El comandante que "administraba" la casa de Oviedo en Lo Curro: mantenía el stock de chocolates, compraba los regalos y la alimentación del general

Casa Comandante en jefe del Ejercito
Santiago 26 Septiembre 2007. Casa Comandante en jefe del Ejercito Oscar Izurieta ubicada a un costado del Club Militar de lo Curro

El teniente coronel Cristóbal Butti declaró ante la ministra Romy Rutherford y reveló cómo se adquirían suministros para la casa de excomandante en jefe, a través del uso de gastos reservados. Dijo que le daba "vergüenza" pagar en efectivo y que compraba desde regalos de Navidad hasta canastas familiares para el Alto Mando.


Cristóbal Ignacio Butti López. Grado: teniente coronel del Ejército. Para llegar a este cargo tuvo que ser oficial de caballería, encabezó el área de tecnología en la Escuela Militar, pasó por Inteligencia y también fue hombre clave destinado en la Antártica. Todo esto, antes de que el excomandante en jefe del Ejército, general (R) Humberto Oviedo, lo nombrara en un cargo que poco tenía que ver con la especialidad militar: "oficial de órdenes".

¿De qué se trataba este cargo? Era quien administraba la casa del comandante en jefe del Ejército en el sector de Lo Curro, en Vitacura. Butti es una de las piezas claves en la investigación que lleva adelante la ministra Romy Rutherford, quien el sábado procesó a Oviedo por la presunta malversación de más de $ 4.500 millones, entre marzo de 2014 y marzo de 2018.

Y fue justamente en este periodo que el comandante Butti fue asignado como el "oficial de órdenes" de Oviedo. El uniformado relató ante Rutherford las funciones que tenía a su cargo, que iban de cosas operativas de la residencia hasta situaciones más prácticas, como la compra de regalos para el Alto Mando. Todo, según el encausamiento al general (R), con cargos a los gastos reservados del Ejército.

El comandante era "uno" de los eslabones de la supuesta malversación, pues era quien recibía los dineros por parte del jefe de Finanzas de la Comandancia en Jefe, el coronel Sergio Vásquez. Todo en efectivo, sin ningún respaldo, ni boleta, ni recibo.

Butti declaró ante Rutherford y esta diligencia quedó plasmada en el procesamiento contra Oviedo. Ahí, señala que "Vásquez, por orden del comandante en jefe Oviedo, le entregaba la suma de $ 6 millones mensuales. Afirma que toda la asignación de recursos era determinada por el comandante en jefe". Este montó luego aumentó a $ 8 millones, a $ 10 millones y "podían llegar en algunos meses a sumas superiores a los $ 18 millones, incluso sobre los $ 25 millones, sobre todo por las actividades de finales de año".

Entre las labores de quien fue oficial de Inteligencia, y hoy jefe del Departamento de Admisión y Comunicaciones de la Escuela Militar, estaba la compra de víveres, flores, mangueras, semillas, repuestos, artículos de cocina, loza, paneles, y hasta vidrios. "Declara que él compraba los regalos para matrimonios, según lo que le ordenaba el comandante en jefe, quien tenía categorías de regalos según el vínculo o el tipo de persona que se casaba", señala el documento de Rutherford.

La alimentación también corría por su cuenta, la cual se conversaba con la señora de Oviedo, Marianne Stegmann. "La alimentación de la familia del comandante en jefe, en general, toda la alimentación de la casa del comandante era pagada por el declarante (Butti), es decir, se refiere que con los dineros del Ejército que a él le entregó Vásquez (en efectivo)".

A, B, C

Butti tenía que guiarse por tres categorías: regalos clase "A", clase "B" y clase "C". Según la letra, los valores fluctuaban entre $ 140, $ 120 y $ 60 mil. "Señala que el general Oviedo le señalaba específicamente cuándo un regalo era categoría A, B o C", se indica en el encausamiento.

Al parecer, lo dulce era fundamental en la casa del general (R), dado que además de destinar $ 21 millones anuales para el repostero de la residencia, Butti manifestó que él mantenía un stock de chocolates en la casa, "que compraban en La Fete, Mulier o Leonidas. Expone que se regalaban cuando el comandante en jefe Oviedo o su señora iban a alguna parte (...) Se compraban entre seis a ocho cajas en la semana, cuyos valores fluctuaban entre los $ 10 a $ 18 mil, y otras de unos 400 gramos. Se gastaban aproximadamente unos $ 150 mil a la semana en chocolates".

El comandante Butti señaló, además, que el primer año no fue el encargado de comprar los regalos de Navidad para el alto mando. Pero solo se salvó esa vez, pues después el asignado para esa tarea era él.

Abundante Navidad

Según la declaración de Butti reproducida en el procesamiento de Rutherford, "el segundo año compró una canasta de picnic en el retail, de un valor de $ 100 mil, cada una. Afirma que la canasta costaba unos $ 60 mil y debían comprar las cosas con la que la armaron, por lo que en verdad gastaron unos $ 120 mil, quizá un poco más en cada una". Ese año, 2015, se compraron 70 regalos para el Alto Mando y calculó que gastaron unos $ 8 millones.

En su testimonio, agregó que al tercer año regalaron un juego de pieceras de cama y "unas fundas de cojines que le hacía juego y que compraron en la tienda Cabo de Hornos, en la calle Alonso de Córdoba" . Butti relató que el cuarto año que regalaron un pesebre, cuyo valor de cada uno fue de entre unos $ 60 mil y $ 80 mil, por 70 regalos, aproximadamente, totalizando unos $ 6 millones.

Todo esto, además de haber comprado unas 20 lápices Mont Blanc para el cuerpo de generales y que cada uno costó unos $ 350 mil. Es decir, $ 7 millones en lápices para los oficiales de más alto rango. Según fuentes de la institución, muchos de ellos hoy activos.

También declaró que se hacía un regalo para el cumpleaños de los excomandantes en jefe y para el ministro de Defensa de la época, el que también consistía en una lapicera Mont Blanc, las que compró en unos US$ 200 cada una.

Señala que estos y otros presentes eran comprados con el dinero en efectivo que le entregaba Vásquez, y que "nunca el general Oviedo ni su señora le entregaron dinero desde sus recursos para costear estos regalos".

Según declaró Butti ante la jueza, algunas de las compras las pagaba con su tarjeta de crédito, porque "le daba vergüenza" pagar con efectivo. Dijo también que parte de su responsabilidad era cuidar la figura del comandante en jefe del Ejército, porque no tenían por qué saber qué consumía o qué gastaba, entonces, tenía un alto grado de recelo con esta información".

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