Sustentabilidad

El 80% de los chilenos reconoce el impacto ambiental del desperdicio de alimentos, la cifra más alta de la región

Un nuevo informe de Cheaf sobre la Percepción de Desperdicio de Alimentos 2025, aplicado en tres países de la región, posicionó a Chile como el país con mayor nivel de conciencia en su impacto ambiental. El estudio también destacó las diferencias en los hábitos de consumo y los principales desafíos para enfrentar esta problemática, entre ellos el trabajo colaborativo y el rol de las grandes empresas.

La nueva Encuesta Regional sobre Percepción de Desperdicio de Alimentos 2025, elaborada por Cheaf en Argentina, Chile y México, muestra que en la región existe una alta sensibilidad social frente al desperdicio, aunque el conocimiento específico sobre su impacto ambiental sigue siendo limitado. Solo un 42,2% de los encuestados lo considera un problema grave que requiere acciones inmediatas, mientras que el resto lo ve como un tema relevante, pero no urgente.

Chile, por su parte, destaca como el mercado con mayor nivel de conciencia sobre el vínculo entre desperdicio de alimentos y cambio climático. El 80% de los encuestados afirma conocer este impacto, y un 16,2% se considera “muy informado”, la cifra más alta de los tres países.

Para Benjamín De Oto, Country Manager de Cheaf Chile, este liderazgo responde a una combinación de factores económicos y culturales que han permitido que la sostenibilidad se instale como una preocupación creciente en la ciudadanía. “La recientemente publicada Encuesta Regional sobre Percepción de Desperdicio de Alimentos 2025 -que contó con 5.858 respuestas de personas en Argentina, Chile y México- reveló que, en general, en Chile existe un mayor grado de conciencia respecto de los impactos del desperdicio de alimentos en el medio ambiente y lo clave que es generar acciones que permitan mitigar y controlar este problema”.

El ejecutivo destaca que esta mayor sensibilidad ambiental no es un fenómeno aislado, sino que viene de la mano de otras transformaciones en Chile. “Eso nos muestra el alto conocimiento en materia de sostenibilidad y preocupación medioambiental en el país, una tendencia que comenzó a instalarse en Chile junto a los esfuerzos por hacer crecer la industria de las energías renovables, pero que con el correr de los años ha logrado trascender a otros sectores”.

Según De Oto, además, la estabilidad económica también ha abierto espacio para nuevas prioridades. “Esta mayor conciencia también tiene relación con una mejor situación económica, en términos generales, en el país, lo que le permite a las autoridades, a las empresas y, por sobre todo, a las personas tener nuevas prioridades, como el cuidado medioambiental y la sostenibilidad”.

El rol del supermercados y las empresas

Uno de los hallazgos centrales del estudio es que, para la mayoría de los ciudadanos, los supermercados y grandes cadenas son los principales responsables de reducir el desperdicio, incluso por sobre los hogares y gobiernos.

De Oto considera que esta percepción refleja un diagnóstico claro: las personas esperan que los actores con mayor poder en la cadena alimentaria encabecen las soluciones. “Al preguntar sobre quiénes deberían ser los principales responsables de reducir el desperdicio de alimentos, la mayoría de las personas encuestadas (tanto en Chile como en México y Argentina) ubica en primer lugar a los supermercados, seguidos por restaurantes y pequeños comercios. Esto nos muestra que, aunque se reconoce el impacto que tienen los hábitos al interior del hogar en este problema, para la mayoría de las personas la lucha contra el desperdicio debe comenzar en los actores que concentran la mayor parte de los alimentos que se comercializarán”.

En el caso de Chile, explica, la disposición del retail ha sido mayor que en otros mercados de la región, lo que genera una diferencia importante en la percepción ciudadana. “Afortunadamente, en Chile hemos visto una tremenda disposición desde varios supermercados en esta materia, y eso también se refleja en los resultados de nuestra encuesta: cuando preguntamos quién está haciendo un buen trabajo en la materia, los supermercados son reconocidos como el segundo actor que mejor lo está haciendo, sólo detrás de los bancos de alimentos (...) Esto nos muestra que si bien las personas entienden que es en los supermercados donde más desperdicio se puede generar, también reconocen que en Chile son una de las entidades que más trabaja por solucionar este problema.”.

No obstante, insiste en que esta buena evaluación no debe llevar a la satisfacción, ya que se requiere una combinación de iniciativas voluntarias y políticas públicas robustas. “Aún así, sabemos que aún hay espacio para la mejora y para rescatar aún más alimentos desde estos comercios. (…) Urgen regulaciones que se hagan cargo de estos asuntos. Por ejemplo, en Francia, desde 2016 es ilegal que los supermercados desechen alimentos aptos para el consumo. Esta política no sólo redujo el desperdicio, sino que aumentó las alianzas entre el sector privado y las redes de apoyo social, sirviendo como ejemplo de cómo una regulación bien implementada puede generar valor compartido”.

Cultura de consumo y desafíos locales

El informe también identifica particularidades culturales que inciden en los hábitos de desperdicio en cada país. En Chile, el pan destaca como uno de los productos más desechados: un 29,2% de los encuestados reconoce botarlo, frente a un promedio regional (de Chile, Argentina y México) de 21,4%.

Para De Oto, esto refleja una tradición y cultura arraigada en la mesa chilena. “Sabemos que Chile es uno de los mayores consumidores de pan del mundo (con más de 90 kilos de pan al año por persona) y eso sin duda se refleja en este estudio, donde un 29,23% de las personas dicen botar pan, mientras que el promedio regional sólo llega a 21,42%”.

El comportamiento en el consumo también muestra diferencias importantes con otros países de la región. En Chile, casi la mitad de los encuestados (49,4%) considera que la apariencia estética de un producto es determinante para su consumo o descarte, un nivel muy superior al de Argentina. Para el vocero, esto responde a condiciones de mercado particulares: “A diferencia de otros mercados, en Chile ‘lo estético’ sí es un criterio para la compra y eventual desecho de productos, y eso responde a una situación económica algo más holgada, donde el atractivo visual de un producto es determinante para su compra”.

En este contexto, la ciudadanía no solo exige más medidas desde las empresas y el Estado, sino también campañas educativas que la ayuden a transformar sus propios hábitos. “Un 69,66% dice que una de las acciones más efectivas para reducir el desperdicio de alimentos en el país sería generar campañas de educación y concientización, muy por encima de otras opciones, como apoyar a plataformas o bancos de alimentos (60,53%) o generar incentivos fiscales para quienes donan alimentos (49,82%). Más allá de las soluciones prácticas, las personas están pidiendo más información y generación de conciencia para cambiar sus propios hábitos… eso es tremendo”.

Benjamín De Oto, Country Manager Cheaf Chile.
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