La agenda de los últimos días ha estado bastante ocupada con las emergencias o preemergencias ambientales. El aire de Santiago está irrespirable, y ya no se trata solo de que no veamos la enorme cordillera que nos encierra, sino que conlleva factores que dañan la salud. El material particulado fino es agresivo y dañino, estudios epidemiológicos hablan de una relación entre la exposición a corto plazo y el aumento de enfermedades, particularmente entre personas con enfermedades respiratorias y cardiacas. Esto es un tema serio, muy serio, llevamos años hablando al respecto, pero aún falta ver un cambio de mentalidad, desde un gerente que decida invertir en la tecnología más eficiente y limpia posible, no la más barata, al automovilista que asume y deja el auto en la casa, a las autoridades que implementen políticas buenas y concretas -Londres es un ejemplo de donde se puede aprender mucho; no solo le doblaron la mano a la contaminación hace décadas, sino que han seguido invirtiendo, manteniéndose en la punta, y hace poco renovaron parte importante de la flotas de buses de la ciudad por buses híbridos-. No podemos seguir confiando en la lluvia para limpiar el aire, está claro que cada invierno llueve menos, y según los expertos cada año Santiago adquiere más características de clima desértico.

Pero como esto es un tema que no se resuelve en un invierno, hay que tratar de salir, dejar la ciudad, respirar, tomar aire, ventearse un poco. Lo bueno es que ahora vienen las vacaciones de invierno, así que programen algunos días y salgan a la montaña, aunque aún no hay nieve, o a la playa. Para los que pueden ir un poco más lejos, Corralco es una excelente opción: nieve, montañas, paisajes increíbles y aire limpio. Para templar el cuerpo, sopas ricas, porque frío sí ha hecho.