Brad Pitt sabe de velocidad. El actor y productor de 61 años es fanático de las motocicletas y posee una amplia colección de motos antiguas. Sin embargo, nunca había tenido la oportunidad de hacer un proyecto que le permitiera canalizar esa obsesión en la pantalla grande.

“Llevaba décadas intentando hacer una película de carreras, ya fuera en motos o en coches. Por la razón que sea, no había salido adelante”, explica en una conferencia a la que asiste Culto. Por eso, cuando el director Joseph Kosinski le habló de su interés de realizar “el filme de carreras más auténtico jamás hecho”, no lo pensó dos veces.

El largometraje en cuestión –titulado F1 y con funciones en los cines chilenos desde este jueves 26– tenía en su gestación una idea de alto riesgo: que los protagonistas realmente condujeran en los Grandes Premios de la Fórmula 1 y que el rodaje se desarrollara durante las fechas en que escuderías como Ferrari, Red Bull y McLaren luchan por el título. Ese concepto le pareció fascinante al actor. “Cuando Joe tuvo este audaz plan de integrarnos en la temporada de carreras, de ponernos en los coches, fue un sueño hecho realidad”, expresa.

Kosinski, quien venía con el impulso de haber hecho la exitosa Top Gun: Maverick (2022), logró atraer nada más y nada menos que a Lewis Hamilton. Emocionado con la invitación, el siete veces campeón se involucró como productor ejecutivo y se desempeñó como guía del equipo a través de un mundo que cuenta con sus propias reglas y particularidades.

“Fue muy inteligente por parte de Joe traerlo a él primero, porque su conocimiento es insondable. Teníamos reuniones, algunas de 12 horas, mientras desarrollábamos la historia, el guión, y él nos contaba sus experiencias. Y mucho de él aparece en el filme”, asegura Pitt sobre Hamilton, a quien describe como “una joya de ser humano y un absoluto caballero”.

El propio deportista se encargó de comprobar personalmente que tanto Pitt como su coprotagonista, el británico Damson Idris, contaran con la habilidad necesaria para asumir el desafío. Resuelta esa interrogante, la producción compró autos de F2 y los adaptó para que se asemejaran lo más posible a los de F1 y fueran capaces de transportar los equipos de cámara, grabadoras y transmisores. Luego, con la bendición de Stefano Domenicali, presidente de la Fórmula 1, el rodaje se movió por Silverstone, Ciudad de México, Las Vegas, Abu Dabi, entre otros circuitos de carreras donde se celebran los Grandes Premios.

“La razón por la que se siente inmersiva es porque realmente está sucediendo. Es decir, estos chicos están conduciendo los coches a 290 kilómetros por hora. Las cámaras están montadas en los coches. La estamos rodando durante un fin de semana de carreras real, entre los entrenamientos y la clasificación. Y el público puede sentirlo. Cuando te esfuerzas tanto para hacerlo de verdad, creo que lo sientes al ver el filme”, plantea el cineasta.

Y enfatiza: “Cuando ves a Brad concentrado en Silverstone él no está actuando. Está muy concentrado e intentando mantener el coche en la pista porque es una curva rápida. Así que el objetivo era ofrecer al público una experiencia que sólo 20 personas tienen cada fin de semana. Es un deporte de élite. Nos dirán si lo logramos o no, pero ese era el objetivo”.

La cinta, una superproducción financiada por Apple, encarar un contratiempo importante a mediados de 2023, cuando las huelgas de guionistas y actores paralizaron Hollywood durante varios meses y los rodajes de series y películas se detuvieron. En ese período de pausa el elenco se siguió preparando, por lo que, una vez llegó el momento de regresar al set, demostraron que habían pulido sus destrezas al volante. “Casi desearía poder rodarla de nuevo porque al final diría que Damson (Idris) y yo éramos unos pilotos bastante buenos”, señala Pitt.

Gracias a esa ambiciosa apuesta, F1 es probablemente lo más cerca que ha estado el cine de capturar el vértigo de una de las competiciones deportivas más seguidas del planeta. Pero ¿qué sería la proeza técnica sin una buena historia que la sostenga?

Brad Pitt interpreta a Sonny Hayes, un promisorio talento de los años 90 que tuvo que retirarse prematuramente tras sufrir un accidente. Alejado de las grandes ligas, es tentado por Ruben Cervantes (Javier Bardem), un viejo compañero que desea que compita para su decadente equipo, APXGP, y haga dupla con el joven y prometedor Joshua Pearce (Damson Idris). Aunque en un inicio se muestra reticente, finalmente acepta e intenta imponer su método durante las nueve carreras que tienen por delante.

“La F1 está llena de historias. Cada individuo tiene la propia, supongo. Su propia búsqueda y sus propias fuerzas contra las que lucha. Sonny es un personaje que tuvo una etapa temprana en la F1 y no salió bien. Él cree haberlo aceptado. Ha estructurado su vida en torno a ello y ha seguido adelante. Pero, como suele ocurrir en la vida, esas dudas parecen volver a aparecer y tenemos que enfrentarlas de nuevo. Esa es la historia de Sonny, tal como la veo, y me conmueve bastante. Pero hay muchas más historias detrás de nuestra historia”, afirma el actor.

Ese punto de inicio es la excusa para hablar sobre segundas oportunidades, sobre camaradería y sobre resiliencia. Temas universales que se ajustan a una película que celebra la entretención de antaño y que tiene en el centro a una de las estrellas más veneradas del Hollywood reciente y actual.

Más allá del tipo de acogida que reciba cuando debute en la cartelera, Pitt tiene claro que la realización del largometraje es algo que atesorará para siempre. “Me siento muy agradecido porque la experiencia que nos brindó Joe, al ponernos en el coche, al ponernos en este ecosistema de la temporada de F1 con todos los pilotos y los equipos, fue una experiencia extraordinaria. Nunca había vivido algo igual en todas mis décadas dedicándome a esto, y siempre estaré agradecido con Joe por este filme, por ser el arquitecto de esta idea demente”, cierra.