Manifiesto de Carolina Torrealba, subsecretaria de Ciencias: "La ciencia era un mundo masculinizado. Alcancé a rebelarme a esa imposición".

Mi primer acercamiento a la ciencia viene de la naturaleza. Les echaba sal a las babosas. Había una acequia cerca de mi casa y con mi hermano sacábamos guarisapos, los abríamos y les hacía cesáreas. Atroz.


Mis hijos son una excusa para volver a ser niña. Juego con ellos y vuelvo a empatizar con esa curiosidad. No hay niño que enfrentado a un experimento o a la observación de la naturaleza no se sienta fascinado. Es una demostración de que todos nacemos científicos.

Tengo el sueño de dedicarme a la lectura. En un momento estuve muy cerca de estudiar Literatura. Fue una herencia materna. Tenía pasión hasta por el olor a libro. Leía de todo. Ahora estoy releyendo los clásicos. En este momento estoy volviendo a Cumbres Borrascosas.

Recuerdo mucho el primer día que llegamos a La Moneda. Nos nombraron en una ceremonia muy emotiva. Fue un jolgorio colectivo, recibimos mucho cariño. Después volvimos a las oficinas. Nos quedamos solos, el ministro y yo. Estábamos en una sala preciosa y muy grande en La Moneda. Nos miramos y fue como: ¿Qué hacemos con este tremendo desafío?

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De chica hacía experimentos que hoy son medio impresentables. Mi primer acercamiento a la ciencia viene de la naturaleza. Les echaba sal a las babosas. Había una acequia cerca de mi casa y con mi hermano sacábamos guarisapos, los abríamos y les hacía cesáreas. Atroz.

En el inicio de mi carrera sentía que tenía que adaptarme a un entorno masculinizado. Era difícil buscar referentes cercanas que te inspiraran. Era un mundo masculino. Alcancé a rebelarme a esa imposición. Los tiempos habían empezado a cambiar. La generación de redes entre mujeres científicas ha ido creciendo y eso me inspira.

Me encanta armar puzzles. Soy estricta en el tipo de puzzles, para que las fichas calcen bien. No soy fanática de las de mil millones de piezas. Hasta dos mil piezas los armo bien. Tengo muchos. A esta altura, mi marido dice que vuelva a armar los que ya tengo antes de seguir comprando.

No reconozco algún estímulo particular en el colegio que me haya marcado. Me cuesta identificar en mi vida alguna instancia en la que dijera: "Yo quiero ser científica". La educación tradicional no te enseña a desafiar lo desconocido. Es un ejercicio que vas aprendiendo mientras creces. Por suerte, la educación está teniendo un vuelco para partir de la base de que casi no hay respuestas correctas. Pero es difícil de manejar en un sistema tradicional.

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