La otra población de riesgo: "Nadie debe sentirse seguro hasta que no haya sobrevivido"
En medio de la crisis mundial por el Covid-19, dos reconocidos inmunólogos chilenos radicados en Estados Unidos buscan poner el foco en grupos de riesgo que podrían estar siendo invisibilizados: personas con patologías tan comunes como la rinitis o enfermedades gastrointestinales pueden tener más susceptibilidad al virus. También las que han estado expuestas a incendios forestales o a calefacción con parafina o kerosene.

"Nadie debe sentirse seguro hasta que no haya sobrevivido", dice, tajante, Ricardo Sorensen, inmunólogo chileno y autoridad en el tema de las deficiencias del sistema inmune que predisponen a infecciones. Ejerce en Estados Unidos hace más de 40 años y en marzo de este año, debió suspender cuatro conferencias que tenía planeado dar en Viña del Mar. A cambio, está confinado en su casa en Washington, guardando estrictas medidas de precaución para aplanar la curva en un país que lleva más de 525.000 contagiados y 20.500 muertos por Covid-19, y que actualmente tiene el récord mundial de 2.000 decesos por el virus en 24 horas.
En la misma ciudad vive Rodrigo Hurtado, otro inmunólogo chileno y alergólogo que está pronto a cumplir cinco décadas ejerciendo en Estados Unidos, y que también suele viajar a Chile a dictar conferencias. Ambos, colegas y amigos –con reconocidas trayectorias en esta rama de la medicina– están preocupados. Creen que la susceptibilidad de cada individuo a la enfermedad podría estar subvalorándose; porque no solo son aquellas personas más añosas o con enfermedades de base o crónicas como hipertensión, diabetes, obesidad, las que están más expuestas a tener una reacción más grave. "También existen otros factores que aumentan el riesgo de enfermarse gravemente, y que son frecuentes en la población, como patologías gastrointestinales, dermatológicas, autoinmunes, reumáticas o neurológicas", dice Hurtado, profesor asistente en la Universidad de Georgetown y diplomado del American Board of Allergy and Immunology.
"Hay muchas condiciones que aumentan el riesgo de enfermedad a toda edad, porque debilitan el sistema inmune como parte de la enfermedad misma, o porque requieren tratamientos que lo deprimen cuando está atacando a su propio cuerpo", añade Sorensen, quien también es profesor de la Universidad Estatal de Luisiana (LSU), presidente y director ejecutivo de la Red de Inmunodeficiencias de Luisiana, y fundador y primer presidente de la Sociedad Latinoamericana de Inmunodeficiencias.
En esa línea, los especialistas ponen como ejemplo más común a aquellos pacientes con tratamientos que se han basado en corticoides orales por períodos muy prolongados, que son medicamentos que suelen utilizarse en enfermedades inflamatorias, alergias o patologías autoinmunes. "Aunque los corticoides orales sirven mucho –porque logran bloquear ciertos mecanismos descontrolados del sistema inmune que están causando daño e inflamación– hay un precio que se paga", dice Sorensen. "Pues también afectan algunos componentes necesarios de nuestra inmunidad y aumentan la susceptibilidad a infecciones", añade. Por eso, personas que en el corto o mediano plazo han tenido tratamientos de este tipo, deben tener especial cuidado.
Para Hurtado, una mención puntual –y que ha sido hasta ahora pasada por alto– merecen las alergias respiratorias, como la rinitis, asma bronquial y alveolitis, cuya prevalencia llega al 20% de la población, e incluso más. Este tipo de patologías, comenta Hurtado, debilitan las barreras de las mucosas y también impiden la función de eliminación de partículas y gérmenes. ¿Cómo haría eso más susceptible a una persona de contraer coronavirus? Primero, porque al tener las vías respiratorias más congestionadas con secreciones, se provoca un ambiente propicio para anidar nuevos virus. Y la combinación de dos a más virus, o de virus más bacterias, agrava toda infección respiratoria. Segundo, porque la inflamación de las vías respiratorias suele ser provocada por la contaminación ambiental, a través de elementos particulados pequeños, lo que se traduce en la activación de moléculas que permiten a los virus adherirse a las células del sector. Además, el tejido respiratorio inflamado de por sí, ya sea por alergia o contaminación, impide producir algunos elementos antivirales para protegernos.
Por otra parte, el especialista pone énfasis en las disbiosis gastrointestinales, considerando que se ha visto que el intestino tiene una relación totalmente estrecha con el sistema inmune: muchas enfermedades inflamatorias tienen como base un intestino debilitado, con paredes intestinales deterioradas. De ahí que la alimentación es un factor clave en la prevención, comenta Hurtado.
"Definitivamente también hay que tener cuidado con las enfermedades respiratorias propiamente tales; con todas las afecciones crónicas o recurrentes del pulmón, el daño de los bronquios que tienen los fumadores, de cigarrillos de tabaco o cigarrillos electrónicos, y el daño del pulmón que afecta a profesiones que inhalan gases que pueden provenir de la combustión diésel, pinturas y barnices", añade el inmunólogo. E incluso más. Se ha visto que las secreciones bronquiales cambian en pocos minutos cuando se inhalan derivados del petróleo, por ejemplo parafina y kerosene, ambos combustibles muy usados en la calefacción en Chile.
En forma especial, recomienda Hurtado, debe protegerse a poblaciones expuestas a incendios forestales que causan un daño permanente a los bronquios. Una arista súper relevante teniendo en cuenta que han habido 7.384 incendios forestales entre 2019-2020 en Chile, según la CONAF, siendo la Región del Biobío la más afectada (2.512), seguida por la Araucanía (1.665), Maule (1.032), Valparaíso (559) y Ñuble (428).
Prioridades tras la pandemia
Esta pandemia, dicen los doctores, se podrá dominar para volver a una vida e interacción social normal, pero hay muchas herramientas de control que faltan para que eso suceda a corto plazo. Una prioridad debiera ser la identificación confiable, rápida y al alcance de todos de la presencia del virus en las mucosas de la vía respiratoria, que servirá para identificar a personas asintomáticas que pueden estar colonizadas y transmitir el virus.
¿Pero qué ocurrirá con aquellos que ya hayan padecido el virus? ¿Seguirán contagiando? Los especialistas indican que la eliminación de un patógeno de la vía respiratoria alta es compleja, especialmente porque la penetración de anticuerpos hacia las mucosas es pobre. Es decir, un virus puede permanecer allí mucho tiempo y además es difícil medir su desaparición. No se sabe si un portador que ya superó el Covid-19 puede seguir contagiando. Por eso es esencial la medición y la búsqueda repetida del virus por meses, para asegurarse de que ya no es detectable.
Y eso cuesta dinero. "Las medidas necesarias para contener una pandemia son costosas y solo los países con una estructura social ordenada, autoridades preocupadas por la salud de todos, y una economía sólida, podrán ser efectivos", dice Ricardo Sorensen. Tanto él como Hurtado ven desde Washington con buenos ojos las medidas que está tomando el Gobierno en Chile. "Pero lo esencial para poder controlar esta pandemia será -además del hallazgo de una vacuna que todos estamos esperando- la disciplina social. Es decir, el compromiso irrestricto de las autoridades y de cada habitante por su salud y la del resto. La protección de la salud general por sobre los intereses de algunos pocos", comenta el inmunólogo, quien añade que es totalmente plausible pensar que aparecerán nuevos coronavirus capaces de infectar al ser humano en el futuro. "Las lecciones de esta pandemia debemos aprenderlas e incorporarlas rápido", comenta.
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