla. Y es que, si bien podríamos lograr con el tiempo pasar todas las materias que nos piden desde el Ministerio, el colegio tiene otras experiencias que se pierden estando distanciados físicamente. Los contenidos no son lo único importante".

La clase de Antonieta parte a las 8:15 a.m. "Cuando parto la clase están todos conectados, y eso para mí es una maravilla, porque habla del lazo que tenemos, de la importancia que tiene para los niños estar en contacto con sus compañeros y con nosotros los profesores. Por eso siempre partimos preguntándonos cómo estamos, cuál es la situación de cada uno. Intentamos que la clase virtual se parezca a la que tienen en la sala del colegio. Algunos hacen bromas, les dicen a los otros que se saquen el pijama. Se generan muchas situaciones simpáticas", cuenta. Y agrega, bromeando, que también está el que trata de sacar la vuelta, "así que les pido a todos que tengan el computador prendido con cámara y micrófono, así los puedo estar mirando, si no, no sé si se fueron a ver tele".

Los contenidos y los horarios también se han modificado. "No pretendemos ser estrictos con el plan que armamos, ya que esto se va modificando a diario porque estamos todos aprendiendo", cuenta. Esto porque Antonieta sabe que la realidad del colegio donde trabaja es muy distinta a la del resto del país. "Acá todos los niños tienen computador y conexión a Internet, pero no necesariamente es así en todos los casos. Es por esto que el Gobierno debería implementar otro tipo de tecnología, como lo han hecho en otros países, donde las niñas y niños tienen clases por televisión, por ejemplo. Y es que es en estas situaciones donde se ve la gran brecha que existe en la educación".

No está segura aún cuánto contenido van a alcanzar a pasar antes de que los niños salgan de vacaciones. "Eso para nosotros fue otro golpe, porque llevábamos casi un mes intentando que este nuevo sistema funcionara y cuando empezamos a acostumbrarnos, nos pusieron vacaciones. Lo importante es que estemos cerca de los niños, que ellos puedan conversar con su curso, con su profesora jefe y reflexionar sobre la experiencia que estamos viviendo. Porque los menores también están estresados con todo esto y el colegio para ellos es una instancia en donde habitualmente se desahogan y recargan energías. Intentar mantener eso ya es un aporte, independiente de cuántos contenidos queden fuera", admite.

Y concluye: "Ha sido súper importante darnos cuenta de que existen otras formas de aprendizaje. Yo particularmente me he sentido presionada por tener que preparar todo de nuevo. Es harto trabajo, al que hay que sumarle nuestros roles en la familia, porque además somos madres, abuelas, hijas. Esto nos ha afectado a todos, pero siento que tenemos que tomarlo como un aprendizaje. Los padres deben hacerse conscientes de todo el trabajo que hay detrás de cada clase y nosotros de las complejidades que se les han presentado a ellos al tener que combinar su trabajo y el acompañamiento de los hijos en estos planes de estudio virtual. Creo que la clave es que todos nos pongamos en el lugar del otro y seamos empáticos para que esto funcione de la mejor forma posible".

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