Rivera Letelier cierra trilogía: "La escribí a mi antojo"

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La muerte se desnuda en La Habana describe el último caso del Tira Gutiérrez y la hermana Tegualda. Ahora la pareja de detectives viaja a Cuba para dar con el paradero del hijo de un empresario nortino.


Es su primera misión internacional. Sus casos recurrentes eran perros perdidos e ir en busca de parejas infieles. También esclarecer algunos crímenes del pasado.

"Ustedes deben saber, es el dueño de casi medio Antofagasta y de algunas importantes empresas mineras", dice la abogada que contrata al Tira Gutiérrez y la hermana Tegualda para que viajen a Cuba.

En un plazo de 15 días deben intentar resolver el caso de Theo, el joven veinteañero que llegó a estudiar cine a la isla y que es hijo del reputado empresario Julio Armando Parson, quien desapareció sin dar señales de vida.

Las aventuras de la primera saga policial del escritor nacional Hernán Rivera Letelier (67), iniciada con La muerte es una vieja historia (2015) y seguida en La muerte tiene olor a Pachulí (2016), llegan a su fin con la novela La muerte se desnuda en La Habana, que llega a librerías por editorial Alfaguara.

Esta vez la tensión erótica entre el Tira Gutiérrez y la hermana Tegualda ocupará varios párrafos del ejemplar. Pero antes de eso la pareja de detectives deberá conocer la bohemia habanera y entrar a locales nocturnos como Casa de la Música, Dos Gardenias, el Gato Tuerto, la Habana Vieja y el Tocororo. El joven Theo también es buscado por la policía cubana. Es el principal sospechoso de la muerte de una prostituta.

¿Volverán en otros libros ambos personajes? "Ahora pienso que nunca más, pero de repente salta una nueva historia. Nunca digas nunca jamás, como dice James Bond. Ahora que lo pienso, ya los estoy extrañando…", dice Rivera Letelier al teléfono desde su casa en Antofagasta.

¿Cuándo fue por primera vez a Cuba?

He ido unas ocho veces. En 2005 fue la primera y en abril pasado la última. La primera vez fui como jurado de novela del premio Casa de las Américas. Estuve unos 15 días. He ido varias veces invitado a la Feria del Libro de La Habana, y en otra oportunidad viajé con un grupo folclórico de Antofagasta. Así que tengo muchas anécdotas en la isla, la conozco casi toda y por eso se me ocurrió ambientar la novela allá.

¿Investigó para crear la novela?

Todo lo conocí en terreno. Y ya en los últimos viajes comencé a tomar notas para el libro. Esos lugares que nombro existen. Recorrí todo eso. Y bueno, había que darle la atmósfera caribeña. Por ejemplo, los taxistas en Cuba son unos personajes.

¿Qué le parece el turismo en la isla?

Es una de las entradas principales que tienen los cubanos. A los turistas los tratan como botón de oro. Con respecto a las prostitutas, hay en todas partes, pero en Cuba es distinto. Por decreto se supone que no hay prostitución. Sin embargo, está lleno de estas niñas. Ellas son distintas. De repente uno no se acuerda que son prostitutas, porque la mayoría estudió en la universidad y tienen una profesión.

El Tira Gutiérrez se siente el rey de La Habana…

Es que el Tira es un macho pampino. Y todos los pampinos son lachos. Ahora verán que la hermana Tegualda es un volcán que en cualquier momento hace erupción… Yo escribo sin ningún plan previo, sin ninguna hoja de ruta. Solo me siento a escribir con una idea y luego mientras avanzo me voy sorprendiendo yo mismo.

¿Qué significa cerrar esta trilogía?

Menos mal que la terminé. Para mí fue un cacho cuando me metí en esto. A mí no me gustan los policiales. Por eso esta serie la hice a mi antojo, con mucho humor… Imagínate un detective privado que en vez de una pistola lleve una tostada con mantequilla. Suena inverosímil pero tuve que hacerlo verosímil.

¿Qué le parece la Cuba actual?

No ha cambiado mucho. Y creo que estaba empezando a cambiar con las relaciones con el gobierno estadounidense de Obama, pero ahora que llegó este loco de Trump se congeló cualquier avance. Pero hay cambios… Hay internet, aunque sea en lugares específicos.

¿Cuba es dictadura o democracia?

En política soy un francotirador y un lobo estepario. Mucha gente cree que porque tiene derecho a votar vive en una democracia. Por ejemplo, acá en Chile, los que hemos ido a sufragar nunca hemos votado por algún Angelini, Matte Larraín o Luksic… O sea nunca hemos votado por quienes manejan el poder. Entonces esto es una democracia muy entre comillas. La dictadura cubana es completamente distinta a la que hubo en Chile. Esta novela es un homenaje a los cubanos. Es una gente muy bella, franca y alegre.

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