Sustentabilidad

Valor Productivo 2025: 37% de la ciudadanía muestra resistencia al modelo exportador chileno

Esa resistencia no se distribuye por igual: entre las personas con mayor nivel educativo, que viven en Santiago y pertenecen al grupo socioeconómico ABC1, ese porcentaje sube al 45%. Es decir, la crítica al modelo se eleva en los sectores más educados y acomodados del país, donde existe una mirada más escéptica sobre sus beneficios, ya que su experiencia no es directa con las industrias, sino que muchas veces está mediada por una percepción paisajística o ambiental, explican desde Criteria.

El reporte Valor Productivo 2025, elaborado por Criteria, Gestión Social y la Universidad Adolfo Ibáñez, revela en profundidad cómo perciben los chilenos el modelo productivo basado en la exportación de materias primas. A través de una encuesta representativa a más de 2.400 personas, el estudio expone las tensiones, desafíos y oportunidades de las principales industrias productivas del país.

Este año, el estudio incorporó tres innovaciones metodológicas que permiten leer con más precisión la relación de la ciudadanía con el modelo exportador. Según Elisa Giesen, gerenta de Consultoría y socia de Gestión Social, “profundizamos en la adhesión o rechazo de las personas hacia el modelo primario exportador, en un contexto donde esta discusión es también foco de política pública, desarrollo y proyecciones de país”.

Además, continúa Giesen, se aplicó una “muestra adicional intencionada” para captar mejor la percepción de los sectores con más resistencia: santiaguinos ABC1 con educación universitaria. Y en tercer lugar, se ahondó en el conocimiento general que tiene la población sobre las exportaciones chilenas. Porque una cosa es el rechazo emocional o ideológico, otra es entender qué se sabe realmente sobre el modelo, señala.

Infografía Valor Productivo 2025

Detractores del modelo

En términos sociodemográficos, los hombres, jóvenes, con educación universitaria, y de izquierda, concentran las mayores tasas de resistencia al modelo.

El informe muestra que un 62% de las personas cree que el modelo primario exportador puede llevar al país al desarrollo, mientras que un 37% de la población muestra una resistencia alta o media al modelo, donde un 9% lo rechaza completamente. Este último grupo, que Giesen llama “detractores estructurales”, es pequeño, pero relevante, por quiénes son, indica.

Las resistencias se amplifican en la muestra adicional de santiaguinos ABC1 con educación universitaria, donde el porcentaje sube a un 45% entre resistencia alta y media. Matías Chaparro, director de Asuntos Públicos de Criteria, explica que esta crítica no siempre proviene de una experiencia directa con las industrias, sino que muchas veces está mediada por una percepción paisajística o ambiental. “Ese imaginario de vacaciones, atenta contra las posibilidades productivas, desarrollo social, y desarrollo identitario y de cultura que tienen las regiones donde estas industrias operan” indicó.

En términos sociodemográficos, los hombres, jóvenes, con educación universitaria, y de izquierda, concentran las mayores tasas de resistencia al modelo. Ahora bien, aunque son más tajantes con su decisión, las mujeres tienden a ser más críticas dentro del modelo, según explica Giesen. “La desafección o la criticidad de las mujeres a estas industrias les significa un costo no menor en términos de conversación cotidiana y de legitimidad cotidiana. Y es en la cotidianidad donde tiene que crecer la legitimidad del modelo”.

Impacto ambiental

Aunque un 83% cree que es posible producir materias primas cuidando el medioambiente, menos de la mitad de los encuestados pone nota 6 o 7 al desempeño ambiental de las industrias, especialmente en la muestra adicional (santiaguinos ABC1 educados) en comparación con las zonas anfitrionas. En este ítem, la industria forestal es la peor evaluada, con un 19% y un 29%, respectivamente. Le siguen el salmón (19% y 35%, respectivamente), y el litio (26% y un 41%).

Con esto, el informe explica que “desde una mirada histórica, en lo que respecta específicamente al desarrollo de empresas proveedoras regionales y control del impacto medioambiental, los habitantes de las regiones anfitrionas tienen una mejor evaluación que la elite santiaguina sobre la evolución en los últimos 20 años”.

Chaparro advierte que las industrias que mejor se evalúan en términos de confianza no solo innovan, sino que también generan valor local. “Las industrias logran mucho más apoyo ciudadano, construyen más confianza, legitimidad o licencia social, en la medida en que son capaces de crear encaramientos productivos sólidos, como empresas, microempresas y pequeñas empresas, que abastecen a las grandes industrias, en las zonas donde estas operan”.

Vínculo biográfico

Uno de los hallazgos más consistentes del estudio es que el vínculo biográfico —haber trabajado o tener un familiar en alguna industria— aumenta significativamente la confianza y el orgullo hacia ella. En el caso del cobre, por ejemplo, el 52% de la población general declara mucha confianza, cifra sube a 61% entre quienes tienen vínculo biográfico. En el caso del salmón, pasa de 33% a 44%, y en el caso de la industria forestal, de 28% a 36%.

“El concepto de vínculo es muy bonito —explica Giesen— porque desde esa relación, que en cierto rigor es laboral, se construye una opinión menos crítica y de mayor confianza, y por eso es tan valiosa", explica Giesen.

Magdalena Browne, decana de la Escuela de Comunicaciones y Periodismo de la UAI, hace hincapié en la importancia de saber diferenciar entre orgullo y confianza: “El orgullo tiene una dimensión emocional, como cuando nos va bien en el fútbol. La confianza, en cambio, se construye en la relación cotidiana. Y por eso es tan importante que las industrias trabajen de forma coordinada y transparente. Porque si una se equivoca, se castiga a todas”.

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