En Chicureo esta cocina se ha ido armando a pulso y con muchísimo cariño. Su dueña, la diseñadora Magdalena Ceppi, vive en este lugar hace siete años, tiempo durante el cual se ha dedicado a hacer de ella “el centro de operaciones”. Inspirada en la sencillez del estilo campestre, ad hoc al entorno aun rural. “Es muy cálida, funcional y entretenida, la he armado sin tener una idea definida, en la medida en que he ido encontrando los elementos en distintas partes, pensando en jugar también con los materiales nobles y reciclados”, detalla Magdalena.

De orígenes diversos, las cosas que aquí vemos han sido compradas en ferias de las pulgas, anticuarios, ventas de garaje o simplemente tiendas de estilo vintage.

Esto hace adivinar que Magdalena acostumbra recorrer mucho y que cuando encuentra algo que le gusta no duda en comprarlo para incorporarlo a este espacio en particular. “Casi todos los domingos me dedico a visitar lugares en busca de objetos y cachureos. Algunas cosas tienen su historia, como los azulejos rosados de la pared que me los traje en la maleta desde Buenos Aires y que, por supuesto, me faltaron y terminé pidiéndole a una amiga que me trajera más”, confiesa.

Esta cocina también se aprovecha para crear recetas y probar ingredientes, especialmente durante los fines de semana cuando hay tiempo y llegan invitados, una herencia que le viene de su madre, según cuenta.

Son en estas instancias cuando sus tres hijos, Julieta, Santiago y Samuel, la acompañan sentados en la rústica mesa ubicada en medio del espacio, contemplando lo que inventa o trayéndole de la huerta que cultiva en el jardín algún vegetal o condimento necesario.

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