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Cortocircuito

Con todo, la estrategia sanitaria del Colegio Médico plantea varias incógnitas. La primera dice relación con el carácter refundacional del nuevo plan.

La presidenta del Colegio Médico, Izkia Siches, y su vicepresidente, Patricio Meza. FOTO: SEBASTIAN BELTRAN GAETE/AGENCIAUNO Sebastian Beltran Gaete

“Vivos nos necesitamos: unidos para eliminar el virus”. Ese es el nombre del documento que publicó ayer el Colegio Médico de Chile, en el que esboza una alternativa al plan Paso a Paso diseñado por el Ministerio de Salud. El documento contempla, básicamente, los mismos cinco pasos (o fases) que la normativa actual. Los cambios vienen por el lado de la nomenclatura de cada fase, así como por el endurecimiento de las restricciones asociadas a cada una de ellas. Sin duda, la que más ha llamado la atención en los medios es la eliminación del Pase de Movilidad en todas las fases del plan.

Dichos cambios obedecen a una estrategia de “eliminación” del virus, en contraposición a la estrategia de “supresión” actualmente vigente. Sus referentes son Nueva Zelandia, Australia, China, Singapur y Bután. Si bien el documento admite que “nos encontramos en un momento epidemiológico que podría dificultar el inicio de una estrategia de eliminación”, existiría una oportunidad de reorientar la estrategia actual, basándose en la experiencia de Israel.

Con todo, la estrategia sanitaria del Colegio Médico plantea varias incógnitas. La primera dice relación con el carácter refundacional del nuevo plan. Los firmantes insisten en la necesidad de mejorar la comunicación de riesgos, así como la claridad con que se transmiten las medidas a la ciudadanía. En esto último hay que reconocer que el gobierno ha cometido varios errores. Sin embargo, ¿es necesario cambiar los nombres al plan Paso a Paso? ¿No es preferible mantener la terminología a la cual la ciudadanía ya está acostumbrada? Ejemplo: lo que hoy se llama Fase 1 comenzaría a llamarse “cortocircuito epidémico”; lo que hoy se llama Fase 5 comenzaría a llamarse “burbuja territorial”. El lenguaje no es solo intimidante, sino que, además, se presta a confusiones.

En segundo lugar, la suspensión del Pase de Movilidad parece un suicidio político y sicológico. Sabemos que los fallecimientos que estamos lamentando estos días obedecen, en gran medida, a personas que no han completado su esquema de vacunación. Sabemos, también, que el Pase de Movilidad ha sido un incentivo importante para aumentar la vacunación a nivel nacional. Tal vez influya en esta curiosa propuesta el hecho de que los costos políticos de una decisión como la que se propone los pagaría principalmente el gobierno, y no el Colegio Médico.

En tercer término, no parece del todo acertada la comparación con Nueva Zelandia, Australia, China, Singapur o Bután. Se trata de países cuyas condiciones políticas, culturales y geográficas difieren tanto de las nuestras, que uno se pregunta sobre la base de qué criterio científico se les puede considerar como ejemplos a imitar (si me permiten el tecnicismo, hay que tener muy buenas razones para seleccionar casos de estudio en base a la variable dependiente).

Pero eso no es todo. En cuanto a la recolección de evidencia relevante, la situación no es más promisoria. Un botón de muestra es el modo en que se cita la evidencia contemporánea sobre la efectividad de las cuarentenas. Se señalan algunos trabajos pertinentes, pero todos parecen confirmar la intuición de los firmantes. Hace casi un siglo, Sir Karl Popper argumentó de manera convincente que la ciencia avanza cuando intentamos refutar (falsear) nuestras hipótesis, y qué duda cabe que la evidencia sobre la efectividad de las cuarentenas es un tema espinudo entre epidemiólogos. Lo anterior no quiere decir que las cuarentenas deban ser necesariamente descartadas, pero sí que la estrategia propuesta por el Colegio Médico ignora lo polémicos que son, en sede científica, los resultados disponibles sobre este punto.

Quizás lo más paradójico del documento es que, por una parte, reconoce el nivel de desaprobación que tienen actualmente las medidas más restrictivas y, por otra, insiste en endurecer dichas medidas. ¿En qué hay que estar pensando para volver aún más draconianas aquellas medidas cuya legitimidad política y social no había estado tan baja en meses? Quizás solo un cortocircuito intelectual lo puede explicar.

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