Piglia cuentista: los laboratorios de la condensación

Ricardo Piglia. Foto: Rodrigo Ruiz Ciancia.

El escritor argentino, uno de los maestros del relato breve, siempre usó el formato –y otros– para borrar las fronteras entre los distintos géneros literarios. Por estos días, su dimensión de cuentista reaparece con la edición de sus Cuentos completos, vía Anagrama. En Culto, tres voces analizan la escritura del oriundo de Adrogué en esa faceta.


Fue algo así como un Lutero martillando sus 95 tesis en la catedral de Wittenberg, pero no. Ocurrió en la Argentina de 1986, cuando se acomodaban a eso que llaman democracia bajo el gobierno de Raúl Alfonsín, y Maradona ganaba el mundial de México. Mientras eso pasaba, el escritor Ricardo Piglia publicaba sus Tesis sobre el cuento. Acaso uno de los formatos que mejor dominaba.

En un texto breve, señalaba que el cuento “es un relato que encierra un relato secreto. No se trata de un sentido oculto que depende de la interpretación: el enigma no es otra cosa que una historia que se cuenta de un modo enigmático”. Esto, tiene que ver con otra de sus “tesis”: un cuento siempre cuenta dos historias. Así, una está más en la superficie, y otra, va de manera subterránea.

Sobre esto último, Piglia agregó: “El efecto de sorpresa se produce cuando el final de la historia secreta aparece en la superficie”.

No es casual que el oriundo de Adrogué haya pensado y escrito sobre los cuentos. Su libro debut, La invasión (1967), fue de relatos breves. Y de cuentos también fue una de las primeras publicaciones póstumas tras su muerte, ocurrida en 2017: el aclamado Los casos del comisario Croce (2018).

La dimensión de Ricardo Piglia como cuentista vuelve al tapete a propósito de que en las librerías acaba de llegar el volumen Cuentos completos, vía Anagrama. Acá se reúne la totalidad de los relatos breves del trasandino.

“El Piglia cuentista es el primer Piglia”, dice certero a Culto el escritor argentino Mauro Libertella (38) a la hora de caracterizar su faceta de narrador en formato corto. “Se diría que en La invasión algo de esa ‘pureza’ que tienen siempre los escritores cuando todavía no publicaron un primer libro perdura, acaso, en su trabajo como cuentista”.

“Además, la forma breve es algo que Piglia cultivó con especial vocación, y los cuentos son eso: laboratorios de la condensación, donde se pueden decir muchas cosas en muy poco espacio. Sus Tesis sobre el cuento explican un poco el método”, añade Libertella.

El escritor nacional Diego Zúñiga (33), ve en Piglia un cuentista que no se quedó solo en reproducir un formato. “Es interesante pensar a Piglia como un cuentista que transitó por el género con una libertad que sólo te la otorga el haber leído todo o casi todo: ¿Qué puede resultar del cruce entre Arlt, Borges y Hemingway? Un puñado de cuentos tan singulares como memorables”.

Piglia conocía perfectamente la tradición norteamericana, pero a su vez había leído a Kafka, a Borges y a Gombrowicz con muchísima atención, lo que me parece que terminó por darle una textura a sus cuentos que los hacen dialogar con sus contemporáneos desde un lugar distinto”, agrega el autor de Camanchaca.

Por su parte, el escritor argentino Germán Maggiori (48) señala: “Como narrador era extraordinario, desde sus primeros relatos ya se ve un dominio increíble de la técnica y una seguridad, en cuanto al estilo, que siempre me llamó la atención. Ricardo corría además con ese plus de valor con el que cuentan aquellos escritores que además de hacer ficción se dedican a la crítica. Pienso en Nabokov, Brecht, Borges o Gombrowicz, y en cómo esa praxis permea sus textos y multiplica su sentido”.

Ricardo Piglia ©Rodrigo Ruiz Ciancia.

Correr los límites

Ricardo Piglia escribió cuentos, novelas, ensayos, guiones y diarios. ¿Habrá sido el cuento donde mejor se desplegó? Para Mauro Libertella, eso fue en los ensayos. Sin embargo, acota algo importante, los géneros narrativos prácticamente se difuminan en la obra del autor de El pianista. “Trabajó intensamente para borrar los límites entre ficción y crítica. ¿Qué es Respiración artificial, una novela o un largo ensayo narrativo sobre la Argentina? ¿Qué es El último lector, un conjunto de ensayos o una serie de cuentos sobre la lectura?”.

Germán Maggiori piensa algo similar: “Diría que su desempeño fue parejo, en todos los géneros que incursionó fue notable. Por otro lado, me parece que esas categorías tienden a desvanecerse en el caso de Ricardo. Sobre todo a partir de la publicación de los tres volúmenes de Los diarios de Emilio Renzi, que son un compendio de los cuadernos donde Ricardo registró desde los dieciséis años lo que él decía que era su historia personal con el lenguaje”.

No solo corría los límites, los cuentos podían ser ensayos, o mini novelas. Durante su trayectoria, fue un inquieto. “Es muy distinto el Piglia de La invasión (1967) que el Piglia de Prisión perpetua (1988) o el de Nombre falso (1975). Así como tuvimos acceso a sus diarios, que permiten entender muchos de los cambios que hay en el camino de su literatura, estos Cuentos completos permiten apreciar esos cambios, esos giros y también la insistencia por ciertas tramas, tonos y texturas de una prosa que ya en ese primer libro —La invasión— me parece admirable”, dice Zúñiga.

Los Cuentos completos fueron editados por el mismo Piglia, en sus días finales, cuando la ELA (esclerosis lateral amiotrófica) lo tenía postrado y trabajaba mediante un software de escritura con la mirada. Dejó una serie de instrucciones sobre las publicaciones que seguirían. Germán Maggiori era su sobrino, y entre sus conversaciones, confiesa que no estuvo esta antología. “Lo que sí recuerdo es que me mandó los Casos del comisario Croce cuando aún los estaba corrigiendo, pidiéndome que prestara especial atención al cuento La película, cuyo argumento tiene en común con el de mi novela Entre hombres la existencia de una película, un video en el caso de la novela, que funciona como el motor de la trama policial”.

Mi cuento favorito

Pedimos a nuestros entrevistados que escogieran sus cuentos favoritos dentro del catálogo de Ricardo Piglia. Mauro Libertella abre los fuegos. “Me gusta mucho En otro país, el primer texto de Prisión perpetua, quizás porque es el más autobiográfico de los que escribió, y tengo debilidad por el género. Es un coming of age en miniatura, su historia de cómo dejaron el pueblo de Adrogué, en la Provincia de Buenos Aires, a los 16 años, para irse a Mar de Plata, y cómo ahí conoció a Steve Ratliff, un inglés que le enseñó la literatura universal pero también, de un modo violento, la vida adulta. Es un texto potentísimo y tiene la calidez y la intimidad del mejor Piglia”.

Por su parte, Diego Zúñiga menciona varios: “Un pez en el hielo, Mata-Hari 55, La loca y el relato del crimen, Nombre falso, El laucha Benítez cantaba boleros, Las actas del juicio y El fin del viaje, entre otros”.

Germán Maggiori agrega: “Yo tengo predilección por los cuentos de La invasión, en esos primeros relatos está la promesa de todo lo que vendrá después. Me gusta particularmente El terraplén, una historia que remite a Faulkner, y en lo personal, me remite a las anécdotas que me contaba mi padre de su infancia en Adrogué”.

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