Cristián Boza Wilson llegó primero. Hace un par de años este joven arquitecto dio con este departamento, que arrendó amoblado junto a un amigo, “bien complicado a la hora de crear identidad”, cuenta, agregando que estaban plagados de enormes muebles que nada tenían que ver con el gusto de ninguno de los dos.

Pero las cosas cambiaron; la dueña se llevó sus muebles y Cristián también cambió de roommate y así fue como llegó a vivir aquí su amiga Isabel Serra. Con la libertad de empezar de nuevo, cuenta Cristián que “la primera medida fue implementar una biblioteca, y esto generó inmediatamente identidad”. Aquí se agrupa la más variada literatura que ambos han aportado y una serie de obras de distintos artistas, como Totoy Zamudio y también algunos firmados por el mismo Boza.

Sobre la vida en común, Isabel cuenta que le gusta compartir casa porque “aparte de un tema económico, se dividen responsabilidades domésticas que de a dos son más llevaderas. Siempre es bueno llegar y sentir que hay alguien a quien puedes recurrir en caso de algún problema o simplemente que está ahí para hablar tonteras y reírse un rato”.

Ambos coinciden en que la cocina y el comedor de diario son sus preferidos, por un lado porque tienen la mejor luz natural del departamento y porque es en estos espacios donde comparten la mayor parte del tiempo. En el comedor Cristián fue juntando distintas plantas de interior porque le interesaba que su gato también tuviera un espacio verde, “este es el jardín e invernadero”, dice. Para el arquitecto, su pieza es también el lugar donde trabaja todo lo que tiene que ver con el arte. Su profesión de arquitecto se queda en la oficina y aquí está todo dispuesto para la inspiración. Tomando un taller con Eugenio Dittborn descubrió cómo trabajar con el agua y la tinta china en gran formato. Muchas veces basa su trabajo en fotografías que luego se van transformando en capas de tinta china a través de la horizontalidad, “creo que lo que más me apasiona de trabajar con el agua y la tinta es su condición orgánica y descontrolada, uno nunca sabe cómo va a terminar una composición”.

Isabel me cuenta que con Cristián se llevan muy bien, y aunque ambos pasan poco tiempo aquí, “cada uno tiene sus espacios y tiempos para gozar del departamento. Lo más importante es que existe un respeto entre los dos que es a prueba de balas”.