Cartas al Director

Incógnitas que rodean el FES

Incógnitas que rodean el FES

SEÑOR DIRECTOR:

Las incógnitas que rodean al FES aumentan con el paso del tiempo, en vez de disminuir. Si hasta ayer ya eran muchas —conceptuales (¿por qué revivir a Milton Friedman de los años 1950?); de diseño (¿por qué una condonación selectiva junto a un nuevo esquema de ayuda estudiantil?); de justicia (¿graduados que terminan pagando dos o más veces su carrera?); de costo fiscal (según el CFA, ¿una “solución” con alto riesgo?); de fuerte impacto institucional (¿limitar el copago?) y pérdida de autonomía (¿depender únicamente de recursos públicos administrados políticamente?)— hoy esas incógnitas agregan una más. Esta vez, de carácter netamente político.

Ella aparece dramatizada por el próximo traspaso del mando presidencial en un plazo menor a cien días. Abre la posibilidad de un importante, aunque todavía incierto, cambio de orientación gubernamental.

De hecho, un nuevo actor —Kast, el presidente electo, su equipo, las fuerzas que lo apoyan y la constelación de opinión pública que lo eligió— se halla presente ahora en el centro del campo de decisión. Obliga a todos los demás actores a hacerse cargo de una nueva situación y equilibrio de fuerzas.

¿Cómo podría el FES recorrer la última milla sin descarrilar? Solo con un “gran acuerdo” entre el gobierno saliente y el entrante, por improbable que parezca. Y, además, necesitaría contar con el respaldo de las diferentes agrupaciones de instituciones de educación superior, sin excepciones. Lo mismo, de los parlamentarios oficialistas y de oposición. Y, también, de todas las partes interesadas: académicos y estudiantes, comunidades científicas, gremios profesionales y empresariales, iglesias y medios de comunicación.

La dificultad de obtener un acuerdo de ese heterogéneo conjunto de actores, ideas e intereses es de por sí una obra enormemente intrincada. Agréguese a ello la complejidad y relevancia del asunto; cual es, el financiamiento de las ayudas estudiantiles, área donde abundan las fallas: una gratuidad mal diseñada, enrevesado cálculo de aranceles, regímenes de becas trastocados, abandono temprano de estudios y excesiva duración de los mismos.

Incomprensiblemente, el gobierno dejó pasar el tiempo —casi cuatro años— sin construir ese acuerdo; hoy tiene cuatro semanas y un nuevo clima de opinión para lograrlo. “Ahora díganme que corra/Y me esforzaré con cosas imposibles” (Shakespeare, Julio César).

José Joaquín Brunner

Director Doctorado en Educación Superior UDP

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