Éste es un breve recuento, de algunas temáticas que hemos recorrido durante estos dos últimos años.

Edificios orgánicos: no existen, se los llama así porque imitan estructuras animales o vegetales, o porque se les sobrepone un poco de vegetación o madera (que ya está muerta).

Arquitectura vernácula (aquella muy ligada al clima y materiales locales) sólo la pueden idear los que no han estudiado arquitectura, lamentablemente.

Los más sustentables son los que viven fuera de las ciudades y en comunidades indígenas. Reciclar es correcto cuando hay muchos desperdicios: sería mejor que no hubiese desperdicios, así no hay que reciclar.

Es mejor vivir en algo precario y poco agraciado estéticamente, que en algo ‘bello’ y gastador de energía: lo primero se puede reparar, el segundo, no. Una edificación atractiva que consume mucha energía no es arquitectura hoy.

Los edificios no gastan energía: son sus usuarios los que lo hacen para corregir el diseño. La energía no se va a acabar: sólo será más cara, aunque sea alternativa.

El ecosistema ha cambiado y con ello el mundo no se acabará, sino que aparecerá un equilibrio basado en otros nuevos equilibrios, pero sin vuelta atrás; lo malo es que no se sabe cómo serán ni cuánto nos afectarán. Un desequilibrio hace muchos años hizo aparecer al hombre.

Un edificio sustentable no debiera ser más caro que uno típico; si lo fuese, su diferencia se recuperará con el tiempo.

Una edificación eficiente tiene buen aislamiento, buen acceso solar y control de infiltraciones en invierno, buenas sombras y ventilación natural en verano, el resto es cuento.

Generalmente se piensa que hay que esperar a que las autoridades den la pauta para ser sustentables; en realidad uno mismo debe serlo, ya es obvio que conviene.

Algunos vidrios contribuyen más que otros para controlar el sol, pero lejos, lo mejor y más barato es la ´sombra`.

Las pieles ventiladas en las fachadas de los edificios en climas como el del norte y centro del país sólo sirven si son opacas, no transparentes.

Se dice que los arquitectos destacados se pueden equivocar en el desempeño energético. Nota: Ellos no son arquitectos para el siglo XXI.