El show del día libre

Vidal-Medel
foto: agenciauno

A dos días de medirse a Colombia, la primera tarde de descanso de la Roja en suelo español, tradicionalmente peligrosa, concluyó con una nueva y misteriosa performance de Vidal en redes que agitó su guerra fría con Claudio Bravo.



La Selección disfrutó de su primera tarde de descanso en suelo español a dos días de medirse a Colombia. La jornada de asueto, que tantos problemas trajo en el pasado al combinado nacional, se desarrolló sin grandes sobresaltos, pero concluyó con una nueva y misteriosa performance de Vidal en las redes sociales. La polarización y la lucha de egos persiste en el camarín.

No tenía por qué suceder nada, pero ya había sucedido otras veces. Desmanes, detenciones, sanciones ejemplares, federaciones retratadas, indultos históricos. Un asunto de estado, casi, aquellas jornadas libres de la Roja que terminaron en tragedia. No pasó esta vez nada parecido durante las horas de esparcimiento, pero con semejante historial en la memoria, resultaba inevitable no ceder a la desconfianza.

Es cierto que no se trató, en rigor, de un día de descanso, sino de una tarde de asueto, pues la Roja completó por la mañana una liviana práctica privada en la que, por cierto, Rueda volvió a insistir con el mismo once. Minutos después, en conferencia, Maripán alzó la voz para manifestar su hastío. El suyo y el de todos. "Estamos colapsados después de dos años hablando del tema. Que en cada conferencia, que en cada nota, te pregunten por eso ya agota. La convivencia es buena, está muy bien", sentenció el central al ser interrogado por la relación entre Vidal y Bravo, esa teleserie que nunca termina. No le faltaba razón, porque no había escuchado todavía, claro, el último hit que el volante del Barcelona estaba a punto de compartir en las redes sociales.

El tiempo de recreo arrancó tras el almuerzo. Una tarde de ocio que los seleccionados aprovecharon de diferentes maneras. A las 16.15, hora local, el bus de dos pisos de la Selección partió con rumbo a un Mall situado en la cercana ciudad de Cartagena con apenas una decena de futbolistas dentro. Era el bus del recambio, con Maripán y Pulgar capitaneando una expedición que completaban Mora, Sierralta, Vegas, Christian Bravo, Niklas Castro y Miiko Albornoz.

Instantes más tarde, emprendía la marcha una segunda van, mucho más pequeña en dimensiones, con Vidal, Medel y otros pesos pesados de la generación dorada a bordo. No todos, por supuesto, pues Claudio Bravo disfrutaba a esa hora tomando el sol en la piscina del hotel en compañía de los otros dos arqueros, Collao y Arias; mientras de Alexis, siempre más introspectivo, nada se sabía. Una hora y media más tarde, con paso aletargado y acompañado del PF Carlos Velasco, abandonaba las instalaciones el seleccionador, en un auto particular.

De apenas tres horas de desconexión pudieron disfrutar finalmente los seleccionados, pues al filo de las ocho de la tarde, cuando el día comenzaba ya a declinar sobre el litoral murciano, el bus del recambio, el auto del seleccionador, la van de la Generación Dorada y Alexis Sánchez, caminando, realizaron su arribo al hotel de concentración. Allí, cerca de una treintena de hinchas chilenos, ya estaban aguardándolos. Maripán, Rueda, Medel y Vidal fueron los más aclamados, pero tan solo los tres primeros se detuvieron a firmar autógrafos y posar para las fotos con los fanáticos.

El Rey, en un gesto muy poco habitual en él, ingresó al hotel sin detenerse ni un instante. Una vez allí, volvió a disparar -o a insinuar- y a avivar el debate. Lo hizo, en esta ocasión, subiendo a las redes un video cantando, en compañía de Orellana, el fragmento de una canción que interpreta su hermano. "No me interesa lo que puedan pensar porque mirándome a la cara no pudieron ni hablar", rezaba la letra en cuestión del grupo chileno de música urbana Street Dream Music. "Aquí no hay traiciones, somos todos hermanos", proseguía el volante en su cuenta de Instagram. Un mensaje encriptado en plena guerra fría con Bravo que llega, independientemente de su intención, en el peor momento posible. Y que más tarde, con las redes bramando, borró en parte, tras culpar a los periodistas de buscar problemas.

El caso de Niklas

Tampoco hizo su aparición en el lobby, pese a la tenaz insistencia de los hinchas, el propio Claudio Bravo, refugiado seguramente ya, a esas horas, en la habitación que comparte en la concentración de Murcia con Niklas. Los dos versos sueltos de la Roja. Dos jugadores en busca de aceptación.

Una faceta en la que el noruego parece tomar ventaja. "Los primeros días estuvo un poco cohibido, pero ya con el paso del tiempo, mucho mejor. Se hizo amigo con el Miiko y ahí la cosa cambió. Está contento por todo lo que está ocurriendo. Está muy cómodo y feliz con el gran capitán de nuestra Selección en su misma habitación. El inglés británico de Bravo es perfecto y Niklas lo domina muy bien", explicaba a La Tercera Miguel Castro, padre del jugador.

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