Juncal Norte: El Glaciar que muestra los efectos de la crisis climática

Un equipo de glaciólogos de UNAB Viña del Mar, junto a la Dirección General de Aguas (DGA) y el apoyo del Parque Andino Juncal concluyeron que el glaciar Juncal Norte, que abastece parte del agua de 1,7 millones de personas de la Región de Valparaíso, ha disminuido 1,9 kilómetros cuadrados entre los años 1955 y 2021, es decir, alrededor del 22% del área que poseía en 1955. La mayor alerta se produce porque 1,4 kilómetros cuadrados de ese total, se redujo los últimos 11 años.



La preocupación es grande. El Glaciar Juncal Norte, ubicado en las cercanías de Portillo, es uno de los principales surtidores de agua para el río Aconcagua y su cuenca, abasteciendo parte del agua de más de 1,7 millones de personas de la región de Valparaíso (casi un 10 % de la población de Chile).

Pero algo parece estar ocurriendo en la cordillera. Los estudios realizados en conjunto entre la DGA y UNAB Viña del Mar demuestran que el glaciar ha tenido un retroceso de su frente de 310m solo en la ultima decada (2010 - 2021), es decir que en promedio, su frente retrocede a un ritmo de 28m al año. Un hallazgo realizado por Hans Fernández, geógrafo de la Universidad Católica y colaborador del monitoreo. La comparativa entre las primeras fotografías aéreas obtenidas a mitad del siglo pasado y las posteriores imágenes satelitales dan cuenta de una pérdida generalizada del área englaciada. De hecho, el área del glaciar Juncal Norte ha disminuido 1,9 km2 entre los años 1955 y 2021. Lo anterior equivale a una pérdida relativa del 22% de la cobertura glaciar.

“Es importante reconocer que el retroceso del glaciar marca una tendencia sostenida, sin embargo, hemos observados años con comportamientos anómalos” cuenta el reconocido glaciólogo y académico de la Facultad de Geología de UNAB Viña del Mar, Dr. Francisco Fernandoy.

La alerta se produce cuando se identifica que, desde 2010 a la fecha, la pérdida de área glaciar alcanzó 1,4 km2, lo que significa una reducción relativa del 17,5% de la cobertura glaciar si se utiliza como referencia el año 1955.

“Estamos viendo que en los últimos 5 años el glaciar está retrocediendo en su parte frontal muy rápido. Hubo una pérdida importante de masa de hielo. Se está formando una laguna en el frente del glaciar por el derretimiento acelerado del frente”, relata el glaciólogo y académico de la Facultad de Geología de UNAB Viña del Mar, Francisco Fernandoy, quien viaja alrededor de tres horas desde Viña del Mar hacia la cordillera para llegar al Parque Andino Juncal junto a su equipo para monitorear el glaciar.

Según indica Yerelin Cárcamo, una de las investigadoras UNAB involucradas en el monitoreo, el período comprendido entre 2010 a la fecha, es donde se produjo el mayor período de ablación (área donde se pierde el hielo y la nieve) en las balizas observadas al fin del verano y “el glaciar en general, en el sector bajo los 4200 m de altitud, ha tenido una tendencia negativa, de pérdida de masa, equivalente a un adelgazamiento de 21,5 m de hielo entre los años 2000 y 2021, con un aumento significativo de 3,2 veces (un equivalente de 2,8 m de adelgazamiento de hielo por año) en los últimos 6 años”.

LA INVESTIGACIÓN DEL JUNCAL NORTE

En el Juncal Norte, sostiene Cristian Núñez Riveros, subdirector DGA, que “se advierte una contracción casi continua del glaciar desde 1955. Durante estos años se visualizan periodos de decaimiento abrupto y otros de crecimiento leve. En los últimos 21 años presenta una pérdida generalizada de volumen y de la masa del glaciar, además de pérdidas de hielo en las zonas frontales”.

Fernandoy y su equipo hacen la investigación en terreno con distintas metodologías. Van al glaciar, se montan al hielo y van poniendo balizas, unas especies de mástiles pequeños que se entierran en el hielo y después de un tiempo ven cuánto han emergido y con eso pueden saber el volumen de hielo que se derritió. También hacen mediciones con GPS para obtener las variaciones y combinarlas con otras mediciones mediante una técnica denominada LIDAR, que es una forma de medir distancias mediante un haz laser que hace la DGA.

Ubicados en la montaña, en plena zona de ablación, donde el glaciar pierde masa, Fernandoy explica que “todos los años hay derretimientos y eso es natural. En verano es el agua que sale de nuestras llaves, y que es el derretimiento de la nieve del invierno. En ese ciclo natural el hielo se derrite y lo aprovechamos en el curso de los ríos. El volumen de variación va cambiando año a año y en periodos más largos se pueden ver las tendencias climáticas y no las meteorológicas”, apunta.

El equipo de investigación es recibido por Catherine Kenrick, coordinadora del Parque Andino Juncal, reserva privada mantenida por su familia desde hace 110 años y que desde 2003 se ha dedicado activamente a proteger y conservar los ecosistemas en la propiedad. “La investigación científica es una actividad prioritaria del Parque Andino Juncal y es muy bienvenida”, indica Kenrick, quien relata hay “un proyecto de exploración minera a solo 7,5 kilómetros del glaciar, y que el agua que viene del Valle Juncal, la naciente limpia del Río Aconcagua, es la principal fuente de agua potable para Valparaíso y Viña del Mar y muchas otras localidades”.

LA IMPORTACIA DEL MONITOREO

Según explica Francisco Fernandoy, los glaciares tienen una diversidad de roles distintos en los sistemas naturales. En la zona central, donde vive la mayoría de los chilenos, “dependemos mucho de lo que pasa en el invierno, de la nieve que cae. Todos los flujos de ríos están principalmente alimentados por el flujo de nieve que se derrite en el verano y surte de agua a las personas y las industrias”, explica.

Lo preocupante, según el glaciólogo, es que en los últimos 15 años estamos en una mega sequía. Hasta agosto en la región de Valparaíso había un déficit de 96% de caída de nieve. En septiembre hubo un frente de mal tiempo que alivianó la situación, llegando a un déficit de un 70 % en caída de nieve. “Eso significa que el verano que viene va a ser muy seco, no vamos a tener nieve para que se derrita y aporte a los ríos. Ahí los glaciares entran a suplir esa falta de precipitación de invierno, pues al quedar expuesto a la radiación solar y a las altas temperaturas, se derrite”.

Fernandoy ejemplifica que el glaciar tiene la gracia de ser una cuenta de ahorro de agua. “Es una masa de hielo que todavía va a estar mucho tiempo disponible, pero se está derritiendo cada vez más rápido porque compensa la falta de nieve y eso es preocupante, porque el glaciar en algún momento se acaba. Especialmente en la zona central, donde no son tan grandes y tenemos una cuenta limitada de ahorro, entonces podemos llegar a un punto donde los glaciares no van a ser capaces de entregar más agua”. Es por eso por lo que según el investigador es importante el monitoreo, para saber su estado de salud. “No solamente con imágenes satelitales, que sería la herramienta más fácil, pero el detalle en terreno entrega mucha más información”.

LA ESPERADA LEY DE GLACIARES

Desde 2005 que ha habido diversas iniciativas legales para proteger los glaciares. Según indica Cristian Núñez Riveros, subdirector de la DGA, “el proyecto de ley sobre protección de glaciares (Boletín 11876-12) se encuentra en su primer trámite constitucional en la Comisión de Medio Ambiente y Bienes Nacionales del Senado. El propósito de este proyecto es la protección y normar actividades científicas y no invasivas”, explica.

Desde el Parque Andino Juncal, Catherine Kenrick apunta que la situación es de extrema gravedad. “Vemos los cambios año tras año, en la forma y tamaño de los glaciares, en el flujo del río, y en las temperaturas, en la vegetación. Pero también vemos un aumento en proyectos mineros y energéticos destruyendo los ecosistemas en cabeceras de cuencas como la nuestra, y haciéndonos más vulnerable aún al cambio climático. Urge tomar medidas que conduzcan a la protección efectiva de las fuentes naturales de agua y los ecosistemas que las albergan”.

A juicio de Kenrick, no se le está dando la urgencia al tema, “a pesar de todas las señales que el clima y la sequía nos están dando, el negacionismo prevalece, y los grandes proyectos industriales cerca de estas fuentes de agua proliferan sin freno. A largo plazo, la ausencia de liderazgo político en torno al agua solo conllevará a un aumento de conflictos sociales”.

Por su parte, Francisco Fernandoy sostiene que es importante que se termine pronto la discusión de la ley de glaciares. “No se sabe bien qué es lo que pasa con lo que está alrededor de un glaciar, o qué pasa con los que no están al interior de un parque nacional. Todo eso se está discutiendo y lo más complejo es respecto a las zonas circundantes a un glaciar y es muy importante para su salud. Es la piedra de tope para terminar esta discusión, pues hay muchas actividades mineras o turísticas interesadas, entonces se debe llegar a un equilibrio de lo que se puede y no hacer. Si bien uno como glaciólogo siempre quiere más, creo que la ley va bien encaminada”.

INVENTARIO DE GLACIARES

Ese monitoreo en terreno es acompañado por la Dirección General de Aguas del Ministerio de Obras Públicas (DGA), ente responsable del Programa Glaciológico Nacional, cuyo objetivo es conocer la cantidad y la superficie de glaciares por cuenca hidrográfica, el volumen de hielo equivalente en agua, su aporte hídrico en términos de escorrentía superficial, potenciales peligros naturales asociados y su evolución en un contexto de cambio climático.

Gino Casassa, jefe de la Unidad de Glaciología y Nieves de la DGA, explica que un glaciar es una masa perenne de agua terrestre en estado sólido producto de la recristalización de la nieve, con evidencia de flujo actual o pasado, cualquiera sea su forma geométrica y ubicación, dimensión (siempre y cuando sea menor a 50.000 km2), y con eventual cobertura detrítica superficial, especialmente al final del periodo de ablación.

Desde 2019, la DGA está actualizando el Inventario Público de Glaciares (2014), realizado por la DGA-MOP entre el 2008 y 2014. Núñez indica que “en Chile los que más han disminuido, tanto en área como en volumen, y los que más se han fragmentado, se ubican en la Patagonia”.

“El Inventario del 2014 registró 24.114 glaciares con un área total de 23.641 km2 y los datos preliminares de la actualización en desarrollo indican que en los últimos 15 años el número de glaciares aumentó un 11%, debido principalmente a la fragmentación, y que la superficie de hielo disminuyó 8% en el mismo período de tiempo”, explica Casassa.

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