Pulso

El desafío compartido de las cero fatalidades laborales

"La prevención proactiva debe ser parte de la estrategia corporativa y no un manual o un checklist".

En Chile, cada semana mueren trabajadores mientras realizan su labor. Esta afirmación es incómoda, pero lamentablemente cierta. Sobre esta realidad encontramos cientos de declaraciones de principios o protocolos que vemos que se activan después de cada tragedia. La llamada “Meta de Cero Fatalidades” no puede ser sólo una consigna inspiradora que se pierde con el tiempo y sólo reflota con una nueva situación que lamentar o una nueva cuenta pública. Debe convertirse en una urgencia concreta, y que es alcanzable en la medida que transformemos, de manera sistémica, la forma en que entendemos y gestionamos la seguridad laboral en nuestro país.

Tal y como dan cuenta las cifras oficiales, durante 2024 las mutualidades registraron 143.199 accidentes del trabajo, de los cuales un 1% (1.439 casos) fue calificado como grave. Las amputaciones traumáticas lideraron este sombrío listado con un 43%, seguidas por caídas desde altura (27%) y maniobras de rescate (18%). Pero lo más doloroso es que 154 personas fallecieron realizando su trabajo. Aunque se reporta una baja significativa de un 34,7% menos respecto de 2023, el sólo hecho de que sigan sucediendo estas muertes debe conmovernos más que cualquier cifra alentadora.

Detrás de estos números hay dimensiones que suelen pasar inadvertidas; a modo de ejemplo, la mayoría de quienes murieron no llevaban más de un año en su trabajo. El 42,3% de los fallecidos en accidentes industriales y el 59,1% en seguridad vial eran trabajadores “nuevos”. Esto da cuenta de que podemos buscar soluciones a estas tragedias con medidas que pueden verse sencillas, como la necesidad de implementar inducciones efectivas, la supervisión activa, el acompañamiento real y efectivo en los primeros meses de trabajo; estos análisis lamentablemente no son habituales en el mundo de la salud y seguridad laboral. Lo positivo es que situaciones como la de este simple ejercicio dan cuenta de que sí hay cosas que podemos hacer para avanzar hacia la meta de cero fatalidades.

Lo primordial es partir cambiando el primer acercamiento al desafío, iniciando con identificar realmente qué es lo que está provocando estas muertes. Esto que parece simple y a la mano, es un importante cambio de paradigma, exige un compromiso con el estudio sobre las causas de los accidentes y dejar de quedarnos en informes administrativos que constatan lo evidente. Pasar a identificar los verdaderos factores de riesgo, revisar los procesos e incentivos internos y pasar a un modo constante y proactivo de prevención, por sobre seguir actuando sólo después de que lo grave e indeseable ocurra. Porque la fatalidad de un trabajador al interior de la empresa nos parece lejano e impensado, pero como dije anteriormente, sólo durante 2024, 154 personas perdieron la vida realizando su trabajo.

La prevención proactiva debe ser parte de la estrategia corporativa y no un manual o un checklist. Esto implica que la seguridad laboral deje de ser sólo una función técnica o normativa y se convierta en una responsabilidad transversal, desde cada miembro de la alta dirección hasta todos y cada uno de los trabajadores. Con programas de capacitación, indicadores tempranos de riesgo, sistemas de alerta y un liderazgo visible en terreno, mirando la gestión de riesgos laborales como cultura y no como requisito.

Y, por último, dejar de ver la seguridad laboral como un costo, sino que verla como una inversión en la responsabilidad social, legal y ética al interior de las entidades empleadoras. No sólo sabemos que un trabajador seguro mejora su productividad, sino que la seguridad en el trabajo fortalece la reputación y la sostenibilidad corporativa, pero, sobre todo, sabemos que salva vidas. Así lo sentimos y lo vivimos en Mutual de Seguridad, invirtiendo año a año de forma incesante en prevención, en buscar acompañar a las más de 130 mil entidades empleadoras que confían en nosotros, con innovación, con empatía, con terreno, atendiendo las nuevas formas de empleo y acercándonos a los desafíos de cada empleador y trabajador. Y por cierto, no perdiendo de vista que ningún trabajador quiere sufrir un accidente y nunca olvidando que este es nuestro propósito fundacional, por el cual existimos y por el que día a día realizamos con pasión nuestro trabajo.

En definitiva, la pregunta no es si la meta de “Cero Fatalidades” es posible o no, sino si estamos realmente dispuestos a hacer lo que se requiere para lograrla, porque es posible y no olvidamos que cada accidente, cada amputación, cada muerte, no es una cifra: es una vida que se pierde, una familia que sufre, una señal de que aún no hemos hecho juntos lo suficiente. El momento de actuar no es después de la tragedia. Es ahora.

El autor es Gerente general de Mutual de Seguridad

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