Revista Que Pasa

Fotografía: Iluminados

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Está ahí, en las fotos. Brilla como una luz enceguecedora: ellos se quieren, se adoran. Ése es el lazo que los une de modo inquebrantable; la tensión que anima cada imagen. Va más allá de los cuerpos, de la miseria y del olvido. Ya lo sabemos, pero no está de más recordarlo: las fotos que Paz Errázuriz sacó para "El infarto del alma" son quizás los retratos más dolorosos y cándidos hechos en Chile, pero también los apuntes para la novela sobre nuestros afectos que nadie ha tenido el valor de escribir.

Publicado hace quince años, esta nueva edición de Ocho Libros (donde las fotos de Errázuriz se contrapuntean con los textos de Diamela Eltit) nos devuelve a la crudeza de una investigación visual inevitable: las instantáneas de una serie de parejas de enfermos mentales en el sanatorio de Putaendo. Ahí los pacientes chocan contra sus cuerpos, se abrazan y desnudan. Ejercicio al límite, "El infarto…" reconstruye los escombros de una ciudadanía en el lugar exacto donde ésta se vuelve difusa.

Despojados de todo, los sujetos de las fotos a lo único que se aferran es al propio deseo.  Agazapados en la cárcel de su cabeza, lo exhiben desnudo de cualquier retórica, casi tangible en el escaso aire que separa sus cuerpos. Héroes en los escombros de un manicomio que es una miniatura de Chile, quizás de ahí viene el secreto que guardan y que nos conmueve o incomoda. Porque no podemos con aquella felicidad, aquella iluminación, aquel abismo; y  todo lo que queda es la fotografía para testimoniar esa zona muda. La fotografía como mapa terrible y maravilloso de lo que olvida la familia chilena en medio de la provincia.

* Escritor y profesor de literatura.

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