Patricia Highsmith y sus diarios: “Matar es como hacer el amor, una forma de posesión”

Se acaba de publicar en Estados Unidos Patricia Highsmith: Her Diaries and Notebooks: 1941-1995, editado por Liveright. En sus páginas, la escritora revela una fibra íntima, desvelando su homosexualidad, y su modo de ser obsesiva, sin complejos. Aunque también su carácter algo contradictorio. Se espera que en la primavera europea del 2022 se publiquen en castellano vía Anagrama.


“La piel de Buffie es como un líquido exquisito, resbalando sobre la mía como un pedazo de satén”, anotó de su puño y letra en su diario la joven Patricia Highsmith, era el 23 de diciembre de 1942. Tenía 21 años. En esas líneas se refería a sus encuentros de corte sexual con mujeres, dando cuenta de su lesbianismo, que por su época siempre mantuvo bajo cuerda.

Sobre la misma, Highsmith agrega: “A Buffie le encantaría tenerme como única amante en lugar de su marido. Quizá mantengamos nuestras citas de los miércoles”. Posteriormente, en otra entrada del diario se explayó más al respecto: “La vida no tiene un placer tal como el momento en el que estás bajo la ducha, cantando, con una chica maravillosa esperándote en la cama en el cuarto de al lado”.

Las revelaciones de la escritora oriunda de Forth Worth, Texas, acaban de ver la luz en el país del norte con el volumen Patricia Highsmith: Her Diaries and Notebooks: 1941-1995, editado por Liveright. Para ello resultó clave el trabajo de Anna von Planta, quien, municiosa, recopiló, ordenó, transcribió y editó durante más de ocho mil páginas manuscritas. Esto, a la manera de los diarios de otras autoras y autores que han visto la luz, como los de Alejandra Pizarnik, John Cheever, Julio Ramón Ribeyro o Susan Sontag.

En esos papeles, la autora de El talento de Mr. Ripley, revela su fibra más íntima. De este modo, da cuenta cuál era el lugar que lo otorgaba a la esfera sexual en su vida. “El sexo, para mí, debería ser una religión. Yo no tengo otra”, escribió en la entrada del 7 de agosto de 1941. Aunque tampoco era que el sexo fuese una guía, lo que de algún modo revela su carácter algo contradictorio. De hecho, escribió sobre lo mismo: “No siento ningún otro deseo, a una devoción, a algo, y todos necesitamos una devoción hacia algo más allá de nosotros mismo, fuera incluso de nuestras ambiciones más nobles”.

Aunque en otra página vuelve a reconocer la influencia de lo sexual no solo en su vida, también en su escritura. “Sí, quizá el sexo sea mi tema en la literatura, ya que es mi influencia más profunda; se manifiesta en represión y negatividad, quizá, pero es la influencia mas profunda”.

Ser homosexual

También se permite reflexiones sobre ser homosexual en una época en que aún la condición no era bien vista en la sociedad estadounidense de posguerra, en que el macartismo y la caza de brujas contra comunistas estaba desatada. “Sucede que mundo de ellos es el sueño del mundo de los heterosexuales, que viven sin perturbaciones ni tormentos, que compran casas y viven en ellas con las personas que aman, como yo no puedo”, escribió Highsmith.

Sin embargo, tampoco era alguien que pusiera a la homosexualidad en un pedestal. “Los homosexuales son realmente muy reticentes a sus asuntos. Bajo una apariencia de santidad, ocultan la trivialidad y transitoriedad de sus relaciones. Esta es su verdadera vergüenza y bajeza”, escribió.

Aunque también se muestra empática con la homosexualidad. En mayo de 1961 escribió: “Prefieren la compañía entre ellos no tanto por una desviación sexual común frente a lo que acepta la sociedad, sino por saber que todos ellos han pasado por el mismo infierno, los mismos juicios, las mismas depresiones y los que se encuentran los han sobrevivido...Son hermanos y hermanas de sangre”.

De todos modos, pese a su escepticismo con lo convencional, en su diario reconoce que es algo que también más de una vez pensó: “Tengo una visión persistente, una casa en el campo con la esposa rubia a la que adoro, con los hijos a los que adoro, en el terreno arbolado que adoro”. Pero luego del impulso vuelve a tierra: “Sé que esto nunca va a suceder, y sin embargo será esa tentadora medida (de un hombre) lo que parcialmente me haga seguir adelante”.

“Las obsesiones son lo único que importa”

Para Highsmith, escribir un diario era como un ejercicio exploratorio, merced a un afán cuasi demiurgo, como si las palabras estuviesen contribuyendo a formarla. “Ahora sé por qué llevo un diario. No me siento en paz hasta que continúo el hilo en el presente -escribió-. Me interesa analizarme a mí misma, tratar de descubrir las razones por las que hago esto y aquello. No puedo hacerlo si dejar caer guisantes secos detrás de mí para ayudarme a desandar el camino, a señalar una línea recta en la oscuridad”.

Aunque en esas páginas también reconoce uno de sus rasgos: la obsesividad. “Las obsesiones son lo único que importa. La perversión, sobre todo, me interesa, y es la oscuridad que me guía”.

De hecho, una de esas obsesiones, en 1948 tuvo nombre: la señora E.R. Senn. Una sofisticada mujer mayor, elegante y quien entró a la tienda donde Highsmith trabajaba como vendedora en la tienda Bloomingdale’s, el clásico trabajo temporal de cara a la navidad para hacerse unos cuántos dólares más. El 8 de diciembre de ese año escribió: “¿Fue este el día en que vi a la señora E.R. Senn? ¡Cómo nos miramos con esta mujer de aspecto tan inteligente! Quiero enviarle una tarjeta de Navidad y estoy planeando qué voy a escribirle”.

En rigor, lo que escribió fue novela Carol (1952). La imagen de Senn se le seguía repitiendo y posteriormente creyó volver a verla. Ahí anotó: “Cómo acaso hasta el amor, de tanto sufrir magullones en su cabeza, puede convertirse en odio. Pues lo curioso es que ayer también me sentí muy cerca del asesinato, también, cuando fui a ver la casa de la mujer que casi me hizo amarla cuando la vi apenas en diciembre de 1948. Matar es como hacer el amor, una forma de posesión. (¿No es la atención, durante un momento, de nuestro objeto de afecto?) Sujetarla de pronto, mis manos en su garganta (que en realidad me gustaría besar) como si tomara una foto, volverla fría, rígida como una estatua en un instante”.

Una de esas obsesiones era el alcohol, al cual le prodiga algunas anotaciones: “Me pregunto si hay algún momento mejor que el del segundo Martini a la hora de la comida, cuando los camareros son simpáticos, cuando toda la vida, el futuro, el mundo parece bueno y dorado (y no importa nada con quién esté una, sea hombre o mujer, sí o no)”.

En otra anotación da cuenta que para ella, el alcohol era una vía de escape de las convenciones sociales. “Sin las copas, me hubiera casado con un zoquete sin gracia, y hubiera tenido lo que se llama una vida normal. Una vida normal es también muchas veces aburrimiento o violencia, divorcio, infelicidad e infelicidad por los hijos que nunca tuve”, escribió en 1960.

Por ahora, el libro solo se encuentra disponible en inglés, en la plataforma Amazon. Se espera que en la primavera europea del 2022 se publiquen en castellano vía Anagrama, casa editora que ha publicado su trabajo en nuestro idioma.

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