¿Restringir o levantar el aislamiento? Salvando la economía en medio de la cuarentena

Ciudadanos alemanes usan mascarillas mientras caminan por un mercado en Dresden.

El temor por transitar desde una crisis sanitarias -impulsada por el Covid-19- a una posible crisis del hambre se ha instalado en la opinión pública, mientras las críticas de quienes ven en este análisis una actitud economicista por sobre la importancia a la vida se multiplica.


Fueron múltiples los whatsapp que el miércoles recibió el empresario Jorge Claro. Ese día, el también fundador del Canal del Fútbol había escrito una columna en El Mercurio, donde daba cuenta de la necesidad de establecer cuarentenas selectivas donde se protegiera a la población de alto riesgo, permitiendo que el resto volviera a sus labores. Con ello, se reduciría el daño económico y se lograría el cometido de cuidar a los más expuestos, decía, dado que no estarían entrando y saliendo de cuarentenas las personas que viven con ellos. Y el apoyo fue bastante generalizado, comenta a Pulso Domingo.

“Acá hay un grupo vulnerable de verdad que son los adultos mayores, por ende, si yo los dejo 100% aislados -con las personas que los cuidan- ya no van a entrar al sistema de salud en los períodos del peak de la pandemia, no lo colapsarán, entrarán sólo jóvenes que la gran mayoría se tratará en su casa, y el resto volverá a sus trabajos”, señala. Y explica: “Esto va a durar mucho tiempo, no es tema de que ahora levantaron la cuarentena en Vitacura, van a volver a poner cuarentena después y qué sé yo lo que va a pasar en las comunas pobres donde hay más ancianos hacinados”.

Hoy, el debate en torno a la permanencia de cuarentenas generalizadas en contraposición a la reactivación económica mantiene al mundo en ascuas. El temor por transitar desde una crisis sanitarias -impulsada por el Covid-19- a una posible crisis del hambre se ha instalado en la opinión pública, mientras las críticas de quienes ven en este análisis una actitud economicista por sobre la importancia a la vida se multiplica. Entre medio de ese abanico, ciertos países ya intentan volver a empezar, y en Chile el tema se instala.

El mismo gobierno se ha mostrado contrario a establecer cuarentenas generalizada, priorizando cuarentenas focalizadas en ciertas zonas; lo que a ojos de expertos se valora. “Chile lo ha estado haciendo bien, sobre todo dado el nivel de incertidumbre que ha provocado la pandemia. Se han implementado medidas sanitarias cada vez más drásticas en la medida que ha ido aumentando la propagación del virus”, dice el investigador y coordinador académico del Centro de Estudios Públicos (CEP), Mauricio Villena. “En el caso nuestro pareciera que la cuarentena táctica, focalizada, está teniendo efecto positivo, pero todos estamos aprendiendo”, añade el exsuperintendente de Salud y hoy secretario ejecutivo del Consorcio de facultades de salud de las Universidades, Manuel Inostroza.

Discusión en desarrollo

Barry Eichengreen, experto en historia de la Economía de la Universidad de Berkeley en California, recuerda lo acaecido en la crisis de 1918: “Las ciudades de EE.UU. que impusieron medidas más restrictivas por motivos de salud pública experimentaron una desaceleración inmediata, pero tuvieron un mejor desempeño económico a mediano plazo, en comparación con las ciudades que levantaron sus bloqueos”. “Levantar un encierro prematuro o aligerar un encierro solo da como resultado más mortalidad y morbilidad que perturban la actividad económica”, subraya.

El jueves, el presidente Donald Trump anunció una serie de pautas para que el país comience a reactivarse, causando una ola de críticas ante una tasa de contagios y muertes que no cesa; días antes, España y Alemania hacían anuncios similares, e incluso Dinamarca se convertía esta semana en el primer país en retornar a clases. El mundo intentaba volver a empezar en medio de un Covid-19 que ya lleva más de dos millones de infectados y unos 149.000 muertos a nivel mundial. Y que amenaza con seguir creciendo. “Cuando la gente sugiere que la apertura de ‘sectores esenciales’ se extienda más allá, están haciendo argumentos peligrosos e imprudentes. Una vez que tengamos pruebas masivas, inmunidad colectiva o una vacuna, será seguro considerar alternativas”, destaca Eichengreen. Aun más, investigadores del Instituto de Economía Becker Friedman de la Universidad de Chicago hicieron un estudio que concluyó que el distanciamiento social moderado podría generar US$8 billones (millones de millones) de beneficios a la economía de Estados Unidos, en circunstancias de que se podrían salvar más de un millón de vidas. De hecho, expertos de la Escuela de Salud Pública de Harvard publicaron en la revista Science un paper donde aseguran que es posible que el país requiera un distanciamiento intermitente hasta 2022 a menos que la capacidad de atención crítica se incremente o que haya un tratamiento o vacuna disponible.

El análisis de Eichengreen es el que se ha escuchado fuerte en América del Norte. No se puede anteponer la vida a la economía, repiten. Sin embargo, hay otra vereda donde la reactivación económica no puede quedar ajena a este debate: “Se pierden vidas si saturamos el sistema de salud, pero también si caemos en una depresión económica, ya que la pobreza mata. Además, si la economía colapsa, habrá menos respiradores y, probablemente, vacunas. La estrategia sanitaria no debe plantearse en términos de salud y economía, sino de vidas y vidas”, explica el decano de la escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella y uno de los firmantes de la carta de expresidente sobre América Latina y coronavirus, Eduardo Levy Yeyati.

Hoy en Chile la economía está funcionando a menos del 70% de su capacidad. Y el comercio ha sido por lejos el sector más afectado. Según los últimos datos de la Cámara Nacional de Comercio (CNC), dos de cada tres empresas del rubro están funcionando a un 25% de su capacidad. Solo un 7% está andando al 100%, por lo que el riesgo de la bancarrota es inminente.

El doctor en Economía de la Salud y MBA en Finanzas de la Universidad de Boston, Ricardo Bitrán, lleva ya algunas semanas estudiando el tema. Para él, una cuarentena selectiva -que se concentre en proteger a los adultos mayores y enfermos crónicos- puede ser mucho más efectiva en la línea de evitar colapsar los sistemas de salud que aquellas generalizadas. “Permite que la mayoría de las personas que son económicamente activas retornen al trabajo, aunque debe ser acompañada necesariamente de la capacidad de hacer testeos masivos, incluido personas que no presentan síntomas, para ir identificando brotes y rebrotes, e ir estableciendo cuarentenas, y manteniendo la demanda total por cuidados intensivos por debajo de la capacidad instaladas”. Y añade: “Es inevitable que la crisis sanitaria ha generado una crisis económica gigante, pero habiendo podido controlar la cantidad de nuevos casos, lo que sigue es intentar reactivar la economía. Hay que buscar el equilibrio”. “Obviamente que las cuarentenas y el distanciamiento social afectan negativamente a la economía. Afortunadamente, Chile es un país responsable con sus cuentas fiscales y cuenta con recursos para emergencias. Sin embargo, este esfuerzo fiscal no es infinito y posiblemente deberá irse evaluando cómo volver a potenciar la capacidad productiva”, complementa Mauricio Villena, del CEP.

El exsuperintendente Manuel Inostroza precisa que la de Reino Unido fue la estrategia más comentada; ellos hicieron proyección de que les convenía que todos se enfermaran, pero el sistema de salud no resistió. Su mismo primer ministro, Boris Johnson, terminó hospitalizado. “Esta no es solo una consideración economicista. Si uno es buen salubrista debe sopesar que hacer cuarentenas irracionales puede terminar agravando la salud de las personas por otros efectos como que la gente no va tener qué comer, no tendrán ingresos, afectando su salud mental. Es un contrabalance bien fino y no solo económico”, señala Inostroza.

Hoy, el país que más se ha acercado a un sistema de cuarentena selectiva es Suecia; la nación ha optado por el camino menos restrictivo, sin siquiera suspender clases y cerrar restaurantes y centros comerciales. Aunque su estrategia era plausible para muchos cuando a principios de marzo tenía 36 contagiados, las críticas crecen ahora que hay más de 12.000 casos y los fallecidos llegan a 1.333; mientras que los resultados fatales en países vecinos como Finlandia y Noruega alcanzan los 75 y 157, respectivamente. De hecho, el primer ministro sueco Stefan Löfven, ya reconoció que “la preparación no fue lo suficientemente buena”, pese a ello aún no toman medidas más rigurosas.

“Los economistas tenemos que pensar en políticas más inteligentes y creativas para ayudar a enfrentar la pandemia. Hasta ahora hemos sido solo reactivos, hemos tomado como dados el análisis y las propuestas de los expertos en salud pública, y a partir de allí hemos elaborado propuestas para mitigar el daño económico”, explica el economista de la Universidad de Rutgers y también firmante de la carta de expresidente sobre América Latina y coronavirus, Roberto Chang. Y agrega: “Mi esperanza es que los economistas seamos, desde ahora, más activos en pensar cómo nuestras propuestas de política pueden complementar las medidas de salud pública”.

Comenzar a salir

A Jorge Claro le llama la atención que la idea que él plantea -de proteger solo y de manera minuciosa a los adultos mayores y a la población con enfermedades crónicas, garantizándoles su cuidado- no haya sido aplicada en algún país del mundo. “¿Cómo esto que es tan evidente no se ha hecho en otros lados? ¿Cómo no va a ser lógico que en lo que planteo se muere menos gente y el problema de funcionamiento económico del país es muchísimo menor, porque se sigue funcionando un poco a media máquina, pero se sigue”, sostiene.

Al interior del sector empresarial, la idea de Claro tiene adeptos. El presidente de Credicorp Capital Chile, Guillermo Tagle, ha planteado públicamente su preocupación frente al tiempo que va a continuar esta reclusión y sus consecuencias, mientras el economista Paul Fontaine escribió un artículo donde decía directamente que “si la economía colapsa, muchas personas no tendrán hogar, no tendrán salario. Por lo tanto, no tendrán alimentos, no tendrán cómo pagar un servicio médico y menos comprar medicinas. Si la economía colapsa no tendremos cómo pagar a los médicos ni sostener los hospitales...”. “La cuarentena se debe mantener hasta abril. Más tiempo podría ocasionar daños económicos graves”, apuntaba.

Lo mismo se ha reproducido al interior del comercio. Hoy, ese sector es el que se está viendo más expuesto frente a ese debate. Las intenciones de volver a abrir los centros comerciales han generado ciertos roces entre voces que apuntan a que el cierre debe continuar para evitar riesgos y aquellos que ven la necesidad de retomar las ventas de un rubro que ve de cerca la quiebra. “Estamos con un globo sonda intentando que el comercio que está cerrado vuelva a abrir, pero me he encontrado con muchos ataques, donde cualquier cosa que se haga y huela a dinero, suena a lo peor”, confidencia una alta fuente del retail. El mismo gerente general de la Cámara de Comercio de Santiago (CCS), Claudio Soublette, tuvo que dar explicaciones, luego de decir en Emol que: “No podemos matar toda la actividad económica por salvar las vidas”, subrayó. A renglón seguido, debió explicar sus dichos.

“Se quiere abrir, pero existe preocupación de que terminen responsabilizándonos a nosotros si es que las muertes aumentan”, dice un empresario del comercio. Y agrega: “Una cosa es subir la cortina y otra es que el público llegue; podemos arriesgar mucho, sin ver los frutos”. Es que -dicen los expertos-, una cosa es el análisis, y otra es que el temor de la población ceda y comiencen a salir... y a reimpulsar la economía.

La economista chilena y profesora emérita de la Universidad del Estado de California en Long Beach, Alejandra Cox, agrega un último punto: la dicotomía que se da entre cómo prevenir los contagios.

“Hay algunas maneras muy baratas de reducir el factor contagio, como prohibir eventos con más de un cierto número de personas (por ejemplo, 50, 500) o pedirles a las personas que trabajen desde casa cuando puedan. Otros son mucho, mucho más caros económica, social y éticamente, como cerrar parvularios, escuelas y universidades, pedirles a todos que se queden en casa o cerrar negocios. Sin embargo, dado el nivel de conocimiento existente sobre este virus y las opciones disponibles, ésta es la manera más efectiva e inmediata de contener la pandemia”, asegura.

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