¿Qué rol están jugando los niños en esta crisis sanitaria?

Un perro puede pasear hasta una hora diaria, pero los niños no pueden asomar ni media nariz a la calle. Esa diferencia en los permisos de salida durante la cuarentena causó revuelo entre padres y educadores en España, y motivó a la psicóloga y pedagoga Heike Freire a exigir al Gobierno, con una petición que lleva casi 50.000 firmas en change.org, dejar a niños y niñas "estar al aire libre, recibir la luz del sol, jugar y moverse de manera ordenada sin poner en peligro la salud pública".
La petición española no surgió de la nada. En otros países europeos como Holanda, Alemania, Bélgica e Italia, en periodos de cuarentena sí permiten a los niños y niñas "salidas indispensables para el equilibrio de la infancia", manteniendo la distancia y evitando todo encuentro. La cantante Shakira se sumó a esta preocupación y expuso en su Instagram la importancia de poder brindarle unos momentos de aire puro y luz del sol a aquellos niños que están encerrados sin espacio exterior ni balcón, con el objetivo de cuidar su salud mental.
Aunque para algunos pueda sonar razonable, la medida está lejos de tener una opinión consensuada. De hecho, causa polémica y tiene detractores acérrimos en redes sociales; una parte de la población cuestiona que esta necesidad de los niños sea prioritaria ahora, y teme que flexibilizar su salida solo agrave la crisis sanitaria que se vive en Europa.
Esta no es la única disyuntiva que ha surgido frente a los niños en la pandemia. En Chile existe una profunda preocupación por una generación que corre el riesgo de perder el año escolar, y se cuestiona aquellos colegios que no están poniendo sus energías en una tele-educación realmente efectiva. En la vereda contraria están los padres que se quejan de guías interminables y una excesiva carga académica que estresa y agobia a los niños en un momento difícil, y que intenta a toda costa preservar una normalidad que ya no es tal.
¿Están los niños y niñas siendo realmente escuchados en esta pandemia? ¿Cuáles son sus necesidades reales? Josefina Martínez, Rossana Culaciati y Magdalena Oyanedel, parte del equipo de psicólogas infantiles y terapeutas de juego Metáfora, aclaran las necesidades fundamentales de los niños en tiempos del Covid-19.
¿Qué rol están jugando los niños en esta crisis?
Los vemos como vehículos portadores del virus, como entes que sobrecargan a los padres y como niños que tienen que seguir siendo educados. Que se estén instalando discusiones sobre ellos es valioso, porque nos permite empezar a poner temas sobre el tapete y a comprender a los niños en esta crisis.
La OMS recomienda al menos una hora diaria de paseo para los niños. ¿Transgrede este aislamiento sus derechos y necesidades básicas?
En una situación de emergencia los derechos se ven restringidos por un bien mayor y eso resulta un desafío gigante para todos. Efectivamente es muy complejo para los niños estar en espacios de confinamiento o hacinamiento, pero es una decisión que tiene que ver con resguardar la vida. Para pedir que los niños puedan salir se requiere de una madurez de la población y una cultura cívica que ha quedado demostrado que no tenemos. Por otro lado, simplificamos el problema; ¿las necesidades de los niños se resuelven por salir a dar una vuelta? ¿Esa necesidad es del niño o del adulto que quiere que bote energía y se comporte mejor en la casa? Quizás el mayor aporte no es tratar de cambiar esto que se nos impone, sino más bien sostener el encierro de un modo que sea lo menos perjudicial para los niños. Los niños necesitan salir y entrar en contacto con la naturaleza, pero tenemos muchos recursos para explicarles y ayudarlos a procesar por qué ahora es importante quedarse en la casa.
Es parte del aprendizaje.
Y es un aprendizaje enriquecedor. Porque tenemos una oportunidad maravillosa de generar empatía, y una real, hacia el nosotros. Es una posibilidad para que aprendan de muy pequeños que existen necesidades y deseos que pueden posponer en pro de un bien común, que el restringirse puede ser un acto tremendo generosidad. Los niños tienen herramientas para procesarlo y entenderlo, y cuando uno entiende algo puede sobrellevarlo mejor. Hay una dificultad de nuestra cultura para darse cuenta que ellos son capaces de entender y tienen derecho a que se les expliquen las cosas. Y no solamente es enseñarles, sino que aprendamos nosotros también con ellos, como comunidad.
Me llama la atención el gran temor que existe a perder el año académico.
Los adultos nos ponemos nerviosos con el tiempo de ocio de los niños. Estamos encerrados en nuestras casas tratando de seguir funcionando igual como lo hacíamos cuando no estábamos encerrados. Seguimos presos del paradigma de la productividad, de querer seguir produciendo como si estuviéramos en condiciones normales. Y la verdad es que nadie está pudiendo rendir como se rendía antes. ¿Qué pasa si pierden el año? ¿Qué es perder el año? Hay que abrirnos a esa pregunta. Los niños de este tiempo no van a recordar lo que aprendieron sobre historia o matemática, están aprendiendo cómo enfrentar esta situación de crisis. Y mientras eso no se ajuste, somos los papás y las mamás quienes tenemos que relevar la voz de los niños en este terreno. ¿Qué es mejor en este momento para mi hijo? Esa es la pregunta que tenemos que hacernos.
¿Cuál es la importancia del ocio en este confinamiento?
Es muy importante. Le tenemos miedo al ocio, sobre todo de los niños, pero jugar es necesario y es importante darle un espacio. Permitirles que jueguen libremente, y, ahora que podemos, detenerse a mirar a qué juegan, darnos el espacio de sorprendernos de ellos. Algo lindo que se ha dado en cuarentena es que se han vuelto a rescatar juegos sencillos. Como ya no se puede salir a comprar las burbujas que vienen listas, las hacemos en la casa con detergente. Volvimos a las adivinanzas, a las escondidas, a construir juegos. Esta también es una oportunidad de rescatar lo simple.
¿Qué necesitan los niños de nosotros en momentos como los que estamos viviendo?
Es importante preguntarles y escuchar a los niños respecto a cuál ha sido su experiencia en cuarentena. Abrir con ellos el diálogo a la rabia, la frustración, el miedo, la angustia, ya que eso tiene un impacto en cómo nos relacionamos y a los niveles de tolerancia que tenemos. Porque la frustración que los adultos sentimos de no poder tener la libertad y el espacio de descanso de antes, es muy similar a la que están viviendo los niños. Por otra parte, ellos tienen derecho a estar informados de lo que está ocurriendo, obviamente acorde a su edad. En Noruega y Nueva Zelanda hicieron ruedas de prensa para que las altas autoridades respondieran preguntas exclusivas de los niños y niñas. Como sociedad, tenemos que ir desarrollando la capacidad de escucharlos, de tener una mirada de infancia distinta, respetuosa, validadora. El encierro no es necesariamente un aislamiento. Los niños pueden estar encerrados, pero lo importante es que no estén olvidados.
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