Así funciona el delivery que llega hasta los pisos 70 de los rascacielos
En Shenzhen, China, algunos repartidores subcontratan a “suplentes” que hacen la última milla del envío, creando una economía paralela dentro del delivery tradicional.

En la SEG Plaza, uno de los edificios más altos de Shenzhen, en el sur de China, pedir el almuerzo puede convertirse en toda una operación logística.
Con cerca de 70 pisos y miles de oficinistas, el tiempo de espera por un ascensor puede alcanzar media hora en hora punta, un problema serio para los repartidores que dependen de la rapidez para ganar más dinero.
La solución ha sido ingeniosa: una red informal de “repartidores suplentes” que se encargan del último tramo del envío, es decir, de llevar la comida desde la entrada del edificio hasta las oficinas.

Por cada entrega, cobran unos 2 yuanes –alrededor de 28 centavos de dólar–, según revela The New York Times en un reportaje sobre este tema.
¿Cuánto gana un repartidor “suplente”?
Uno de ellos es Li Linxing, un joven de 16 años que pasa los días subiendo y bajando los ascensores del rascacielos con bolsas de comida en las manos.
Empieza a las 10 de la mañana y termina cerca de las 8 de la noche. “Es agotador, pero lo hago por el dinero”, contó al medio estadounidense.

En un buen día puede ganar unos 100 yuanes (unos 14 dólares), muy por debajo del promedio diario de los trabajadores del sector privado de esa ciudad, que ronda los US$ 37.
¿Cómo se hacen estos repartos?
El sistema funciona como una cadena improvisada. Los conductores de plataformas de delivery –que suelen moverse en motocicletas o bicicletas eléctricas– se detienen frente al edificio y entregan sus pedidos a estos “corredores de última milla”.
Pese a que deben pagarles parte de su comisión, dicen que vale la pena porque les permite cumplir más encargos en menos tiempo.
Entre los suplentes hay de todo: jubilados que buscan un ingreso extra, adolescentes que trabajan durante las vacaciones y matrimonios que han hecho del reparto su actividad principal.
Uno de ellos es Shao Ziyou, de 47 años, conocido entre los repartidores como uno de los primeros en ofrecer el servicio fuera de la SEG Plaza. Junto a su esposa, coordina a decenas de asistentes que suben cientos de pedidos al día.
Lo que empezó como un favor a un repartidor que no quería perder tiempo en los ascensores, terminó por convertirse en un pequeño negocio con jerarquías y competencia.
Algunos corredores incluso bajaron sus tarifas para atraer más encargos, mientras otros optimizaron sus recorridos para subir varios pedidos al mismo tiempo.

Durante el último verano, el fenómeno llamó aún más la atención cuando comenzaron a aparecer niños que acompañaban a sus padres o trabajaban por su cuenta para ganar algo de dinero.
Tras viralizarse videos de menores corriendo por los pasillos con bolsas de comida, las autoridades locales intervinieron y prohibieron su participación por motivos de seguridad.
Aunque no existe un marco legal para esta práctica, lo cierto es que se ha convertido en una pieza clave de la vida diaria en Shenzhen, una ciudad de 18 millones de habitantes conocida por su ritmo acelerado y su espíritu emprendedor.
En palabras de Shao, el veterano repartidor: “Siempre habrá alguien dispuesto a hacer el trabajo que otros no pueden –o no quieren– hacer”.
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
1.
3.
4.
⚡¡Últimos días Cyber! Accede al mejor precio de 2025🗳️ 📰
Digital + LT Beneficios$1.200/mes SUSCRÍBETE