El departamento de Mónica


Hace un par de semanas hablamos de la casa de Betsy (28-08-2010). Espero lo recuerden. Hoy, el ejemplo proviene de un modo de vida radicalmente diferente. Se trata de un departamento de unos 120 m2 ubicado en una comuna muy céntrica, en donde vive Mónica, otra muy grata secretaria, quien siempre está de buen humor. Su grupo familiar se compone de seis personas, más Callito, un conejo muy integrado. En su barrio hay de todo, está muy cerca del metro y a unos diez minutos de su trabajo a pie. De hecho no necesita auto.
En este departamento, orientado al norte, no tienen ampolletas eficientes (no las encuentran gratas lumínicamente), cada uno tiene TV en su pieza, hay varios computadores, se usa muchísimo el horno eléctrico, durante el invierno casi todos usan calientacamas eléctricos y el hervidor para calentar el agua de los guateros. Por otra parte, ocupan mucho la lavadora y la secadora de ropa, así como también la aspiradora (otro artefacto doméstico muy demandador de energía) y muchas veces dejan los cargadores o adaptadores conectados a la red. En general casi todo funciona con electricidad, salvo el calefón para agua caliente y la cocina a gas, que no la ocupan demasiado. Antes, además, usaban tres estufas óleo-eléctricas, pero con ellas el consumo subió muy por encima de lo mucho que ya gastan, así es que ahora las tienen en la bodega (desenchufadas afortunadamente). Entre todo lo consumido energéticamente, incluyendo la parte de los gastos comunes que se relaciona con energía (ascensores, iluminación de circulaciones y de exteriores comunes), suman como $180.000 al mes, aproximadamente unos $1.500/m2, el doble que en la casa de Betsy ($0.700/m2).
Pero a la vez, y aquí lo interesante, no tienen contaminación interior, no usan estufas a parafina o a gas de combustión interna, y como no usan el auto, tampoco contaminan el exterior. Con esto último, los gastos que conlleva tener un vehículo (bencina, aceites, seguros, tags, parquímetros, cuidadores de autos, malabaristas, rayones, lavados…) son igual a cero, lo que se traduce en grandes ahorros en el presupuesto familiar; así que esto les permite vivir con todas las comodidades en plena ciudad y sin emitir CO2, ni para adentro ni afuera.
Tienen otra concepción válida de cómo ser sustentables. Este caso, que en principio parece malo energéticamente, no es tal debido a que se optó por la decisión de no contar con el auto (el peor artefacto que se puede tener) y vivir centralmente; todo lo que gastan, por lo tanto, finalmente está muy compensado.
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