Comunidades lideran innovador modelo de conservación marina y terrestre en Chile
Comunidades de pescadores artesanales y organizaciones locales están liderando una nueva ola de conservación en Chile, integrando conocimientos tradicionales, desarrollo sostenible y participación activa. El proyecto ICB, impulsado por el Ministerio del Medio Ambiente y apoyado por Naciones Unidas, promueve instrumentos económicos y jurídicos para proteger ecosistemas con justicia territorial.

Una forma innovadora para proteger la biodiversidad chilena está emergiendo desde diversos territorios. Entre costas y territorios del centro del país hasta los bosques sureños, pescadores artesanales, comunidades indígenas y organizaciones locales están protagonizando experiencias de conservación que combinan desarrollo sostenible, participación comunitaria y una mirada más justa sobre el cuidado de la naturaleza. La iniciativa se alinea con los instrumentos de conservación que fomentará el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP).
El impulso proviene del proyecto Incentivos para la Conservación de la Biodiversidad (ICB), una iniciativa liderada por el Ministerio del Medio Ambiente, con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF). Su propuesta es innovadora: avanzar hacia nuevos modelos de conservación, donde quienes habitan y trabajan en los ecosistemas sean actores principales en su protección.
A través de instrumentos económicos, normativos y comunitarios, el proyecto promueve y fortalece la creación de zonas voluntarias de protección, certificaciones de buenas prácticas y retribuciones por servicios de la naturaleza, combinando conservación y desarrollo sustentable con fuerte participación social.
Revitalizar el mar desde la pesca artesanal
En la caleta de Chepu, en la costa occidental de Chiloé, el sindicato de pescadores Mar Adentro, con apoyo del Centro de Estudio y Conservación del Patrimonio Natural (CECPAN), impulsa la creación de Zonas Voluntarias de Conservación dentro de su Área de Manejo y Explotación de Recursos Bentónicos (AMERB). Conocidos como refugios marinos, son zonas donde se restringe la extracción de especies para permitir la recuperación del ecosistema y asegurar la sostenibilidad pesquera. La iniciativa se enmarca en un enfoque de conservación comunitaria que está comenzando a replicarse a lo largo del país.
El presidente del sindicato, José Miguel Villarroel, explicó el cambio de paradigma que ha vivido su comunidad: “Nuestros hijos nos cambiaron la mentalidad, nos han mostrado otra forma de mirar el mar y el entorno en que vivimos. Este refugio no solo conserva, también mejora nuestra calidad de vida”.
“Esta es una experiencia ejemplar de cómo las actividades productivas pueden articularse con la conservación ambiental de manera virtuosa”, comentó el subsecretario del Medio Ambiente, Maximiliano Proaño, en el lanzamiento de este proyecto en Chepu en mayo.

Huellelhue: restaurar desde la identidad ancestral
Más al norte, también en la Región de Los Lagos, la caleta Huellelhue —dentro del territorio Lafken Mapu Lahual— está comenzando a restaurar el banco natural de choro zapato, especie clave en el ecosistema estuarino del río Huellelhue. En esta experiencia, comunidades Mapuche Huilliche lideran un modelo que integra restauración, monitoreo participativo, conocimientos y prácticas tradicionales y protección de la biodiversidad, contando para ello con el apoyo del Centro de Pesca Sustentable.
En específico, se promueve la certificación de biodiversidad y servicios ecosistémicos, de modo que se pueda reconocer que ciertas actividades productivas, como la extracción de choro zapato, cumplen criterios que aportan a la conservación de la biodiversidad local.
“Este proyecto reconoce la sabiduría de los pueblos originarios y la integra en estrategias de conservación concretas”, explicó Amerindia Jaramillo, coordinadora nacional del Proyecto GEF ICB.
Rubén Moreno, presidente de la Mesa de Coordinación Territorial de Caleta Huellelhue, señaló en la inauguración de la iniciativa: “Siempre hemos cuidado todo lo que tenemos en nuestro entorno, hemos cuidado la pesca, hemos cuidado el choro zapato. Si no, ya no tendríamos choro a esta altura”.
Refugios marinos en Ventanas y Maitencillo
En la Región de Valparaíso, los sindicatos de pescadores artesanales de Ventanas y Maitencillo también se sumaron al compromiso de cuidar la biodiversidad, estableciendo refugios marinos en sus áreas de manejo, con apoyo de la Fundación Capital Azul. Estas iniciativas combinan conservación marina, buceo recreativo y turismo responsable, ampliando las oportunidades para el desarrollo local.
“Estas experiencias reflejan una transición hacia una economía azul justa y con arraigo territorial”, señaló la ministra del Medio Ambiente, Maisa Rojas, en una visita a la zona.
El dirigente del Sindicato de Ventanas, Eugenio Silva, señaló que “este modelo permite que la producción aumente y que el ecosistema se conserve. Creemos que esto puede replicarse en todo Chile”.
La comunidad cuida los bosques
El proyecto también impulsa iniciativas de conservación terrestre en ecosistemas de bosques siempre verdes, humedales interiores y paisajes agrícolas. En la Región de Los Ríos, específicamente en las localidades rurales de Mashue, en La Unión, y Liquiñe, en Panguipulli, se están implementando modelos de conservación y restauración de cuencas proveedoras de agua liderados por Comités de Agua Potable Rural, compuestos por campesinos e indígenas.
Ambos Comités de Agua Potable Rural son reconocidos en la Región de Los Ríos y a nivel nacional por su innovadora dedicación en restauración de bosques para la provisión de agua y la promoción de la educación ambiental sobre el bosque nativo, el agua y su afectación por el cambio climático.
¿Quién paga por conservar?
Un instrumento clave del proyecto es el mecanismo de retribución por servicios ecosistémicos (o servicios de la naturaleza), que propone que quienes se benefician del entorno natural —ya sea mediante el uso de agua, la visita a áreas turísticas o el acceso a alimentos producidos sustentablemente— aporten recursos a quienes cuidan y gestionan los ecosistemas que los proveen.
La comunidad de Mashue lleva adelante un modelo propio de “retribución por servicios ecosistémicos” para apoyar el financiamiento de acciones de restauración de bosque nativo en las microcuencas que han sido fuentes históricas de agua para consumo animal y actividades agrícolas.
Con este modelo, cada socio del Comité realiza periódicamente un aporte económico, calculado a través de su consumo de agua potable, con el que se conforma una base inicial para financiar la recuperación del bosque. El Proyecto aporta en la actualización de este modelo y la gestión con las instituciones públicas y privadas para coordinar la sostenibilidad a largo plazo.
Con el aprendizaje de la experiencia de Mashue, la comunidad de Liquiñe diseña y proyecta la implementación de un esquema propio de retribución por servicios ecosistémicos basado en el turismo. Localidad reconocida por la belleza escénica y amplia oferta de aguas termales, en tiempos estivales una gran cantidad de turistas visita la zona, lo que aumenta el consumo de agua. Por eso es interesante este aporte que permite conservar y recuperar los bosques desde los que se provee el agua.
“El objetivo es generar un modelo replicable y sostenible en el tiempo, donde la conservación no sea una excepción, sino una práctica cotidiana”, destacó Jaramillo.
Otros instrumentos que se promueven en estas localidades apoyan la conservación en predios privados y dan certeza de la continuidad de abocarse hacia la conservación de la naturaleza. Es el caso del Derecho Real de Conservación (DRC), una herramienta jurídica que permite a personas o comunidades establecer compromisos legales para proteger ecosistemas, sin necesidad de ceder la propiedad del terreno.
Chile avanza así hacia un nuevo paradigma ambiental: uno donde cuidar el mar, los bosques y los ríos no es una imposición externa, sino una decisión libre, informada y consciente de quienes viven, trabajan y sueñan con un futuro sustentable desde sus territorios y ecosistemas marinos
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