
Abdullatif Mohammed Al Jasmi: “No podemos conservar todo, pero sí enseñar todo”
En vísperas del Día de los Patrimonios, que se celebra el 25 y 26 de mayo, el director de Protección del Patrimonio Cultural de Qatar Museums reflexiona sobre el legado cultural como una experiencia viva, colectiva y emocional, que va más allá de la simple conservación material.
No fueron las vitrinas ni las excavaciones, sino un recuerdo del pasado. Abdullatif Mohammed Al Jasmi, director de Protección del Patrimonio Cultural de Qatar Museums, recuerda a una mujer peinando a su nieta frente a una construcción en ruinas, en Al Zubarah. Esa imagen, que incluso cuestiona sea real, nunca lo ha dejado.
“Cuando llevé a mi hija a ese mismo lugar, le pregunté qué veía... Y me dijo ‘Un castillo donde vivía una princesa’... Cada quien crea su propia memoria y todas son válidas”, dice el ejecutivo, en Chile representando a Qatar Museums, en el marco de la Cumbre del Comité Internacional de Gestión del Patrimonio Arqueológico (ICAHM), a la que asiste como parte del programa Year of Culture 2025 entre Qatar y Chile.
Para él, el patrimonio no comienza en los libros ni los museos, sino en lo afectivo y cotidiano, que se queda en la mente de las personas. “Cada objeto que ves, es una carta... Cada edificio, es un mensaje que alguien escribió para ti... ¿O acaso las personas que preservaron la Gran Pirámide hace cuatro mil años pensaban que sería conservada para su propia vida? Fue para nosotros”, plantea.
El representante de Qatar Museums ha dedicado su carrera a proteger ese mensaje en todas sus formas: desde sitios arqueológicos hasta expresiones vivas como la música, el deporte, la indumentaria o la arquitectura.
“No es lo que ves, sino lo que te provoca”, complementa, y luego añade: “hay personas que quizás nunca han entrado a un museo, pero pasan todos los días por afuera, y ese edificio ya está influyendo en cómo ellos entienden su entorno”.
Mensajes y caminos perdidos
Uno de los conceptos que más repite Al Jasmi es el de lo invisible: la cultura no necesariamente es lo evidente, sino también los pequeños gestos y aquello que no se explicita. “Probablemente, el 65% del patrimonio cultural que experimentamos, lo hacemos sin darnos cuenta”, sugiere. “Está en los sonidos que escuchamos al salir de casa, en las calles que recorremos o en las decisiones que tomamos sin pensar y todo eso nos moldea”, agrega.
Para Al Jasmi, la conservación no es solo guardar objetos, sino también entender qué representan. “A veces, lo que se preserva no es el objeto en sí, sino el proceso que lo mantiene con vida”, comenta. “Podría llegar un momento en que la ropa pueda imprimirse, ¿Qué pasa con la sastrería y la costura? Si desaparece, ¿El bordado podría sobrevivir? Eso se pierde progresivamente", ejemplifica.
En Qatar, recuerda, muchos antiguos caminos se convirtieron en autopistas sin que nadie se preguntara el motivo por el cual se hicieron de esa manera. “Quizás seguían rutas de caza o conectaban con lugares sagrados... Y es que si no nos hacemos esas preguntas, perdemos también las historias que esos caminos contaban”, plantea.
Una identidad compartida
Para el representante de Qatar Museums, el patrimonio es un elemento de identidad común. “Si dos personas ven una obra de teatro, sin conocerse, pero sintiendo lo mismo, eso es cultura: la posibilidad que dos extraños se reconozcan en algo sin haber cruzado una palabra”, reflexiona.
Lo importante, enfatiza, no es tanto qué se conserva, sino el qué genera. Y la misma lógica se puede aplicar a los territorios. “Hay sitios con siglos de historia que pueden no conectar, y hay estadios de fútbol de hace dos años que ya son parte de la memoria colectiva de un país... Es el valor simbólico lo que importa”, propone.
Una de sus preocupaciones es cómo usar la tecnología en la conservación, así como la IA, los modelos 3D o la digitalización de archivos, sin dejar de lado los objetos reales. “Un archivo escaneado puede invitarte a conocer el original; una réplica puede abrir la curiosidad; pero nada reemplaza al objeto, al olor, al miedo de romperlo al tocarlo... esa experiencia no puede digitalizarse”, sugiere.
Sobre factores como el calentamiento global, la urbanización o conflictos armados, dice que la clave es la educación. “No podemos conservar todo, pero sí podemos enseñar todo... Ese conocimiento, incluso en quienes no se dedican al patrimonio, es lo que transforma las decisiones cotidianas”, afirma. “Quiero que haya más gente que reciba estos mensajes, que sepa que hay algo ahí esperando ser escuchado y que eso los inspire a dejar algo también para los que vienen”, cierra.
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