El amor después de los 60




“En una entrevista que leí de la animadora de televisión Francisca García-Huidobro, le preguntaban por qué estaba sola, si es que quería tener pareja o no. Allí dijo algo que me hizo mucho sentido: que ella, en realidad, no necesita a nadie porque tiene su vida resuelta, pero que estaba abierta a la posibilidad. Fran trabaja, viaja, sale sola, se mantiene y no necesita a nadie. Yo tampoco. Aún así, estoy abierta a que llegue un compañero que te aporte, no en lo económico ni en lo logístico, sino para estar juntos y querernos. El problema es que cuando los hombres nos ven independientes y autosuficientes, sienten que no pueden encajar dentro de nuestras vidas bajo el clásico estereotipo del proveedor.

Como yo misma lo he experimentado conociendo a nuevas personas, cuando te muestras como libre e independiente, a muchos hombres les incomoda y termina siendo un punto de inflexión. Ellos quieren sentirse indispensables, importantes o proveedores de algo esencial en nuestras vidas, quieren ser admirados y cuando eso no ocurre, toca mostrarles que hay cosas que podemos compartir en común, no jerárquicas, y que no tenemos por qué repetir esos patrones. En definitiva, que sí está el espacio en nuestras vidas para que entren ellos. Y mostrárselos, los reasegura, les da confianza.

Tengo 67 años, ya no soy una lola y he tenido varios pololos, pero igual digo que nunca es tarde. No he cerrado la puerta. Me siento joven y vigente. Además, qué rico compartir aquellas cosas que sí puedo hacer sola, pero con ese otro que amo, como el deporte o la cocina. La piedra de tope es cuando veo que los hombres, por más viejos que sean, siguen muertos de susto. Temerosos al rechazo. De hecho, hace poco me presentaron a un señor, que no alcancé a conocer en persona, pero que cuando hablábamos por teléfono, me contaba de todas sus enfermedades para que supiera cómo era él, según sus palabras. En el fondo, me quería preparar para lo que iba a conocer, todo por sus inseguridades. Creo que esto tiene que ver con algo generacional. Dentro de los pocos pretendientes que eran más jóvenes que yo, sentía que eran más audaces. No se preocupaban tanto de qué iban a aportar en mi vida, sino que de pasarla bien conmigo, de conquistarme”.

¿A través de qué medios se encuentra el amor a los 60?

“La época en la que me separé fue muy dura para mí porque estaba muy enamorada del que en ese entonces era mi marido. Mi familia, al verme tan mal, estaban muy preocupados y sin que yo supiera, me encontraron pololo. Para el bautizo de la hija de mi prima, me eligieron a mi de madrina y a un apoderado del curso de su hija mayor, que recientemente se había separado, como padrino. Nos conocimos y enganchamos, fue muy bonito y conversado. No me presionó y me esperó. Si bien eso terminó, la vida me llevó, sin que yo lo buscara ni esperara, a conocer a otros hombres con quienes me emparejé y llevaba una vida tranquila y familiar.

Por mucho tiempo me hablaron de Tinder, pero le hacía el quite porque sentía que no iba a poder tener la intuición para percibir desde las fotos que aparecían en sus perfiles o de lo poco que hablan por el chat cómo eran realmente. Hasta que después de un quiebre amoroso, entré. Me hice un perfil en Tinder y en Happen, pero no me ha resultado tanto. He tenido tres o cuatro citas, pero no he enganchado. Y es que hay mínimos que no estoy dispuesta a transar porque lo que yo quiero es un compañero, no un touch and go, como dicen los jóvenes. En mi experiencia teniendo citas, he visto que hay dos tipos de hombres de 60 años: los que están más tranquilos porque ya han vivido y la han pasado bien, que quieren tener una compañera con gustos similares y los que buscan mujeres de 35 o 40 años para tener algo pasajero.

En una cita, donde en las fotos que puso en la aplicación se veía muy buen mozo, llegué un poco después que él y cuando entré y lo reconocí, me di cuenta de que no me gustaba para nada. ¡Me quería ir corriendo! Me estaba dando la vuelta y me reconoció, así que no me podía ir así nomás. Me senté en la mesa, fui cordial, le conversé, pero llegó un minuto en donde ya me quería ir arrancando. Le dije que tenía que ir a dejar a mi hija a una fiesta y me fui. Lo que pasó fue que, al igual que muchos otros hombres de mi edad que ocupan aplicaciones de citas, ocupó fotos demasiado distintas a la realidad. Cuando lo vi en persona, me di cuenta de que, además, estaban photoshopeadas”.

La búsqueda continúa

“No ha sido tan fácil porque tengo mis inseguridades. Hay veces en que siento que soy muy seria y que a lo mejor necesito ser más coqueta, abrirme un poco más, demostrar que sí tengo abierto mi corazón y dejar de poner una barrera que sólo se va y permite que me abra realmente cuando me conquistan. Y es que he entendido que hay hombres un poco más fríos o que incluso esperan que las mujeres den el primer paso, y eso es algo que yo no hago porque no me atrevo. Me da inseguridad también mi cuerpo, que no es el mismo que cuando era más joven, aunque sé que a muchos en realidad no les importa tanto. Una siente muchas inseguridades y yo creo que sí las demuestra. La mía es esa, me da miedo que no me tomen en serio y por eso pongo barreras.

Me ha pasado que no me toman en serio. Y ha sido porque yo lo he permitido. Lo permití con un hombre que me gustó mucho desde el principio, pero que no demostraba interés por ser exclusivo conmigo ni con mantener una relación seria. Y le permití eso porque sentía que podía “arreglarlo” y tenerlo más tranquilo a mi lado. No fue así y por ocho meses estuve a su disposición y cuando él quería salir, yo aceptaba. A veces estábamos un mes entero juntos y otras veces no me llamaba en quince días. Se me fue todo el orgullo y lo aceptaba cada vez que me llamaba.

Y en realidad, ese tipo de relaciones no es lo que yo siempre he buscado. Para mí es muy importante la vida familiar, compartir entre todos y crear lazos. En tres de mis relaciones ha ocurrido así. Con mi última pareja, con quien estuve 12 años, nunca logré que sus hijos tuvieran afinidad con los míos o conmigo y eso es algo que yo creo que afectó nuestra relación. Me dolía porque él no podía entender que sus hijos también son parte del paquete, al igual que mis hijos del mío. Yo quería formar una familia. Jamás reemplazar la figura materna, pero sí tener buena onda y un lazo de confianza. Y eso es lo que quiero y espero para mi vida”.

Blanca tiene 67 años y sigue buscando el amor.

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