Croacia B también mete miedo

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El equipo balcánico cerró el Grupo D con puntaje perfecto, aunque enfrentó a Islandia con varios suplentes.



Clasificar a octavos de final en primera posición es algo meritorio. Hacerlo además con puntaje perfecto, un valor añadido. Pero completar el pleno de triunfos dando descanso a nueve titulares y transmitiendo la misma imagen de autoridad, de suficiencia, son palabras mayores. Por más que enfrente estuviera ayer una Islandia necesitada (capaz de conmover incluso en la derrota) o que el Mundial, a fin de cuentas, no haya hecho todavía más que empezar.

Lo cierto es que tiene motivos de sobra para sacar pecho Zlatko Dalic. Su equipo funciona como un conjunto coral y la sinfonía suena igual de bien con independencia de sus intérpretes. Y si no, que se lo pregunten a la irreductible Islandia, cuyo fuego mundialista se extinguió en Rostov del Don ante el plantel B balcánico.

Porque de la revolución planteada por Dalic, concebida en principio para proteger de la suspensión a cinco de sus teóricos titulares, sólo terminaron librándose finalmente Modric (el mejor durante la hora escasa que estuvo en el campo) y Perisic (autor del segundo tanto). Fueron nueve, en total, las caras nuevas, pero Croacia no cambió su imagen.

Tampoco, en honor a la verdad, Islandia, que despertó de su letargo con el gol de Messi en San Petersburgo, el codazo estremecedor de Pjaca a Bjarnason y el grito vikingo de sus incansables fanáticos, acariciando hasta en tres ocasiones el tanto. Pero el que lo encontró primero, ya en la reanudación y tras dejar temblando el arco de Halldorsson con un tremendo derechazo al larguero desde 30 metros, fue, sin embargo, Milan Badelj, el reemplazante de Rakitic.

Un gol que no ahogó las esperanzas islandesas, renovadas con el empate de Sigurdsson desde los doce pasos, pero que tampoco les alcanzó a los vikingos para seguir haciendo historia en su primer Mundial pues Perisic -dicho estaba- terminó firmando a la contra el 1-2 definitivo y el pleno croata. Tres partidos, tres triunfos, siete goles a favor y sólo uno en contra son el bagaje con el que los balcánicos llegarán el domingo a su duelo de octavos ante Dinamarca. Gustando y gustándose, además. Metiendo miedo.

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