Terapiarse a través de la voz
Cómo el canto, la repetición de sílabas o mantras, y los ejercicios vocales pueden convertirse en herramienta de sanación.

En la vida de Valentina Moyano, la música estuvo presente desde que era muy niña. Siempre cantaba y bailaba, y solía grabar cassettes con improvisaciones y canciones propias, o covers de bandas que admiraba. Cuando tenía 20 años comenzó a trabajar como cantante en eventos, presentaciones y obras de teatro, mientras que al mismo tiempo estudiaba música, canto y también psicología.
Pero a los 23 años, su voz comenzó a estar más grave de lo normal, le costaba llegar a los agudos y tenía mucha fatiga vocal. El diagnóstico fue lapidario. “Me dio una hemorragia en una cuerda vocal, que es lo peor que le puede pasar a una cantante”, cuenta. Los doctores le dijeron que era muy probable que no pudiera volver a cantar y, como parte del tratamiento, debía estar completamente muda durante cinco meses, a la espera de que se reabsorbiera y no quedara cicatriz.
“Empecé a hacer todo para sanarme. Busqué terapias alternativas, cumplí a cabalidad la indicación de no hablar -me comunicaba por señas o por mensajes escritos-, no comía picante, no tomaba alcohol. Ni tampoco el agua muy caliente o muy fría”, cuenta Valentina, a propósito de esos tiempos que fueron de mucha introspección.
En el proceso la acompañó una profesora de canto, Cristina Gálvez, quien le enseñó a ver la voz como herramienta de sanación. Entonces Valentina indagó en la sonoterapia (terapia a través del sonido) y los cantos ancestrales. Después de cinco meses en silencio, estudiando, aplicando nuevas técnicas vocales y también entendiendo por qué le había pasado esto -más a nivel espiritual- poco a poco logró cantar de nuevo. La hemorragia había sanado.
Ya titulada como psicóloga y decidida a ayudar a otros a sanar a través de la voz, se fue a San Francisco, California, a estudiar un magíster en Salud Integrativa con mención en Sonoterapia, y además se formó en Yoga de la voz. “La voz es tu instrumento original y su poder es el de la vibración. Su uso nos energiza o nos calma, pues funciona como un adaptógeno. Por ejemplo cuando nos pegamos y exclamamos ‘¡ah!’, o si dudamos de algo y decimos ‘mmm’, estamos produciendo vibraciones en nuestro organismo que nos ayudan a regularnos. Es como un masaje sonoro que repercute a nivel físico, mental y emocional”, añade Valentina, quien comparte sus conocimientos y los talleres que ofrece en su cuenta de Instagram @alquimiadelavoz.
En los cursos, sesiones terapéuticas y acompañamientos -virtuales o presenciales- que realiza, Valentina Moyano integra la psicología, el yoga de la voz, ejercicios de sonoterapia, cantos ancestrales y mantras, entre otros. Así, los asistentes comienzan a sentir cambios en su vida. Los beneficios son muy amplios, explica la terapeuta, y van desde efectos fisiológicos como mejorar el flujo vascular y regular la frecuencia cardíaca, o mejorar la oxigenación y capacidad de desintoxicación del organismo, hasta lograr sanación y transformación en un nivel emocional y espiritual.
Lo anterior se explica, entre otras cosas, por la liberación de óxido nítrico que se produce al vibrar ciertas sílabas, consonantes o frases. Éste óxido es una molécula de gas fundamental para la vida y el funcionamiento del organismo, que repercute en mejorar la vitalidad celular. “Además, disminuye la ansiedad y el estrés, aporta mayor claridad mental, y disminuye los estados de depresión, ya que equilibra el sistema nervioso autónomo. La música en general es una gran conectora de la mente, el cuerpo y el espíritu. Nos integra”, apunta Valentina.
“Todo es energía y esta es una transformación energética. Estamos sanando a través de las vibraciones, ocupando diferentes frecuencias. A través de la voz entras en un espacio expansivo de conciencia, te conectas con la fuente, contigo, con tu corazón, con tu esencia. Y desde ese lugar de completa unión, sanas”, concluye.
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