La señal clave del Papa Francisco: Otorga título especial al sacerdote que investigó el caso chileno

Jordi Bertomeu, quien ha llevado la mayor parte de la indagatoria junto al Arzobispo Charles Scicluna, fue designado a fines de abril como Capellán de Honor del Papa. Un alto reconocimiento muy escaso en su período y que apunta a que el escenario es complejo para los obispos chilenos.


Se ven felices. Sonriendo. Ahí, en dos fotos de fines de abril, Juan Carlos Cruz y James Hamilton comparten en un restaurante romano y en la tradicional Fontana di Trevi. En ambas imágenes los acompaña un misterioso hombre, también sonriente.

Su identidad: nada menos que Jordi Bertomeu, uno de los dos investigadores especiales del caso chileno, quien junto a Charles Scicluna, el Arzobispo de Malta, redactaron el crítico informe de más de 2.300 páginas que hoy tiene a toda la Conferencia Episcopal chilena en Roma, a la espera de una reunión con el Papa Francisco que se prevé durísima.

Bertomeu fue asignado directamente por el Papa a ser el acompañante de Cruz, Hamilton y José Andrés Murillo durante los días que pasaron en el Vaticano para entrevistarse con Francisco.

Pero, además, durante esa visita el sacerdote español recibió un gesto del Papa. Uno muy escaso y muy especial en su pontificado, y que habla de la relevancia que le da al caso chileno.

El pasado viernes 27 de abril, mientras los tres denunciantes del ex párroco de El Bosque, Fernando Karadima, llegaban a Roma, Francisco concedió a Bertomeu el título de Capellán de Honor de Su Santidad. Una designación que el propio Papa había eliminado en 2014 para sacerdotes menores de 65 años, y que solo ha entregado en contadas ocasiones como un premio excepcional a servicios necesarios para su pontificado.

El documento de su designación, que fue obtenido por La Tercera PM, confirma este título honorífico. En el mundo de la Iglesia, donde todo es un signo, este nombramiento reviste a Bertomeu de un aura especial. Especialmente porque es sabido que a Francisco no le gustan los títulos y que, incluso, había abolido la designación para evitar el carrerismo y la ostentación. Así, desde ese día su título oficial es de "Reverendo Monseñor", añadiendo este último término a su denominación. Curiosamente, el Capellán de Su Santidad tiene el título de reverendo monseñor y puede ser distinguido de otros sacerdotes por sus vestiduras, siendo la sotana negra con ojales, botones, bordes y forro de color morado y banda de seda morada.

El nombramiento fue escuetamente confirmado en la diócesis de Tortosa, a la que pertenece Bertomeu, donde, de hecho, entendían que había sido designado como "Prelado de Honor de Su Santidad", un cargo muy similar, pero que también fue abolido por Francisco. Sin embargo, la traducción al latín del documento original revela que el puesto es el de Capellán de Honor.

Esta designación viene a confirmar las numerosas señales que ha tenido Francisco con Bertomeu. Que partieron con la alusión y agradecimiento  al sacerdote español en la carta del Papa a los obispos chilenos. Algunos vaticanistas comentan que nunca se había visto un documento papal en el que se alabara tanto a un sacerdote en específico.

La potente señal del nombramiento de Bertomeu como Capellán de Su Santidad, también impacta en la reunión de los obispos chilenos. En Roma se comenta que Bertomeu –quien lideró la mayor parte de la investigación en Chile por las complicaciones de salud que afectaron a Scicluna– fue muy crítico del escenario con que se encontró en el país. De hecho, las víctimas de Karadima lo han elogiado públicamente por su trato y aproximación al caso chileno.

Incluso, se comenta en el Vaticano, que Bertomeu ha dicho lo que vendrá en la reunión de los obispos chilenos y que espera que sea el inicio de algo nuevo y sugerente, y que ayude a superar la crisis en que se han visto por los abusos de poder, de conciencia y sexuales.

Así, el gesto de Francisco apunta a que la reunión con los obispos será el inicio de un terremoto. Uno anunciado y esperado, cuyo inicio ya se conoce, pero del que las consecuencias aún son impredecibles.

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