Debates presidenciales

SEÑOR DIRECTOR:
La libertad para presentarse a elecciones populares es un pilar de la democracia. Es un piso mínimo de apertura a la disputa por el poder y una manifestación práctica de la igualdad ante la ley. Sin embargo, es muy fácil tener turistas electorales; personas que de vez en cuando, sin posibilidades reales de conducir los destinos del país, se presentan como candidatos a cargos tan relevantes como Presidente de la República. Están en su derecho, nadie se los puede negar, aunque la profundidad y representatividad de sus proyectos sea prácticamente nula.
¿Por qué debemos incluir a estas candidaturas en los debates públicos? ¿Por qué debemos darles el mismo tiempo para expresarse que a candidatos que sí representan un proyecto competitivo y mínimamente representativo?
Estas candidaturas “menores” son, en el mejor de los casos, testimoniales, pero en general sólo sirven para distorsionar la discusión e inflar artificialmente ciertas posiciones escasamente compartidas por la ciudadanía.
En Estados Unidos solo participan de los debates televisivos los candidatos que superan cierto umbral de apoyo en las encuestas. En Chile podríamos fijar ese piso en un 5% y tendríamos debates más serios, más realistas y la ciudadanía podría acceder a un instrumento de información de mayor calidad para definir su voto.
Marcelo Estrella Riquelme
Director Observatorio Social, U. del Alba
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