Adiós al último de los Ramones

<P><span style="text-transform:uppercase">[Tommy ramone] </span>Ayer murió el último miembro original de la banda punk. Después de participar en los tres primeros discos del grupo, el baterista fue reemplazado por Marky Ramone. </P>




No fue un asunto de velocidad. Tampoco de "actitud", el mentado mérito de los que creen que eso fue lo único importante que hicieron. Lo de los Ramones fue revisionismo y rescate. Una vuelta al origen y a las guitarras. La reacción al disco y la frivolidad, a lo sinfónico y su arrogancia.

David Byrne postula que lo de la actitud y el volumen fue fortuito. Un accidente. Que a partir de la precariedad de los boliches en que tocaban a los pioneros del punk como The Ramones no les quedó otra que mirar de frente, empinarse para que te viera el último cristiano de la sala y tocar como si no hubiera otra oportunidad. Porque así era la vida para ellos. Con más fracasos que oportunidades. Y también lo sabemos hoy: Con más muerte que gloria. Joey Ramone entendió con el tiempo que ésa era la verdadera clave. En 1989, cuando reclutó a CJ Ramone una vez que partió Dee Dee, le dijo dos cosas: "Párate derecho y toca fuerte". No le habló de acordes ni de estrategias. Ni de campañas o proyección. Porque no había ninguna. Porque cuando ya eran conocidos, porque famosos no fueron nunca, la premisa seguía siendo la misma: tocar rápido porque así corre la vida para los que viven al margen. Para los outsiders. Hoy llenan páginas, pero en vida vendieron de manera simbólica. Su título más rentable fue un compilado de 1988: Ramones Mania que bordeó las 350 mil copias, una cifra irrisoria para la época dorada de la industria, pero también un número ajustado a las pretensiones de un grupo sin pretensiones.

Partió Tommy Ramone, el último de la fila, y no hay maldición ni sino trágico ni nada de eso. Lo que hay es la simple rutina de la vida, pero esta vez, sin maquillaje. Una partida sin pompa. Una despedida sin honores. Un adiós como el que tiene la mayoría de los mortales. Como esos outsiders que alguna vez quisieran torcerle la mano al destino armando un grupo llamado The Ramones.

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