Cómo un artista chileno llegó a pintar en uno de los muros más visibles de Doha
El artista Daniel Marceli viajará al país del Golfo Arábico a principios de octubre y dará vida a uno de los muros de la pista olímpica de ciclismo de Doha, en donde retratará a una tiburón ballena, una de sus criaturas marinas más relevantes

La primera sensación fue de incredulidad. Era una tarde de junio cuando, mientras caminaba por las calles de Quilpué junto a su hijo, Daniel Marceli tuvo que detener el paso. Le había entrado un correo electrónico inesperado: desde Qatar lo querían a él, sin postulación previa ni aviso alguno, para dar vida a uno de los muros de la pista olímpica de ciclismo. “Lo único que quería era llegar a la casa, buscar un mapa y mostrarle a mi hijo desde dónde me estaban escribiendo”, recuerda Marceli.
Entonces, lo que parecía un mensaje improbable terminó siendo cierto. A través de Ian Urbina, un periodista del New York Times con el que colaboró hace unos años, su obra de ballenas que ya cuenta con alta notoriedad en Chile y el extranjero, llamó la atención de curadores qataríes. Fue así como el muralista chilote, que comenzó en el graffiti en los años noventa, fue elegido como representante nacional en JEDARIART, el programa internacional que convoca a artistas de distintos países para intervenir muros en Doha y que es parte de “Years of culture”, que en 2025 tiene como uno de sus protagonistas a Chile.

Pero Marceli, oriundo de la comuna de Castro, Chiloé, inició su camino en el graffiti en Concepción y Punta Arenas, inspirado por la estética del hip hop. Más tarde, en Valparaíso, encontró un lenguaje “más allá de las letras” y se expandía a los paisajes y narrativas ligadas al mar. “Siempre me gustó el dibujo, y en el graffiti encontré cómo diferenciarme de mis amigos... Con el tiempo, Valparaíso fue mi gran escuela”, explica.

Ese aprendizaje derivó en un sello que lo hace único e identificable, y así las ballenas a escala real comenzaron a habitar muros del país. Eso sí, no son solo propuestas visuales: se tratan de una narración lafkenche y, al mismo tiempo, de un ritual personal ligado a la muerte de su padre. “Pintar ballenas fue un click distinto... Representaba algo más profundo que lo estético, era un vínculo con la memoria y la ritualidad del mar: la gente lo entendió y conectó con eso”, señala Marceli.
Entre ballenas y tiburones-ballena
La invitación de Qatar llegó precisamente por esas ballenas. Pero, a pesar de eso, el mural que pintará tendrá un giro: no será una jorobada, sino un tiburón-ballena, el animal marino que simboliza la cultura qatarí. “Ellos también son una cultura navegante... Así como en Chiloé las chalupones marcan un imaginario, para ellos lo hace el tiburón-ballena: es un punto de encuentro entre dos mundos distintos que comparten un mismo mar”, cuenta Marceli.

El mural medirá hasta 16 metros y ocupará cerca de 80 m². Para realizar la intervención, la organización le entregará unos 160 sprays y varios galones de pintura. Para Marceli, más allá de la técnica, la clave será la paleta de colores: la misma que ha acompañado su obra desde que plasmó la tercera ballena inspirada en las flores del cementerio de su padre, ubicada en la estación de metro Miramar, en Viña del Mar.
El 4 de octubre partirá rumbo a Doha, en donde no solo buscará pintar, sino también aprender. “Siento que la ballena sigue viajando y yo la acompaño... Espero poder traer de vuelta el conocimiento ancestral que ellos tengan para compartirlo acá, que no sea un viaje turístico, sino un cruce real de saberes”, afirma.

Con respecto al mural, su expectativa es que los ciclistas y visitantes de la pista olímpica se detengan frente a la imagen, se asombren y reflexionen. Que entiendan, plantea, que en el sur de Chile “nuestros muertos se van al mundo astral a través del mar y de las ballenas”.
Después de su viaje, Marceli volverá a Valparaíso para participar en la primera bienal de arte público. Un desafío que, asegura, busca recuperar el lugar de la ciudad puerto como capital sudamericana del muralismo. Pero antes, su nombre quedará inscrito en un proyecto global que conecta orillas distantes.

“Es importante que los jóvenes que empiezan a pintar vean esto como una búsqueda personal, porque hoy hay mucha inteligencia artificial dando vueltas, pero el arte debe seguir teniendo espíritu y magia... Eso es lo que se agradece y lo que permanece”, reflexiona.
Para complementar el trabajo de Marceli en el programa JEDARIART, un artista qatarí hará lo suyo en las calles de Valdivia, en donde plasmará su arte y mostrará su propuesta, tal cual realizará el chileno entre el 4 y 19 de octubre en Doha, Qatar
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