Las penurias del balonmano chileno: un equipo que arriesgó todo por ganar la plata

Balonmano, Chile, Panamericanos, Lima 2019

Para romper una sequía de 32 años sin subirse al segundo escalón del podio panamericano, los jugadores de Chile se costearon los pasajes desde Europa y dejaron los contratos con sus clubes en ascuas por defender a la Roja.


La plata de Chile en el balonmano, literalmente, salió del bolsillo de los mismos jugadores de la Selección. No solo en lo invertido por ellos durante el proceso de preparación para Lima 2019, sino por todo lo que han sufrido desde que siendo muy jóvenes iniciaron el sueño de llevar a este deporte a la lista de los ganadores.

El hándbol es un deporte que se practica mucho fuera de Santiago. Principalmente en el sur y la zona más austral del país. De Magallanes, por ejemplo, proviene la familia Feutchmann, una de las precursoras de esta disciplina en el país (los hermanos Emil y Erwin son figuras de la Selección). No fue sencillo llegar hasta la final. Nunca lo ha sido para la selección de balonmano. Comprometidos con la idea de posicionar a Chile entre los mejores equipos de América y el mundo, debieron dejar mucho para estar en Lima.

Algunos, como Marco Oneto, el mítico pívot que se retiró ayer de la selección a los 37 años, debió dejar a su hija recién operada, olvidarse del martirio que le provocan sus maltrechas rodillas e incluso entrenar en el campo y entre vacas para decir presente. Lo hizo recién una semana antes de comenzar, complicado por el estado de salud de su pequeña.

Pero todos debieron sacrificarse de igual manera. La mayoría repartidos por Europa, debieron costearse solos los pasajes para retornar a Chile y someterse a las órdenes de Mateo Garralda, el entrenador. Arriesgando los contratos profesionales, el sueño panamericano y el cupo olímpico fueron el motor que movió a todos. "Este éxito lo han hecho jugadores y entrenadores. No ha sido un trabajo federado o estatal. Las dificultades han sido muchas. Tuvimos jugadores costeándose sus propios pasajes, sacrificando familia y todo por estar aquí", transparenta Erwin Feutchmann, miembro del clan más reconocido del balonmano nacional.

Contrariados por la falta de recursos y algunos problemas de preparación, realizaron una pretemporada bastante humilde, en la que se concentraron en Santiago, todos separados, y sin partidos amistosos. "Espero que de una vez por toda nos den algo. Argentina estuvo concentrado en Francia, Guadalupe. Nosotros llegamos a Santiago y ni siquiera teníamos hotel", confiesa Emil, el mayor del clan Feutchmann.

Y es que pese a romper una sequía de platas panamericana de 32 años (la última fue la plata del fútbol, en 1987), el balomnano no cuenta con el apoyo suficiente para desarrollarse como sus pares americanos. Por eso, la única forma de crecer probar suerte en las ligas profesionales."Es la única´manera de conseguirlo. Nosotros tuvimos que hacerlo y fue algo duro, pero el roce nos ayudó a mejorar", dice Rodrigo Salinas.

Pese a todo, prefieren no quejarse demasiado. Con el Sudamericano en camino y el preolímpico en abril del próximo año, el septeto nacional confía que ahora sí este logro entregue mayor énfasis a un deporte que crece Mundial tras Mundial.

"Es cierto, no han sido las mejores condiciones, pero qué puedo decir ante toda la gente en Chile que tiene problemas mayores, con el Transantiago lleno y la salud que es una mierda. Sólo puedo agradecer por lo que hemos vivido con esta selección", cierra Erwin.

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