Un brazo de jardín atraviesa pormedio del cité, ahí la dirección escrita en un papel. Por la ventana se asoma una inmensa cabeza negra de un perro. Abren la puerta y en dos segundosme percato de las grandiosas medidas de este integrante de cuatro patas. Adentro se escucha “Barack, no moleste”. Quizás no está muy consciente de sus dimensiones, pero su cariño para recibir al invitado es genial.

Adentro y con la situación canina controlada, se puede valorar el acucioso trabajo del arquitecto Luis Pinto, de remodelación a esta construcción de 1920 obra de Alberto Cruz Montt y Ricardo Larraín Bravo, parte del pasaje Adriana Cousiño.

Lo que se ve a partir de la fachada es una construcción típica de comienzos del siglo pasado dentro del concepto de casas pareadas,  “esto es una remodelación patrimonial dentro del barrio Yungay que pasó de ser zona típica a ser patrimonio de conservación histórica”, explica Luis.

Pero su llegada al lugar no fue casualidad: "Llegué a esta casa buscando unos locales para un cliente y pasé por este lugar porque me tocó hacer un proyecto como estudiante. Lo anecdótico es que me asignaron esta misma casa y años después visito el pasaje y la encuentro a la venta. Junto a Javiera
nos tomó un año negociarla y finalmente terminó siendo nuestra", cuenta Luis.

En sus orígenes esta construcción fue completamente construida en adobe con estructura de roble; con años de deterioro, estuvo casi completamente destruida, siendo esto una ventaja a la hora de querer comprarla. "Esto la convertía en una buena oportunidad de compra, este es un barrio ideal para inversionistas y parejas jóvenes", suma Pinto. Se demolió completamente todo el interior pero se conservaron los ejes principales, es decir, "las subdivisiones que se ven hoy son lasmismas que tenía la casa en su fase original", explica el arquitecto. El resultado final; una construcción que cuenta con más de 185 m² y se divide en tres niveles perfectamente bien concebidos para poder acoger idealmente a sus integrantes