Las megatendencias económicas mundiales

A inicios de los '70, ya estaban en gestación las principales megatendencias observadas en la economía mundial durante las décadas siguientes. Hoy varias de ellas se han afianzado y todo indica que seguirán vigentes en el mediano plazo. ¿Cuáles son esas megatendencias?
La más importante fue la consolidación del capitalismo como el sistema económico predominante y del mercado como el mecanismo más eficiente para la asignación de recursos. Los hitos fundamentales en este proceso fueron las reformas liberalizadoras de Deng Xiaoping en China, en 1978, y la caída del Muro de Berlín, en 1989. Como resultado, cerca de un tercio de la población mundial pasó desde un régimen de producción comunista a uno capitalista. Dicho proceso no ha tenido marcha atrás, pese a las recurrentes crisis observadas en distintos países. Ni siquiera lo revirtió la Gran Recesión registrada en los países desarrollados. Esto marca un fuerte contraste con lo acontecido tras la Gran Depresión, que derivó en el fortalecimiento de las economías planificadas y una alta participación estatal en las actividades productivas.
Actualmente, si bien hay algunas señales de mayor dirigismo de los gobiernos, los estados parecen mantener un rol subsidiario y estar focalizados en la regulación de algunas actividades, así como la provisión de servicios (o subsidios) en materia social.
Otra megatendencia ha sido la globalización. El mundo ha alcanzado un grado de integración comercial, financiera y cultural incluso superior al observado durante la segunda mitad del siglo XIX, el período previo de mayor interacción global. En contraste con ese proceso, que sufrió un fuerte retroceso en las décadas siguientes a la crisis del '29, el actual parece más difícil de revertir, al menos por dos razones. Primero: la fuerte caída en los costos tecnológicos, de transporte y comunicaciones (aunque se quisieran imponer trabas o barreras, no serían eficaces). Segundo: el reconocimiento, tanto a nivel académico como político, del efecto favorable de la globalización en el crecimiento económico, sobre todo de los países emergentes.
Ha sido justamente el crecimiento económico un tema que ha cobrado mayor relevancia y prioridad para muchos gobiernos durante las últimas décadas. Esto también se explica por, al menos, dos razones. Primero, por tratarse de la condición necesaria más importante (aunque no suficiente) para reducir la pobreza, mejorar los indicadores de desarrollo humano y aumentar la igualdad de oportunidades. Segundo, por la revalorización del tema en la agenda de investigación económica, después de décadas concentradas en el estudio del ciclo o en los determinantes de la inflación. Así, el foco ha girado hacia políticas de oferta que incentiven la inversión en capital y trabajo, así como su productividad.
Además de los factores clásicos, se fue detectando que las tres variables más relevantes para ello han sido la estabilidad macroeconómica, la apertura comercial y el capital humano. Estas también se convirtieron en megatendencias.
Hasta los '70 el efecto de la estabilidad macroeconómica en el (mejor) desempeño relativo de los países era poco reconocido.
Con el tiempo se han ido internalizando las ventajas de la solvencia fiscal lograda con una baja presión tributaria, de la inflación baja apoyada en una genuina autonomía del Banco Central y de la estabilidad financiera sustentada en adecuadas prácticas de regulación y supervisión.
En paralelo, se fue consolidando el consenso sobre la estrecha conexión entre déficit fiscal e inflación, en especial cuando su financiamiento descansa en impresión monetaria. También ganó terreno la idea de que, en el largo plazo, no puede obtenerse un poco menos de desempleo a cambio de más inflación. Esa disyuntiva, conocida como "curva de Phillips", sólo puede darse en el corto plazo. A la larga, la inflación es esencialmente un fenómeno monetario y el desempleo converge a su tasa natural.
Y, por último, la caída del sistema de Bretton Woods en 1973 y el tránsito hacia un mundo de paridades internacionales (y regionales) volátiles hizo aconsejable pasar -en el contexto de una elevada rigidez (a la baja) en salarios nominales- hacia esquemas cambiarios flexibles para facilitar los ajustes ante cierto shocks.
Tan megatendencia fue la estabilidad macro que se denominó "La Gran Moderación" al proceso previo al colapso financiero de 2008 debido a la menor inflación y volatilidad del crecimiento. Si bien "esta vez puede ser diferente", como se ha sugerido, aún no existe evidencia que dé cuenta de su fin.
Tampoco la hay respecto del resurgimiento de un proteccionismo generalizado como el observado tras la crisis del '29. La adopción de trabas aisladas puede reflejar cierto estancamiento del proceso global de apertura comercial, pero no sugiere una reversión súbita de la megatendencia. En parte por la mayor adhesión en países emergentes que debido a la creciente relevancia de China, India y los países emergentes en general -que ya representan 50% del producto mundial- y cuyo éxito ha estado estrechamente ligado, como condición necesaria (aunque no suficiente), a una elevada inserción externa. Menos aun con la evidencia contundente en la ciencia económica respecto del declive (relativo) de los países más cerrados al comercio.
También se ha revalorizado el rol del capital humano como determinante del crecimiento económico. Dicho aporte puede lograrse estimulando la participación de la población en el mercado laboral, así como en el aumento de la cobertura y la calidad de la educación. O puede provenir de canales menos formales, como el learning by doing (aprender haciendo) o del contacto con la tecnología. Para que estos últimos se materialicen bastaría con una integración plena al mundo.
Por último, estrechamente ligada con todo lo anterior, está la quizá megatendencia más relevante de estas décadas: el ascenso de China al liderazgo económico mundial.
Así, tras iniciar el tránsito al capitalismo con las reformas liberalizadoras de 1978 y retomar la globalización con una mayor apertura comercial, el gigante asiático se expandió casi 10% en promedio durante estas décadas, alcanzando hoy el producto per cápita que EEUU exhibía a mitad del siglo XX (US$9 mil a paridad de poder de compra). Esta brecha de ingreso y algunas estimaciones sugieren que China mantendría un alto crecimiento al menos por otra década, aunque a un ritmo menor al observado hasta ahora y con una mayor dependencia de la demanda interna. Además de un piso más elevado para la expansión mundial, eso extendería por algún tiempo el ciclo de precios históricamente altos para los productos básicos, sobre todo al incorporar el escenario de debilitamiento estructural del dólar.
A su vez, como China crece con inflación controlada y mucho ahorro interno, en un contexto de déficit global en la generación de activos "seguros", continuaríamos en un mundo de tasas más bajas que hace cuatro décadas y rotación de burbujas.
Esto seguirá impulsando la "cosecha" de Chile y otros países de América Latina durante los próximos años. Y también algo de "siembra" acompañando el resto de las megatendencias descritas. Queda la duda, sin embargo, si todos la harán con la velocidad y profundidad de los líderes. Una "siembra" poco ambiciosa podrá traer avances absolutos, pero frustraciones y retrocesos relativos.
(*) El autor es economista.
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